Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Puesto Que Creci asistiendo...

Del número de febrero de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Puesto Que Creci asistiendo a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, recurría naturalmente a la oración para la curación de todos los aspectos de mi vida. Cuando salí de Argentina, mi tierra natal, con el propósito de estudiar en una universidad de los Estados Unidos, me hice miembro de La Iglesia Madre y tomé instrucción en clase de la Ciencia Cristiana. Años más tarde me casé y tuvimos dos hijos. Aunque mi esposo no era Científico Cristiano, los dos niños asistieron a la Escuela Dominical mientras crecían y tuvieron muchas curaciones.

Cuando llevábamos unos años de casados, luché con un serio problema físico. Le pedí ayuda a un practicista de la Ciencia Cristiana, pero cuando la condición empeoró, me llevaron a un hospital para recibir tratamiento médico a insistencia de mi esposo. Con el tiempo me recuperé. Pero cuando regresé a casa me sentí muy confundida sobre lo que había pasado. Luego renuncié como miembro de una iglesia filial de la Ciencia Cristiana, y terminé por abandonar la Ciencia Cristiana por aproximadamente dieciocho años.

Mientras tanto mi esposo y yo nos divorciamos. Regresé a la universidad para cursar estudios de graduados y más tarde me casé de nuevo. Mi segundo esposo era una persona muy amorosa, gentil y comprensiva que me dio libertad total para vivir mi vida como yo quisiera. Años más tarde cuando me encontré enfrentando un severo problema intestinal, decidí regresar a la Ciencia Cristiana.

Dos médicos me habían examinado y determinado que la condición ponía en peligro mi vida y que, por lo tanto, necesitaba atención inmediata. Fue en ese momento que decidí confiar totalmente en Dios para mi curación y llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana para iniciar tratamiento a través de la oración. Comencé un estudio consagrado de la Biblia y de las obras de Mary Baker Eddy. Hubo una mejoría inmediata, y meses más tarde me di cuenta de que la condición había sanado completamente.

Algún tiempo después de esto, me encontraba en una ciudad cercana. Al pasar por el escaparate de una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana, me atrajo el amor y el cuidado que sentí expresado allí. Había pasado por ese escaparate muchas veces, pero siempre estaba muy ocupada para poder entrar y me decía: “Uno de estos días entraré y estudiaré”. Ese día llegó. Continué visitando la Sala de Lectura, y luego me hice miembro de esa iglesia filial, a la cual pertenezco actualmente. Dios me había vuelto al mismo punto de partida.

Hace poco, cuando mi querido esposo falleció, los miembros de mi iglesia filial me brindaron mucho apoyo y afecto. Con la ayuda de un practicista devoto, el estudio diario de la lección bíblica y de las obras de la Sra. Eddy, y la participación activa en mi iglesia filial, no hubo período de dolor por la pérdida.

Siento que estoy empezando a experimentar verdadero regocijo, satisfacción y algo de esa “paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento”. También siento gratitud sin límite por las muchas curaciones y bendiciones en todos los aspectos de mi vida, que he recibido a través del estudio de la Ciencia Cristiana.


Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / febrero de 1993

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.