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El sacramento es mucho más que una ceremonia

Del número de abril de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mucha Gente Estara de acuerdo en que el sacramento es una ceremonia religiosa que los seguidores de Cristo Jesús observan para conmemorar la relación especial que tienen con Dios por medio del Cristo. Significa la ratificación de la obligación que tienen con Dios y simboliza que están separados de las cosas del mundo al obedecer los preceptos de Dios. Y, a su vez, conmemora los sacrificios que hizo el Maestro para demostrar lo que es Dios, nuestra eterna relación con El, y el significado que esto tiene para nosotros.

En una carta a los Corintios, Pablo compara el sacramento con el paso de los hijos de Israel a través del desierto y el Mar Rojo, como lo relata el Antiguo Testamento. Pablo escribe: “No quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar;.. . y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo”. 1 Cor. 10:1, 4.

Aquí vemos que Pablo reconoce la preexistencia de Cristo, porque él claramente dice que la Roca era Cristo. En otras palabras, que el poder y presencia divinos que guiaron, protegieron y sustentaron a los israelitas, era el Cristo eterno, la Verdad, que estaba en operación en la tierra aun antes de que Jesús se manifestara humanamente y continúa a través de los siglos. Jesús confirma también esta verdad en su declaración: “Antes que Abraham fuese, yo soy”. Juan 8:58.

Podríamos decir que el paso de los israelitas a través del Mar Rojo representaba el hecho de que ellos se separaban de su antigua manera de vivir en cautiverio, y asumían el compromiso de dejarse guiar por Moisés quien les estaba brindando una nueva manera de vivir en libertad. Y, si bien literalmente eran seguidores de Moisés, en realidad, eran seguidores del Cristo, la Verdad, el poder sobre el cual estaban fundadas las obras de Moisés.

La roca de la cual brotó el agua sirvió de prueba visible de la Roca omnipresente que estuvo con los hijos de Israel a través de su jornada por el desierto. Pablo compara el maná y el agua que brotó de la roca con el cuerpo (el pan espiritual, o sustancia verdadera) y la sangre (la bebida espiritual, o sustento verdadero) de Cristo.

Por cierto que Cristo Jesús se refirió a sí mismo como el pan de vida. El vio que su mensaje de que el Espíritu, Dios, es nuestro padre y de que el hombre es el linaje espiritualmente perfecto de Dios, era práctico. Su mensaje sustentaría al hombre. Era el “pan de vida”, la verdad que Jesús enseñó y demostró, el cual proveyó el sustento a la consciencia hambrienta de justicia, purificando y sanando así a aquellos que creyeron (véase Juan 6:31–35).

Aun cuando la ley de progreso que Dios tiene para el hombre había abierto un sendero a través del Mar Rojo y eliminado los elementos destructivos que hubieran querido detener el progreso de los israelitas o trastornar su libertad, y aun cuando el Cristo los había alimentado con maná y hecho brotar agua de la roca, no obstante, la mayor parte de los israelitas de la primera generación perecieron en el desierto. No pudieron aceptar la plena responsabilidad de asumir el compromiso de llevar una nueva vida de libertad, sino que cambiaron una forma de esclavitud por otra: el pecado de adorar a ídolos. Aun cuando habían sido testigos del bondadoso cuidado del Padre a través de su jornada, una y otra vez renunciaron a las obligaciones que iban unidas al elevado llamado que tenían como pueblo elegido, y cayeron en la idolatría.

En su carta a los Corintios, Pablo usó el destino de los israelitas como ejemplo, comparando las tentaciones de los israelitas con las que enfrentaron los cristianos en Corinto. Les advirtió acerca de la responsabilidad que tenían como los elegidos de sus días, de tener autodisciplina y de estar deseosos de alcanzar la meta de asemejarse al Cristo.

Si bien, en el Antiguo Testamento, se hacían sacrificios carnales en observancia de ceremonias religiosas, el cristianismo guió a la gente a sacrificar el mal y la manera impía de pensar, llevándolos así hacia ideales más elevados y logros más espirituales.

Los “escogidos” de hoy en día son seguidores de Cristo que luchan contra el pecado dentro de ellos mismos y se esfuerzan por hacer la voluntad de Dios. Estos son aquellos a quienes Jesús se refirió como su familia verdadera: el linaje de esa Roca que sostuvo plenamente a los israelitas en su paso a través de la duda y el temor hacia la Tierra Prometida de paz y armonía, donde la Verdad y el Amor reinan supremos. Al hablar de este pasaje hacia el reino de Dios dentro de la consciencia espiritual, la Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “Así como los hijos de Israel fueron guiados triunfalmente a través del Mar Rojo, el oscuro flujo y reflujo del temor humano — así como fueron conducidos a través del desierto, caminando cansados por el gran yermo de las esperanzas humanas, en espera del goce prometido— así la idea espiritual guiará todos los deseos justos en su jornada de los sentidos al Alma, de un concepto material de la existencia al espiritual, hasta alcanzar la gloria preparada para los que aman a Dios”.Ciencia y Salud, pág. 566.

Aquí vemos que el sacramento es mucho más que una ceremonia en que se usa pan y vino. La Ciencia Cristiana define el verdadero sacramento como la demostración de Emanuel, “Dios con nosotros”.

La demostración más elevada que hizo Jesús de su unidad con Dios fue su propia resurrección por encima de los reclamos de la mortalidad, y su ascensión final por encima de todas las pretensiones de la atracción de la materialidad, ascensión en la cual la forma corpórea del hombre Jesús desapareció de la vista humana. Aun cuando no podamos demostrar totalmente en esta vida que la muerte no tiene poder, sí tenemos la obligación de demostrar al Cristo, la Verdad — el pan y agua espirituales— a medida que lo recibamos. Si con diligencia y fervor procuramos tener esa misma consciencia de la presencia y poder de Dios que tuvo nuestro Maestro, Dios apoyará este deseo justo, que es oración verdadera.

El dejarnos inducir a desviar la atención de nuestro trabajo espiritual, significa caer en la misma trampa en que cayeron los israelitas y renunciar a nuestra responsabilidad de responder a nuestro elevado llamado como hijos de Dios. Todo lo que hagamos debe tener un propósito: glorificar a Dios y desarrollar el carácter cristiano.

Al referirse al sacramento espiritual en un discurso de comunión que se halla en The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, la Sra. Eddy dijo a sus seguidores: “Amados, aquello que purifica los afectos también los fortalece, ahuyenta el temor, domina el pecado, y dota de poder divino; aquello que perfecciona el carácter, al mismo tiempo humildes, eleva y gobierna al hombre, y la obediencia le da valor, devoción y realización. Por esta hora, por este período, por este sacramento, sacrificio y ascensión espirituales, nos unimos al dar gracias. Por el cuerpo de Cristo, por la vida que conmemoramos y deseamos emular, por el pan del cielo del cual si el hombre come 'vivirá para siempre’, por la copa roja de amable restitución, redención e inspiración, damos gracias”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 131.

Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo,
para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo,
y para bendecir toda obra de tus manos.

Deuteronomio 28:12

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