He estado pensando acerca de la amistad. Acerca de Dios como Amor universal, y cómo estas dos ideas están relacionadas.
A primera vista, este tema parece un rompecabezas. Por un lado la gente tiene amigos, algunos más íntimos que otros por distintas razones. Mas por otro lado —y este es un punto importante— la Biblia nos dice que Dios es Amor y que El es el primero y el último, Ver 1 Juan 4:8; Apoc. 22:13. el Todo y el Unico. Si hay un Ser infinito, que es el Amor mismo, ¿cómo nos explicamos los billones de gente con amistades íntimas o no tan íntimas?
Creo que empecé a trabajar en este rompecabezas hace mucho tiempo. Como resultado de una experiencia que tuve en la escuela secundaria, algunas de las piezas comenzaron a encajar. Yo tenía una amiga muy íntima con quien pasaba mucho tiempo y me divertía mucho. De pronto, un día sentí que no podía soportar su compañía. Esto era ridículo. Aun la quería, pero todo lo que decía y hacía me irritaba. Me mantuve alejada pero era muy frustrante. No quería herirla, pero tampoco podía explicarle mis sentimientos. Por tanto, como Científica Cristiana, estudié la Biblia. También profundicé en lo que la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), Mary Baker Eddy, ha escrito sobre el amor. Y oré para saber cómo encarar esta situación.
La respuesta a mi oración parece una paradoja, pero una paradoja que, para mí, resuelve el rompecabezas del Amor y la amistad. Esta respuesta fue: para ser una mejor amiga y querer más a mi amiga, tenía que dejar de quererla como a una personalidad humana y, en cambio, amar su individualidad como reflejo perfecto de Dios, el hombre espiritual.
Pensemos en la manera que Cristo Jesús —nuestro ejemplo en todo— actuó como amigo. La Biblia nos dice que Jesús amaba a Lázaro. Ver Juan 11:1–44. Sin embargo, cuando supo que su amigo Lázaro había muerto, vio la situación como una oportunidad para glorificar a Dios y a Su Hijo. No debe haber sido fácil para Jesús dejar a un lado su sentido de relación personal; “se estremeció en espíritu y se conmovió”. Lloró, por eso la gente dijo: “Mirad cómo le amaba”. Y Jesús verdaderamente amaba a Lázaro, no sólo humanamente, sino como la idea espiritual y eterna de Dios. Este amor, esta comprensión de la naturaleza real del hombre, permitió a Jesús resucitar a Lázaro de la muerte. La Sra. Eddy escribe en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “Jesús restableció a Lázaro por comprender que Lázaro nunca había muerto, no por admitir que su cuerpo había muerto y luego vuelto a vivir. Si Jesús hubiera creído que Lázaro había vivido o muerto en su cuerpo, el Maestro hubiera estado en el mismo plano de creencia de aquellos que enterraron el cuerpo, y no hubiera podido resucitarlo”.Ciencia y Salud, pág. 75. Jesús debe de haberse elevado totalmente sobre el amor por su amigo como un mortal de agradable personalidad; él debe de haber amado al hombre perfecto de Dios. Este amor impersonal o espiritual sana por medio del poder del Amor, Dios.
Parece extraño decir que querer a un amigo dando menos atención a la personalidad humana realmente signifique amar más a ese amigo, pero esta fue la revelación que tuve al orar para comprender y expresar el Amor con más claridad y firmeza. Si yo quería a mi amiga simplemente como a una persona con ciertas características buenas, iba a sufrir las consecuencias de que a veces me desagradara por tener otras características no tan buenas, y mi amor fluctuaría. Pero si yo la amaba a ella —y a todos— como hija de Dios, espiritual y siempre perfecta, mi amor sería constante. Y así fue. Yo había sanado, pues dejé de sentirme irritada con ella. Veo tanto de bueno en ella; para mí, ella brilla en la luz del Cristo, reflejando “el resplandor de su gloria [de Dios], y la imagen misma de su sustancia”. Hebr. 1:3. Nuestra amistad sigue firme y segura hasta hoy. Pero también amo a los demás de la misma manera.
Estoy contenta de que esta relación haya sanado; pero aún más, estoy agradecida por haber comprendido lo que es la amistad, y esa comprensión es cada vez mayor. A medida que mi comprensión de Amor y el amor aumenta, la paradoja del sentido universal del amor contra el sentido personal del amor, desaparece.
