Durante los años que estuve viajando en el exterior, aprendí a ver más allá de las imágenes estereotipadas de los diferentes países y de su gente. Existe una humanidad común que todos compartimos.
Sin embargo, no estaba preparado para los desafíos que tendría que enfrentar en uno de mis viajes. Como hombre de negocios, viajando en cierto país estuve expuesto a situaciones de opresión que el turista, en general, no ve. Aun en el país más pobre, siempre había encontrado un espíritu de lucha. Pero aquí parecía haber una desmoralización total. La atmósfera general de temor y represión me agobiaba y estaba muy deprimido. Oré en busca de una respuesta.
En Job leemos: “Ciertamente espíritu hay en el hombre, y el soplo del Omnipotente le hace que entienda“. Job 32:8. Y en 2 Corintios: “Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”. 2 Cor. 3:17. Estas declaraciones indican una libertad más fundamental que la libertad política, por valiosa que ésta sea; es una libertad a la cual todos tenemos acceso. Es la libertad de conocer a Dios directamente y de vivir en armonía con El. Esa libertad espiritual es apoyada por Dios.
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