Había pastores en la misma región,
que velaban y
guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño.
Pero el ángel les dijo: No temáis;
porque he aquí os doy nuevas de gran gozo,
que será para todo el pueblo:
que os ha nacido hoy,
en la ciudad de David, un Salvador,
que es Cristo el Señor.
Lucas 2:8, 10, 11
¡Qué maravilloso debe haber sido ser una de las personas que visitaron al niño Jesús en esa primera época navideña! Tal vez hubo otros visitantes a quienes la Biblia no menciona: los curiosos del pueblo, o extraños que se encontraban en Belén para ser empadronados para el pago de impuestos, como María y José. Pero la Biblia nos habla de un grupo particular que visitó al recién nacido: los pastores. Un comentario bíblico se refiere a ellos como a pastores muy especiales porque estaban encargados de mantener el rebaño del templo mismo. Ver J. R. Dummelow, The One-Volume Bible Commentary (New York: The Macmillan Co., 1936), pág. 742. De modo que ya estaban ocupados en una tarea santa. ¿Acaso puede usted imaginarse a estos visitantes llegando silenciosos y reverentes ante la presencia de Cristo Jesús?
En Navidad, o en cualquier época del año, también nosotros podemos llegar silenciosos ante la presencia del Cristo. Aunque Jesús ya no está aquí, ni como niño ni como hombre, el Cristo, la Verdad eterna que él vivió y expresó, está siempre con nosotros, impartiéndonos el poder y la paz de Dios. Quizás no resulte fácil sentir la presencia del Cristo en una tienda llena de gente o en un ruidoso cóctel. Sentimos esta presencia cuando, al igual que los tres magos, buscamos, escuchamos y observamos. Ellos abandonaron el ambiente que conocían y amaban, partiendo valientemente hacia lo desconocido. Hoy en día, encontrar al Cristo a menudo implica dejar lo conocido y, a veces, dejar de depender de manos humanas para depender de la mano de Dios, que siempre guía.
Cada uno de los visitantes que estuvo ante la presencia de Cristo Jesús, atesoró esta experiencia en su corazón en forma diferente. Aquellos que tenían visión deben de haber atesorado su promesa. Los pastores se regocijaron con la promesa del ángel acerca de “un Salvador, que es Cristo el Señor”. Lucas 2:11. Y los magos buscaron a un rey que había sido anunciado por la profecía.
Aunque quizás no lo supieran, todos los que lo visitaron estaban ante la presencia de quien, a través de un profundo y revolucionario entendimiento de Dios, establecería el hecho de que el reino de los cielos ha venido; ante la presencia de quien por ello iluminaría espiritualmente la actividad y el pensamiento de los que habitan la tierra. Las personas que lo visitaron adoraron a quien prometió ser el mayor sanador y maestro que jamás se ha conocido.
¿Qué deseamos o atesoramos nosotros esta Navidad? ¿No es el cumplimiento de la promesa, la curación por el Cristo, que la Sra. Eddy demostró que es posible hoy en día? Ella escribe: “En distintas épocas la idea divina toma diferentes formas, según las necesidades de la humanidad. En esta época toma, más inteligentemente que nunca, la forma de la curación cristiana. Este es el niño que hemos de atesorar”.Escritos Misceláneos, pág. 370.
Herodes dijo a los magos que deseaba visitar al niño Jesús. Como su meta no era atesorar al niño, sino matarlo, nunca lo halló. Los magos cumplieron bien su parte atesorando al niño; obedecieron la advertencia celestial y rehusaron divulgar su paradero. El materialismo de hoy, al igual que Herodes, trataría de matar al niño de la curación cristiana por razones de malicia, temor e interpretación errónea de su misión. Nosotros, los magos de esta era, debemos atesorar a nuestro niño.
