¿Es acaso suficiente que una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, provea una Escuela Dominical; que reciba a todo niño que asista; que esté preparada para enseñar a los niños las Escrituras y ayudarlos a que aprendan a sanar? En muchos casos, los niños de la comunidad no vienen en gran número a nuestras Escuelas Dominicales. ¿Hay algo más que podríamos hacer y que deberíamos estar haciendo?
En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy escribe: “No hay sino una sola atracción real, la del Espíritu”.Ciencia y Salud, pág. 102. El proveer maestros y un lugar de enseñanza no es, en sí ni de por sí, suficiente para atraer alumnos. Al describir el ministerio de Cristo Jesús, Mateo dice: “Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos”. Mateo 14:14. Conociendo los problemas que plagaban a la gente, y lleno de amor y compasión, Jesús se dirigía a las multitudes. Emanando inspiración del Amor divino, pacientemente les enseñaba, y sanaba corazones y cuerpos destrozados. También instruyó a sus apóstoles para que siguieran su ejemplo. Sabía que la misma Verdad que le daba poder, está siempre a mano para inspirar a todo corazón y para sanar.
Los miembros de las iglesias filiales pueden considerarse a sí mismos como apóstoles, es decir, como testigos individuales del poder sanador del Cristo. Los miembros permanecerán unidos en una continua misión sanadora. Entonces el mismo Espíritu y la misma compasión cristiana que inspiraban a la Iglesia de antaño, inspirarán a nuestra iglesia, iluminando conceptos de realidad espiritual, y despertando en los corazones el deseo de ayudar a aquellos que sufren sin necesidad. Así estaremos orando por los niños de nuestras comunidades.
¿Acaso no estamos frente a multitudes similares a las que Jesús y los primeros apóstoles tuvieron que enfrentar? La televisión, la prensa y otros medios informativos nos proveen diariamente informes de los múltiples problemas que necesitan el toque sanador del Cristo. Por ejemplo, quienes tratan con los adolescentes de hoy en día, o que conocen las actitudes modernas a través de espectáculos o de los medios informativos, no pueden dejar de ver que las normas morales urgentemente necesitan elevarse.
¿A qué se deben estas bajas normas de moralidad? ¿Es meramente la avaricia lo que impulsa a algunos establecimientos a proveer películas de cualquier grado de obscenidad con tal de hacer ganancias de taquilla? ¿Es la falta de autoridad y de interés por parte de los padres? ¿Es la presión malsana de los compañeros? ¿Podría ser la degeneración de las normas de los medios informativos en general? O, ¿es la influencia de cierta clase de música y de los fanáticos que están implicados en las drogas o que se presentan como modelos de normas sexuales pervertidas? Si estamos culpando a cualquiera de estos factores, estamos confundiendo al verdadero enemigo.
Ciencia y Salud declara: “Desde el comienzo hasta el fin, la serpiente persigue con odio a la idea espiritual”. ¿No es acaso la serpiente, el magnetismo animal, opuesta a la inocencia, la pureza y la espiritualidad del hombre lo que está en guerra contra la idea espiritual en la consciencia humana? Y más adelante, Ciencia y Salud dice: “En el Apocalipsis, ese mal, al acercarse a su ruina, aumenta y se convierte en el gran dragón escarlata, hinchado de pecado, ardiendo en guerra contra la espiritualidad y pronto para ser destruido. Está lleno de lujuria y odio, aborreciendo el resplandor de la gloria divina”.Ciencia y Salud, págs. 564–565. Cuanto más vívido sea el contraste entre la idea espiritual y su falsificación material, tanto más obvia será la mentira y más vulnerable para su destrucción.
Como miembros de esta Causa y seguidores de Cristo Jesús, nos hemos alistado para poner el calcañar de la Verdad y el Amor sobre la serpiente que trata de adulterar la verdadera idea de Dios y del hombre. Dios, el bien, es el único Principio del ser del hombre. La esencia espiritual del hombre, la única verdadera naturaleza de cada ser, personifica la pureza absoluta, la inocencia y la gloria del Amor divino, por siempre libre de atracción del pecado y dispuesta a la atracción de la idea-Cristo. El hombre espiritual no es, ni puede ser tentado por la serpiente ficticia de la materialidad, la lujuria o la perversidad. Su inocencia está intacta y es inexpugnable.
