Mi Madre Me contó que mi primera curación ocurrió cuando yo era una pequeña bebé. Yo no me había dado cuenta, hasta que hace poco ella me volvió a contar la historia de que le debo mi vida a la Ciencia Cristiana.
Cuando yo tenía cerca de cinco meses de edad, sufrí de un severo ataque de tos ferina. Mi madre pidió ayuda a una practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por mí. Por medio de la convicción que tenía la practicista del amor y cuidado que Dios tiene por Sus hijos, los temores de mi madre se calmaron, y la tos cesó. Sin embargo, después de esto no comía en forma adecuada, y por varios días no tomé absolutamente nada de alimento. Mi padre expresó su preocupación e insistió que mi madre me llevara a un pediatra. Cuando el especialista me vio, le dijo a mi madre el nombre de la enfermedad que había sufrido y se maravilló de que yo hubiera sobrevivido a la misma. Entonces prescribió una complicada dieta para mí y recomendó un método para administrarme alimentación artificial.
Después de que mi madre regresó a casa, esta declaración de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy vino a su mente: “La parte vital, el corazón y el alma de la Ciencia Cristiana, es el Amor”. Ella se había dado cuenta claramente de que Dios es la vida del hombre, y que era el Amor divino el que me había sostenido. También, ella estaba segura de que ese Amor aún me sustentaría. Ella decidió no aceptar la dieta y la alimentación artificial. Esa noche tomé un poco de leche, y a la mañana siguiente, yo estaba completamente sana, y comía normalmente otra vez.
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