No Tengo Palabras para expresar mi gratitud por Cristo Jesús, nuestro Mostrador del camino, y por la Sra. Eddy, quien descubrió la Ciencia Cristiana y fundó la Iglesia de Cristo, Científico, “... la cual habría de restablecer el Cristianismo primitivo y su perdido elemento de curación” (Manual de La Iglesia Madre).
Hace aproximadamente veinte años, yo vivía con mi esposa y nuestros tres hijos en una finca rural en el estado de Oklahoma, E.U.A. Un día, los niños me pidieron que los ayudara a construir una casa en un árbol en el parque. Mientras trabajaba en este proyecto, me caí de espaldas sobre una tabla que había descartado y que tenía algunos clavos oxidados que sobresalían. Tres de estos clavos se me clavaron en la pantorrilla.
Quité los clavos de la pierna y les dije a los niños que todo estaba bien. Luego oré en silencio. Simplemente supe que nunca podía estar separado de Dios, la Vida. También oré para comprender que el Espíritu divino, el Amor, está siempre presente, todo lo sabe, es todopoderoso, y tiene al hombre por siempre a su cuidado.
Continuamos con nuestro proyecto. Los niños pasaron un momento agradable construyendo su casa en el árbol, pero a medida que el día declinaba, me dolía mucho la pierna. Me di cuenta de que necesitaba más ayuda. Por lo tanto, llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me diera tratamiento a través de la oración. Era evidente que tenía que superar el gran temor que había en mi pensamiento provocado por la creencia de que una herida producida por un clavo oxidado puede producir otros peligros. Pero yo comprendí que ésta era una oportunidad para demostrar que Dios es la Vida del hombre.
A la mañana siguiente, casi no podía usar la pierna. Mientras oraba sobre la situación, tomé la determinación de que nunca aceptaría la idea de que la enfermedad o la muerte tiene algún poder sobre el hombre, el reflejo espiritual, o imagen, de la Vida omnipotente, Dios. En ese momento, me vino el pensamiento sanador: “Dios es tu Vida ahora, y tú nunca estás fuera de Su presencia”. El temor simplemente desapareció y sané rápidamente poco después.
Estoy agradecido por muchas otras curaciones, entre ellas dolores de cabeza, muelas del juicio dolorosas, y de irritación provocada por una hiedra venenosa. Se superaron las dificultades financieras, y encontré un buen empleo.
Estoy muy agradecido por la joven que me dio a conocer esta religión sanadora, y luego se convirtió en mi esposa. También aprecio especialmente las eficaces oraciones de los practicistas a quienes he llamado cuando fue necesario. “La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago).
Elsah, Illinois, E.U.A.
Es con alegría y gratitud que verifico la curación de las heridas de mi marido. Recuerdo con claridad que la dificultad física desapareció rápidamente después de que él tuvo un despertar espiritual en su pensamiento como resultado de su oración. Su trabajo en la Ciencia Cristiana ha sido diligente y perceptivo a través de los años. El fue una influencia sumamente importante para nuestros hijos a medida que fueron creciendo.