La bruma de la materialidad a veces aparece como una neblina espesa, opacándose tanto que enceguecería hasta al vidente más devoto y espiritual. Pero al recurrir a Dios constantemente, y no al sentido corporal, nos percatamos de la realidad de la naturaleza divina del hombre. No somos engañados para que reaccionemos en contra de las falsedades que parecen pertinentes a la juventud o para que estemos de acuerdo con ellas.
Nuestra oración es necesaria. Debemos permitir a nuestros corazones que tengan compasión. Nuestros pensamientos debieran abarcar a aquellos que tal vez estén luchando con un concepto falso de ellos mismos como hijos indignos o corruptos, y que aparentemente, disfrutan de las tentaciones peligrosas de la sensualidad. Al orar por los demás, aquellos que deseen liberarse sentirán la influencia de nuestra oración y responderán a la atracción del Espíritu. En realidad, es la bondad inherente al hombre, nuestro ser verdadero, lo que permite a cada uno responder al Cristo, la Verdad, elevada en la consciencia humana mediante la oración. ¿Acaso no es inevitable que un corazón inspirado de este modo por el Cristo, encuentre su camino hacia nuestra Iglesia? Después de todo, la Iglesia de Cristo, Científico, es la manifestación presente sobre la tierra de la verdad de Dios y del hombre a Su imagen.
Se podrían sugerir infinidad de temas que necesitan oración específica. Algunos de ellos son: el maltrato a los niños, las presiones escolares, hogares desdichados, el hambre y otras privaciones. Cuando sintamos el deseo de ayudar, dejémonos llevar por ese deseo, permitiendo que nuestro pensamiento se amplíe, y que sea impulsado por el amor desinteresado y dirigido por Dios. Dispongamos de tiempo cada semana — o tal vez cada día — para orar por obtener una comprensión más profunda de los niños. En realidad, el motivo de esta oración no es el de llenar nuestras Escuelas Dominicales, aunque ése puede ser un resultado. El motivo es sencilla y sinceramente despertar espiritualmente, y esto nos abrirá los ojos para ver bendiciones más amplias.
La Verdad, comprendida, eleva los corazones, sana vidas, armoniza hogares perturbados, eleva las normas morales y trae al hogar todo sentido pródigo del hombre, haciendo que vuelva al verdadero sentido del hombre como hijo de Dios. La compasión cristiana que se extiende para sanar, es percibida. Si nos preocupamos sólo los problemas específicos de nuestra iglesia o por los nuestros, estamos viviendo en mundos diminutos, y nuestra influencia para el bien se manifestará en esa proporción. Es como caminar mirando a los pies. El concepto de la Sra. Eddy acerca del propósito del movimiento de la Ciencia Cristiana es el de sanar al mundo, de elevar a la raza humana. Y esto es posible.
“La oración diaria” Ver Man., Art. VIII, Sec. 4. en el Manual de La Iglesia Madre por la Sra. Eddy, ejemplifica el movimiento del pensamiento espiritualizado que elevará a la humanidad. Es una oración que trae la inspiración necesaria para nuestra espiritualización, y una oración que abarca a toda la humanidad para que ésta también pueda sentir la influencia de la Palabra de Dios. Abarquemos a todos, como Jesús y sus apóstoles lo hicieron, en nuestros corazones impulsados por el amor y llenos de inspiración, preparados, deseosos y capacitados por Dios para sanar a los niños. Mas no debiéramos quedarnos allí. Unámonos, sintiendo la hermandad y la vitalidad de un propósito significativo y la alegría pura de hacer el bien desinteresadamente. Permitamos que nuestra oración se extienda a todos aquellos por el mundo que mentalmente crucen nuestro camino. Lleguemos a ellos por medio del sentido purificador, restaurativo y apacible del Cristo.
