Mi gratitud por la Ciencia Cristiana no tiene límite. Estoy muy agradecida por haber sido criada en una familia donde la aplicación de las enseñanzas de esta Ciencia maravillosa era nuestra forma de vida y por las innumerables bendiciones recibidas a través de mi compromiso con el movimiento de la Ciencia Cristiana.
Cuando estaba en cuarto grado, mi maestra se dio cuenta de que yo tenía dificultad para ver claramente las cosas a cierta distancia. Ella informó de esto a mis padres. Esa noche mis padres y yo discutimos la situación y oramos para ver que yo realmente era la hija perfecta y completa de Dios, ¡allí mismo! Trabajé específicamente con “la exposición científica del ser”, que se encuentra en la página 468 de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Después de eso, mi vista estaba perfectamente bien, pero yo tenía aún el temor de que algún día tendría que usar anteojos.
En séptimo grado nuevamente tuve problemas con la vista. Dije a mis padres que tenía dificultad para leer el pizarrón en la escuela y les pedí su ayuda mediante la oración. También llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara con su oración. Comencé a usar anteojos para ver bien en la escuela hasta que se efectuara la curación, pero nunca acepté los anteojos como una parte permanente de mí.
Estudié la definición de ojos, que se encuentra en el Glosario de Ciencia y Salud (pág. 586) donde dice: “Ojos. Discernimiento espiritual — no material, sino mental...” También puse especial atención a todas las referencias sobre ojos, vista, visión, y así sucesivamente, al leer y estudiar diariamente.
Con el correr de los años, tuve muchas curaciones por medio de la Ciencia Cristiana, y también seguí orando acerca de la vista. Me di cuenta de que lo que necesitaba era una mejor y más clara comprensión de la Verdad. Necesitaba comprender claramente que la verdad de mi ser perfecto como idea completa y espiritual de Dios era verdad en ese mismo momento, que siempre había sido verdad y siempre lo sería. Tenía que comprender que todos los hijos de Dios lo reflejan a El, son Su imagen y semejanza y que ninguna de Sus ideas puede dejar de expresar cualquiera de Sus cualidades divinas.
Dos pasajes de Ciencia y Salud me fueron especialmente útiles para desarrollar la verdadera percepción espiritual de mí misma. El primero fue: “La materia no puede ver, sentir, oír, gustar ni oler” (pág. 479), y el segundo: “Sólo la Mente posee todas las facultades, toda la percepción y comprensión” (pág. 488). Me di cuenta de que mi vista comenzaba a mejorar a medida que mi percepción espiritual era más clara.
Después de terminar la Escuela Dominical, tomé instrucción en clase de Ciencia Cristiana porque sentí que necesitaba obtener una comprensión más profunda de lo que estaba estudiando en la Ciencia. ¡Las dos semanas de instrucción en clase fueron tan alentadoras, inspiradoras y armoniosas! Durante este tiempo, un profundo estudio de la respuesta a la pregunta: “¿Qué es el hombre?” que comienza en la página 475 de Ciencia y Salud, me fue muy útil para comprender mejor mi verdadero ser y mi relación con nuestro Padre-Madre Dios. Obtuve un gran sentimiento de liberación cuando comprendí mejor todo lo que había estado leyendo durante todos esos años antes de tomar instrucción en clase. Cuando volví a casa descubrí que podía manejar durante el día ¡sin la ayuda de anteojos!
De allí en adelante, el progreso fue constante y ascendente a medida que trabajaba y oraba para hacer la voluntad de Dios, y permitir que El me guiara hacia donde pudiera expresar mejor Sus cualidades, escuchar Su guía y dejar de pensar en mí misma.
Después de haberme mudado a una nueva ciudad, me sentí guiada a pedir ayuda mediante la oración a un miembro de mi nueva iglesia filial. Brevemente le relaté el progreso que había experimentado, pero le dije que aún me sentía muy incómoda cuando manejaba de noche en esta ciudad desconocida. Cuando terminé, ella inmediatamente me dijo: “¿Por qué, querida? ¡No existe la noche allí!” (Ella se estaba refiriendo a la descripción del Apocalipsis de la ciudad santa que desciende de Dios fuera de los cielos. Un versículo dice [22:5]: “No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz de sol, porque Dios el Señor los iluminará”).
¡Esa era la verdad que yo necesitaba percibir! Mi amiga continuó asegurándome que no existe oscuridad, ni nada desconocido, para Dios, la Mente divina, que todo lo sabe, todo lo ve. Me recordó que, como Su imagen y semejanza, yo siempre reflejo Su luz; por lo tanto, dondequiera que yo esté hay luz.
Estoy muy agradecida porque puedo decir que después de esa llamada telefónica, ¡pude ver claramente al manejar de noche sin usar anteojos! Finalmente, estaba libre de la falsa creencia de que a una idea de Dios le pudiera faltar la vista o el bien de cualquier índole, o que esa idea pudiera perderlos, porque Dios es la fuente de todo bien y Su provisión es infinita.
¡La Ciencia Cristiana es verdaderamente la “perla preciosa”! Estoy muy agradecida por la libertad que obtenemos mediante el estudio y la aplicación de las enseñanzas de esta maravillosa Ciencia.
Phoenix, Arizona, E.U.A.