“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.. .”
Mateo 5:9
¿Alguna vez discutiste con tu papá? Yo sí.
Un día, lo estaba ayudando a pintar el frente de nuestra nueva casa, y accidentalmente pinté lo que no debía. Bueno, mi papá pensó que lo había hecho a propósito. Se enojó muchísimo conmigo y me mandó a mi dormitorio. Allí me puse a orar y comprendí que el error o los malos pensamientos no podían dominar la situación. Al orar a Dios, me di cuenta de que el hijo de Dios nunca podía estar enojado; sólo podía reflejar la bondad y serenidad de Dios. Durante toda esa tarde hasta que me fui a dormir, pensé en Dios y Su reflejo, que incluía tanto a mi papá como a mí. Al día siguiente mi papá estaba realmente contento. Le agradecí a Dios por hacer que mi papá estuviese contento.
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