Algunas personas podrían decir que el amor que no toma en consideración la personalidad humana, es frío. ¡Pero, no lo es! Es cálido. Hace de cada uno de nosotros un mejor amigo porque somos más consecuentes. Es imposible no amar y apreciar al reflejo perfecto de Dios; por tanto, nos volvemos amigos más confiables, agradecidos, felices, en lugar de amigos cuya relación se interrumpe y se reanuda, o sufre altibajos. Esto hace nuestra vida más feliz, también, porque no sufrimos esos altibajos que harían sufrir a nuestros amigos. Nos sentimos más en calma y en paz.
Hace poco, alguien me trató muy bruscamente sin ningún motivo. Pero en vez de llorar, enojarme o tratar de imaginarme por qué, inmediatamente pensé: “Esto no puede afectarme; no tiene ni origen ni sustancia y no forma parte de este buen hijo de Dios”. No reaccioné, ni se lo conté a nadie, sino que seguí amando a esa persona, quien, más tarde, inesperadamente hizo algo bondadoso por mí y por otros. El amar espiritualmente nos ayudó a ambas, y también a otros.
El amor espiritual e imparcial ayuda de otra manera importante. La personalidad posesiva y los celos a menudo van asociados con amistades basadas en la personalidad humana. Tener estos sentimientos es algo miserable y hace a quien es objeto de los mismos igualmente miserable. Pero, cuando amamos sin centrar nuestro afecto en una personalidad mortal, tales sentimientos no forman parte de nuestras relaciones.
Cuando estaba en la universidad, apreciaba mucho a una querida amiga, en gran parte por la manera en que ella expresaba el Amor universal; era sinceramente amable con todos. Por un tiempo, esto me molestó porque yo deseaba que me tratara en forma un poco diferente, es decir, mejor, puesto que éramos amigas íntimas. Pero pronto comprendí que era la misma universalidad de su amor lo que hacía de ella tan buena amiga. El amor en la amistad es, en cierto sentido, como la llama de una vela. Si uno rodea la llama para cubrirla de tal forma que sólo él o ella puedan verla, da una luz tenue y poco calor hasta que se apaga completamente. Pero, si uno la deja al aire libre, la llama se eleva, da una luz más resplandeciente y cálida para todos. De igual modo, si uno es de carácter posesivo y celoso del cariño de un amigo, ese cariño se debilitará y se asfixiará; y, si bien otros no lo tendrán, finalmente tampoco lo tendrá uno mismo. Pero si uno reconoce y aprecia el bien en los demás, todos lo verán; y esto ayudará a todos, incluso a uno mismo. De ahí que el amor espiritual universal por los amigos bendiga a todos. Deberíamos ser como esa llama, alta y firme, dando calor e iluminando la vida de todos por igual.
Sin embargo, el amar la bondad espiritual en los demás es eficiente y práctico y no reside en la lógica humana, sino en la ley del Principio todopoderoso, el Amor. Dios es el Amor universal, y el hombre es Su reflejo. De modo que el hombre expresa e incorpora el amor universal. Es nuestra naturaleza porque es el carácter de Dios, el Amor. La ley de Dios es la única ley; por lo tanto, el Amor es el Principio del universo y debe ser demostrado y vivido.
“Una Regla para móviles y actos” del Manual de La Iglesia Madre por la Sra. Eddy, refleja esta ley. Dice en parte: “Ni la animadversión ni el mero afecto personal deben impulsar los móviles o actos de los miembros de La Iglesia Madre. En la Ciencia, sólo el Amor divino gobierna al hombre, y el Científico Cristiano refleja la dulce amenidad del Amor al reprender el pecado, al expresar verdadera confraternidad, caridad y perdón”.Man., Art. VIII, Sección 1. Aquí está la clave para amar espiritualmente, dejando que la ley del Amor divino nos gobierne.
Puesto que el amor universal es la ley de Dios —Su voluntad para el hombre— debemos vivir ese amor ahora. Algunos quizás reconozcan que el Amor inefable es la realidad, pero piensen que es algo que podremos demostrar sólo más adelante, cuando seamos “más espirituales”. Pero amar a otros —aun a nuestros amigos íntimos— sin parcialidad, es ser espirituales ahora. La Sra. Eddy escribe: “Impersonalizar científicamente el sentido material de la existencia —en vez de aferrarse a la personalidad— es la lección de hoy”.Escritos Misceláneos, pág. 310. Y aunque la naturaleza humana considere semejante impersonalización como algo que no es natural, es realmente lo más natural que podemos hacer porque el amor universal es nuestra naturaleza; ahora mismo y siempre, somos la expresión individual del Amor universal mismo.