Igual que en el campo
no son meramente los grandes planes,
ni las semillas en sí mismas, ni los
vallados, ni las demarcaciones
lo que trae la abundancia;
es la siembra
y la cosecha.
Así, en nuestras oraciones,
no es la repetición,
ni las palabras en sí mismas, ni el
memorizar, ni el llevar cuenta del tiempo;
es el saber
y el vivir.