Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Curación mediante la comprensión de nuestra verdadera naturaleza

Del número de diciembre de 1986 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En cierta ocasión, hace varios años, me caí de un porche relativamente bajo, y me disloqué el tobillo, lo que era bastante doloroso. Recurrí a Dios para sanarme. Después de haber pasado varios días orando, tuve un momento de percepción espiritual que resultó en una curación inmediata.

¿Qué ocasiona una curación como ésta? La comprensión de la verdadera naturaleza del hombre como idea de Dios; la comprensión de la naturaleza mentalmente mortal del cuerpo físico; la disposición a dejar que las verdades acerca de Dios y del hombre espiritualicen el pensamiento humano, y así sanen el cuerpo.

Examinemos cada uno de estos puntos. Primero, la comprensión de la verdadera naturaleza del hombre como idea de Dios es de fundamental importancia para la curación. Cristo Jesús enseñó cuál es la verdadera naturaleza de Dios, al decir que “Dios es Espíritu”. Juan 4:24. La Ciencia Cristiana explica que Dios, el Espíritu, se expresa a Sí mismo mediante Su creación, el hombre. Por lo tanto, el hombre procede realmente del Espíritu, no de la materia.

¿No describe el Apóstol Pablo el despertar a esta verdadera naturaleza del hombre, cuando escribe: “Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual”, y, también: “Así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial”? Y añade: “La carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios”. 1 Cor. 15:44, 49, 50.

El hombre es realmente la expresión de las cualidades de Dios: del amor, la verdad, la sabiduría, la pureza, la santidad y demás cualidades de Dios. La cantidad y variedad de estas cualidades son infinitas, tan infinitas como Dios. Puesto que el hombre está hecho de las cualidades de Dios, él es realmente inseparable de Dios. Coexiste con Dios.

Las cualidades divinas que el hombre incorpora caracterizan la única identidad o naturaleza verdadera del hombre. La identidad del hombre da evidencia de la existencia y presencia de Dios. Dios es responsable del mantenimiento, continuidad, protección y gobierno de Sus cualidades en Su expresión, el hombre.

Dios es Vida; por lo tanto, Sus cualidades están eternamente activas. Esta actividad constituye las verdaderas funciones del hombre, y éstas son por siempre armoniosas.

Dios no se expresa a Sí mismo mediante la materia. El no mora en la materia ni depende de ella. Ninguna de Sus cualidades jamás puede ser discordante o se puede deteriorar. La incorporación de los atributos perfectos de Dios está por siempre en un estado de armonía y de salud.

Una segunda ayuda en la curación es comprender la naturaleza mental del cuerpo físico. El cuerpo físico es la objetivación o externalización del pensamiento humano. En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy explica: “Un cuerpo material sólo expresa una mente material y mortal. Un hombre mortal posee ese cuerpo, y lo hace armonioso o discordante según las imágenes de pensamiento que le imprima”.Ciencia y Salud, pág. 208.

En su ministerio sanador, Jesús a veces hacía preguntas a una persona, no sobre su condición física, sino acerca de su fe. En ciertas ocasiones daba instrucciones, pero no acerca de cómo cuidar el cuerpo físico; éstas tenían el propósito de alejar al individuo del pecado, el temor o la ignorancia. A veces él requería acción, no destinada a cambiar la materia, sino a dar evidencia de una mentalidad reformada.

Esta es una buena noticia para todos. Si el cuerpo parece tener una discordancia cualquiera, sabemos cómo corregir el problema. Ciertamente, no tenemos que examinar el cuerpo material, fijar nuestra atención en él u obtener un diagnóstico físico. Pero sí examinamos nuestro pensamiento con el propósito de corregirlo y espiritualizarlo. Si el pecado, el temor, la ignorancia — o cualquier creencia mortal — está penetrando furtivamente en el pensamiento, puede que nuestros cuerpos manifiesten desórdenes o trastornos físicos.

Los errores de creencia a veces operan muy sutilmente. Al creer que somos mortales puede que, inconscientemente, temamos a la enfermedad, debido a la naturaleza frágil e imperfecta de la materia. Puede que ignoremos, en cierto modo, cómo el poder y la totalidad de Dios nos eximen de la enfermedad o de las limitaciones de la materia. Inconscientemente, quizás estemos ocupándonos en el pecado, buscando el bien en la materia en vez de en Dios.

