Hace varios años, cuando nuestras hijas eran pequeñas, mi esposo y yo trajimos a nuestro hogar a un familiar que era inválido y que no era Científico Cristiano. Comencé a sentirme muy agobiada por esta nueva responsabilidad. Más adelante, empecé a tener dificultad para respirar. Me sentía temerosa, especialmente de noche. Con frecuencia dormía poco, lo que me hacía sentir sin fuerzas.
Oré sobre este problema, y un practicista de la Ciencia Cristiana me ayudó por medio de la oración. Himnos del Himnario de la Ciencia Cristiana fueron muy valiosos durante ese tiempo. Los cantaba en voz alta o para mí misma, mientras hacía mis tareas diarias. Especialmente los Himnos 144, 218 y 402, fueron de gran consuelo.
La curación comenzó a llevarse a cabo a medida que comprendía la verdad que encierran estas palabras de San Pablo y de Jesús: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13), y “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:29, 30). La curación fue completa. Este familiar continuó bajo nuestro cuidado durante muchos años, y las lecciones que aprendí de esta experiencia sobre paciencia y abnegación continúan bendiciéndome.
Después de haber sido ama de casa durante varios años, decidí volver a trabajar. Pensé que ya era un poco grande de edad como para encontrar empleo en mi antigua profesión de maestra de jardín de infantes, de manera que tomé un curso de mecanografía comercial. Cuando lo terminé, traté de encontrar empleo en una oficina, pero sin éxito.
Dejé de lado todos mis planes humanos y estudié lo que dice la Sra. Eddy en Ciencia y Salud (pág. 454): “El Amor inspira el camino, lo ilumina, lo designa y va adelante en él”, y oré sobre este problema. Al poco tiempo, vi un aviso en el que solicitaban una maestra de jardín de infantes. Efectué las averiguaciones necesarias y, al cabo de unos días, fui contratada como maestra directora. De este modo comenzó la época más feliz que he tenido en mi experiencia profesional. Continué en esta escuela hasta que, años más tarde, mi esposo y yo nos mudamos a otro estado.
En cierta oportunidad, durante este período, tuve una gran inflamación en la garganta y me dolía mucho. Me era casi imposible hablar y tragar. Llamé a una practicista para que me ayudara por medio de la oración. Sus palabras hicieron que me diera cuenta del resentimiento que yo sentía hacia cierta persona. Comprendí que tenía que ver a esta persona en la verdad, como la idea pura y perfecta creada por Dios. A medida que hacía esto, la parte inflamada se abrió y comenzó a drenar, sin tener efectos posteriores. Estoy agradecida por esta curación y, más importante aún, por la lección que aprendí sobre purificar nuestros pensamientos acerca de nosotros mismos y de los demás.
Estas son sólo unas pocas de las muchas curaciones que he tenido en estos años. Estoy muy agradecida por el ejemplo que me dieron mis padres, quienes eran estudiantes devotos de la Ciencia Cristiana, también por tener un matrimonio feliz basado en la comprensión de la Ciencia divina, y por la instrucción en clase de Ciencia Cristiana.
North Port, Florida, E.U.A.
