Este artículo está basado en una charla que se dio en 1985 durante la reunión de las Organizaciones Universitarias de la Ciencia Cristiana, que se celebró en Boston. El tema de la reunión fue “La espiritualidad individual y el futuro de la humanidad”.
Todos estamos familiarizados con una declaración que aparece en la primera página de Ciencia y Salud: “Ha llegado la hora de los pensadores”.Ciencia y Salud, pág. vii. La Sra. Eddy por cierto no pretendió confinar la palabra pensadores a los “intelectuales”, aunque la vivacidad intelectual es ciertamente uno de los elementos del buen pensar. Entonces, ¿qué queremos decir con pensadores?
Demos una rápida y, necesidad, superficial mirada a la vida de la Sra. Eddy. Tal vez el cuadro mental que tenemos de ella sea como apareció en esa famosa fotografía del balcón tomada en 1903: una dama de cabello blanco, con una toca a la victoriana y una capita de armiño; una dulce, agradable y maternal persona. Poco hay en esa imagen que sugiera que uno está contemplando a uno de los más intrépidos pensadores de la historia, a alguien a quien podríamos llamar un revolucionario espiritual. ¿Cómo podemos relacionar el hecho de que esta mujer —cuya infancia se desarrolló en una granja, con una educación más bien informal— estuviera ahora pidiendo a miles de sus seguidores que dieran profunda consideración al interrogante que aparece cada cada seis meses en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana: “¿Evolucionó el universo, incluso el hombre, mediante fuerza atómica?” ¡Y esto fue algunos años antes de que surgiera la teoría de la relatividad, el quántum físico, la microbiología y la elección genética!
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