Todo lo que conscientemente abrigamos en el pensamiento se repite en el cuerpo. Ciencia y Salud nos dice: “Abrazáis vuestro cuerpo en vuestro pensamiento y debierais delinear en él pensamientos de salud, no de enfermedad”.Ibid. No obstante, la curación no se encuentra en el pensamiento humano. La curación se encuentra en Dios, la Mente divina, la fuente y gobernador de todas las ideas correctas.

Un tercer punto en la curación es que, a medida que las verdades acerca de Dios y del hombre espiritualizan el pensamiento humano, el cuerpo físico sana. Cuando alguna parte del cuerpo físico está discordante, la salud se restablece al reconocer que el hombre es realmente semejante a Dios, que refleja cualidades divinamente perfectas. Esta verdad expulsa del pensamiento el error que, en creencia, está ocasionando el problema. Cuando la falsa creencia es reemplazada por la verdad del ser, la curación se manifiesta naturalmente.

La curación puede que requiera un estudio específico de la Biblia o de las obras de la Sra. Eddy. Este estudio corrige y eleva el pensamiento. A medida que estas verdades específicas se vierten en el pensamiento, las creencias materiales de enfermedad, mortalidad, temor o pecado son desechadas. La consciencia purificada se manifiesta entonces en funciones corporales más normales.

El comprender la verdad acerca de Dios y el hombre es oración científica. Damos vigor, energía y vida a esta oración cuando laboramos activamente para dejar que las cualidades de Dios penetren nuestro pensamiento y dicten nuestras palabras y acciones.

A veces descubrimos que hemos orado con diligencia y que, no obstante, no hemos sanado. Quizás nos preguntemos qué más podemos hacer. Podemos rededicarnos a expresar, activamente y con mayor constancia, amor, sabiduría, pureza, honestidad y demás, hora por hora, minuto a minuto. De esta manera, expresamos mejor nuestra verdadera naturaleza y la sustancia del ser verdadero.

Después de esa caída en el porche, en la que me lesioné el tobillo, me puse a orar. Rechacé la evidencia material de un hueso dislocado y un tobillo doloroso. Vi que el problema no estaba realmente en la materia. Puesto que el cuerpo refleja el pensamiento, la curación debería resultar de la espiritualización de mi pensamiento, y de nada más. Utilicé una concordancia para buscar las palabras huesos y dislocación en las obras de la Sra. Eddy. Examiné la sustancia de mi pensamiento. Entonces la causa del problema salió a luz. Yo había sido obstinado y egoísta acerca de una situación que estaba enfrentando. Las cualidades de humildad y mansedumbre estaban fuera de lugar.

Al haber identificado la causa aparente, tenía que saber la realidad. Rechacé por completo la evidencia material y el razonamiento humano. Recurrí a Dios, la Mente divina, y comprendí que el hombre jamás está fuera de lugar. Y tampoco lo está ningún aspecto del ser verdadero del hombre, porque ninguna de las cualidades de Dios jamás está dislocada. Todas las cualidades de Dios están siempre presentes y están perfectamente mantenidas por la Mente divina.

Al vislumbrar la verdadera naturaleza de Dios y del hombre, la creencia falsa de que el hombre es un mortal egoísta y obstinado se desvaneció. Resolví aceptar las verdaderas cualidades de Dios en mi consciencia y dejar que ellas me gobernaran. En el momento en que tomé esta resolución mental (después de varios días de incapacidad y molestia) el hueso volvió a su lugar. El dolor cesó. La acción volvió a su normalidad. La verdad del ser había expulsado, en cierta medida, la creencia material en un hombre mortal con un ego y una voluntad mortales. Y esta corrección se manifestó en un cuerpo normal.

En la curación, es esencial comprender la naturaleza de Dios y del hombre y la unidad inseparable que existe entre ellos. Puesto que el cuerpo físico expresa una mentalidad material, el cuerpo sana cuando rechazamos la evidencia de la materia o de la enfermedad y reconocemos sólo la verdad acerca de Dios y del hombre. Cuando el pensamiento es transformado por la Verdad, el cuerpo sana.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / diciembre de 1986

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.