¿Recuerda usted la expresión: “Ojalá tuviera un tío rico?” Esta persona, no necesariamente un familiar, sería alguien a quien pudiésemos recurrir en momentos difíciles; alguien que nos diera la seguridad de saber que siempre está allí para ayudarnos a satisfacer todas nuestras necesidades. Durante una época en mi vida cuando nuestra familia atravesaba por problemas económicos, pensé: “¡Qué bueno sería tener un tío rico!” Mientras meditaba en esto y en sus posibilidades, de pronto me sentí muy agradecida.
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