Es relativamente fácil seguir los progresos tecnológicos y los adelantos en las condiciones externas en la vida de las personas a medida que la civilización avanza. Sin embargo, un elemento más importante de progreso no puede ser medido tan fácilmente con sólo observar la cantidad y complejidad de las “cosas” que nos rodean. Ese elemento tiene que ver con la calidad del pensamiento humano y su efecto en el sentido de propósito, mérito y satisfacción de las personas.
Quizás deberíamos hacernos diferentes preguntas acerca de lo que realmente significa el progreso, en vez de suponer que está definido esencialmente por teléfonos inalámbricos o por líneas aéreas transatlánticas y supersónicas, por útiles que éstas sean. Podríamos preguntar, por ejemplo, si el mundo actual expresa un gozo sustancialmente más verdadero. Con el progreso, esto debería ser un hecho de la vida prontamente reconocido. ¿Hay más integridad, sabiduría, santidad, pureza, bondad, paz y amor? Con el progreso estas cualidades deberían ser muy evidentes, ampliando su expresión externa y su influencia en la experiencia humana.
Tales cualidades son realmente cualidades espirituales. Y cualquier progreso significativo de la humanidad debe tenerlas en cuenta, ya que sin un sentido creciente del verdadero bien, la humanidad, de hecho, no progresará. La Sra. Eddy resume en una frase lo que el progreso debe manifestar. Ella escribe: “Cada período sucesivo de progreso es un período más humanitario y espiritual”.Escritos Misceláneos, pág. 26. Se podría concluir que, cuando lo “humanitario y espiritual” no son tan evidentes, falta el verdadero progreso.
Pero, ¿qué podemos hacer como individuos? En realidad, la manera en que contestemos a esta pregunta con nuestra vida, es un factor clave para sacar a luz un “período más humanitario y espiritual” para toda la humanidad. ¿Acaso no son el gozo, la paz y el amor de un corazón y una vida, sumados a otros corazones, influyendo otras vidas, y luego otras, lo que constituye el progreso de la humanidad como un todo? Aún más, nuestra demostración del desarrollo moral y espiritual individual, se presenta como prueba sólida de que el día de hoy es, en realidad, testigo de un “período sucesivo de progreso”.
Para su crecimiento espiritual individual, los estudiantes de Ciencia Cristiana recurren naturalmente a la Biblia para su guía y alimento espiritual. Y el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por la Sra. Eddy, le revela al Científico Cristiano el significado espiritual de los pasajes bíblicos e ilumina en la consciencia la verdadera naturaleza de Dios y Su creación. Dios es revelado como Espíritu divino y omnipresente; como Mente infinita y omnipotente; como Amor eterno y omnisciente. El hombre es visto como el reflejo puro y perfecto de Dios; como la idea espiritual de la Mente, la manifestación inteligente del Amor.
Por medio de la oración consagrada, la consciencia individual es transformada mediante un entendimiento de la verdad espiritual. La acción del Cristo nos redime y regenera, y así progresamos en la demostración de la verdad del ser.
Sin embargo, es a medida que somos genuinamente humanitarios — genuinamente bondadosos, humildes, compasivos, sinceros y afectuosos — que nuestro corazón y nuestra consciencia se preparan para lograr mayor espiritualidad. Y cuando crecemos en entendimiento espiritual, vemos que ocurre algo maravilloso: nuestra capacidad para ser humanitarios continúa ampliándose. La generosidad de un corazón lo suficientemente grande para abrazar a otros, y con suficiente entendimiento para ver el bien verdadero en cada uno, incluye, finalmente, a toda la humanidad en sus afectos y beneficencia.
Si pensamos que estamos progresando espiritualmente, pero no somos humanitarios, no estamos progresando. Una espiritualidad más profunda debe evidenciarse en la verdadera expresión de una humanidad más tierna. En la Primera Epístola de San Juan, en la Biblia, se nos recuerda: “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor... Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” 1 Juan 4: 8, 20.
La profundidad espiritual sin paralelo de Cristo Jesús lo hizo el más humanitario de los hombres. El Maestro conocía la verdad del ser espiritual, y por este conocimiento era libre y poderoso. Pero él no guardó esto para sí mismo, él compartió ese conocimiento. Enseñó, sanó y salvó. ¡Qué gran período de progreso fue introducido al mundo con la llegada del Mesías!
Hoy, el Consolador que Jesús prometió a sus seguidores, está aquí para bendecir a la humanidad. Es la Ciencia del cristianismo que enseña la verdad a esta época, que sana al enfermo por medios espirituales únicamente, y redime al pecador con el bautismo del Amor divino. ¡Y qué gran período de progreso —“humanitario y espiritual”— se introduce con la llegada del Consolador!
Nuestra tarea individual es asegurarnos de que ese período de progreso en nuestra vida esté en conformidad, tan fielmente como podamos demostrarlo, con el último “período de progreso” que el Consolador ya ha establecido. Nuestro gozo, amor e integridad se deben sentir, y ser sentidos por otros. Necesitamos ser siempre humanitarios y compasivos y estar siempre listos espiritualmente para ser sanadores. El mundo necesita urgentemente de nuestra más profunda espiritualidad y de nuestra más tierna humanidad.