Así como cada uno de esos primeros visitantes en Belén adoró al Cristo a su manera, hoy existen diferentes modos de adorar al niño de la curación, el Cristo, la Verdad, en acción. Cada uno puede atesorar las curaciones que haya tenido, y estar agradecido por toda condición que esté cediendo ahora al suave toque del Cristo. La Ciencia Cristiana es la ley de la Verdad, y la Verdad sana. Podemos recordar las curaciones que hemos tenido, escribirlas, valorarlas, compartirlas en reuniones de testimonios en las filiales de la Iglesia de Cristo, Científico, enviar algunas para que se publiquen en las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana. Un paso de progreso espiritual como éste, a menudo rompe el mesmerismo de un desafío actual que enfrentemos, y abre la puerta a la curación.
Podemos considerar profunda y resueltamente el deseo de bendecir y sanar a los demás, y saber que nada puede impedir que logremos tal demostración. Esto, a menudo, significa abandonar nuestra confianza en lo que al pensamiento humano le parece conocido y seguro y, al igual que los magos, confiadamente dar el paso hacia lo desconocido. Pero Dios siempre estará allí para guiarnos como los guió a ellos.
Recuerdo el desafío que fue para mí cuando sentí la certeza de que era correcto dedicarme por completo a la práctica pública de la Ciencia Cristiana. Parecía que mi sueldo era imprescindible: teníamos que cumplir con una hipoteca y, además, teníamos un familiar a nuestro cargo. Pero cuando aprendimos a confiar firmemente en la abundancia y el cuidado del Amor divino, nos dimos cuenta de que teníamos suficientes recursos para responder a todas nuestras necesidades, y nunca nos faltó nada.
A menudo, la oportunidad de sanar a otros se presenta mucho antes de lo esperado por el estudio que tenemos que hacer, por medio de la oración, para superar una dificultad física que tengamos. Cada vez que oramos acerca de una situación, podemos regocijarnos de que nuestras oraciones están disminuyendo la creencia en el materialismo para toda la humanidad. De modo que podemos atesorar la práctica de la Ciencia Cristiana, y mantenerla en el pensamiento. Es muy importante amar y apreciar la consagración de aquellos practicistas que ya han dedicado sus vidas a esta labor sanadora.
Es vital, también, proteger la continuidad del niño de la curación mediante la oración. Este se ve muy amenazado cuando es expuesto a los Herodes de hoy en día: la jerarquía predominante de los métodos de curación materiales y las rígidas creencias doctrinales. La oposición que la Ciencia Cristiana enfrenta da prueba de esto. La Biblia relata lo siguiente acerca de los magos: “He aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño”. Mateo 2:9. Es muy interesante que ellos deben de haber viajado de noche para poder ver la estrella. Viajando a través de la noche, pudieron llegar al niño. “Tinieblas; duda; temor”,Ciencia y Salud, pág. 592. es la definición de noche que da la Sra. Eddy en el Glosario de Ciencia y Salud.
En nuestra época, la noche podría simbolizar la oscuridad de la ignorancia, el dudar de la realidad de las cosas espirituales en una época materialista, y el temor a desafiar los monopolios que ejercen la religión ritualista y los métodos de curación materiales. Estos Herodes — la ignorancia, la duda y el temor — tropiezan en la oscuridad de la noche creada por sí mismos, sin ninguna luz espiritual para reconocer al niño. Cuando el motivo no es atesorar, sino destruir lo que pertenece al Espíritu, ese motivo no puede triunfar en su intento.
A través de la noche de la materialidad, la Ciencia Cristiana continúa atesorando y apoyando al niño de la curación cristiana. Los pronunciamientos hipnóticos del materialismo, que niegan la totalidad de Dios, no tienen fundamento, inteligencia, poder o realidad; así que no pueden detener ni dañar el crecimiento y la curación espirituales. Pero es necesario que sepamos esto y que demos pruebas más elevadas del poder de Dios. Nuestra oración diaria por La Iglesia Madre, La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, Massachusetts, es una buena oportunidad para proteger y apoyar la práctica de la Verdad sanadora.
En la medida que atesoremos al niño de la curación cristiana en nuestra propia vida, amándolo, compartiendo la alegría que nos proporciona, protegiéndolo en nuestras oraciones, el año nuevo será bueno, lleno de progreso espiritual para nuestra Iglesia y para todos los que buscan la Verdad.
