He sentido verdadero aprecio por la Ciencia Cristiana desde que era joven. Pero no fue hasta que dejé mi casa para ir a la universidad que realmente comencé a comprobar estas enseñanzas. Durante ese período, percibí cómo el estudio diario de la Ciencia Cristiana eleva y bendice nuestras vidas.
Aunque disfrutaba de los temas académicos en la universidad, me di cuenta de que mi verdadera meta —ya sea como estudiante o como participante de cualquier otra actividad— era aprender más sobre Dios y mi relación con El como Su expresión, y que lo más importante era demostrar lo que estaba aprendiendo.
Mientras estudiaba en la universidad, tuve que luchar durante varias semanas con un serio problema físico. La curación se produjo mediante la Ciencia Cristiana. Pero ocurrió cuando me faltaban unos pocos días para rendir un examen en uno de mis cursos. Estaba informado acerca de la fecha del examen, pero no había podido estudiar durante el período en que no me había sentido bien. De modo que comencé a preocuparme.
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