Muchos Relatos Llegan a nuestros oídos que hablan sobre la discordia entre los miembros de La Iglesia de Cristo, Científico, conflictos dentro de las iglesias filiales, algunos debidos a la desaprobación de algunas decisiones tomadas por los dignatarios de La Iglesia Madre. Solo se requiere de un conocimiento superficial de la Biblia para que estas palabras del libro de Santiago hagan eco en el pensamiento: “Hermanos míos, esto no debe ser así”. Sant. 3:10.
Al hablar con diferentes personas, unas opinan que la razón es el “libro de Knapp”, la “Junta Directiva”, la mala administración financiera, los disidentes, los miembros desleales, la venganza, etc. Puede agregar a la lista todo lo que usted oiga.
¿Qué sucedería si seguimos el consejo de Mary Baker Eddy y llamamos a la discordia magnetismo animal? (La Sra. Eddy define que el magnetismo animal es el nombre de la mente mortal o mal, término que describe todo lo que resulta en desunión, mala voluntad, odio, enojo, disensiones, obstinación.) ¿Sería diferente su oración, su tratamiento en la Ciencia Cristiana para restablecer la salud de la Iglesia si empezara por llamar a la dificultad magnetismo animal? Los Científicos Cristianos encuentran que este paso metafísico libera a su trabajo de las engañosas influencias de la personalidad, la diferencia de opiniones, la voluntad humana, el temor, el fariseísmo. Este paso pone al descubierto la influencia malvada que enfrentaría a hermanos y hermanas, unos contra otros.
Las personas buenas que tienen buenas intenciones, y que se guían por sus oraciones, están preocupadas con toda razón cuando se encuentran en un diferente ángulo del asunto. Muchos están preocupados cuando aquellos a quienes han respetado parecen tener opiniones contrarias a lo que parece correcto. Estas circunstancias nos ayudan a considerar la investigación que hizo la Sra. Eddy de los tipos de magnetismo animal. Ella nos instruye que nunca debemos comparar el mal con las personas porque el mal nunca es una persona. Lo identifica como una influencia engañosa y mesmérica que roba nuestra paz, distorsiona nuestra percepción de las cosas, enciende nuestras emociones, y/o nos convence de la supuesta realidad del mal. Si no se controla, nos puede guiar a hacer mal cuando uno piensa que está haciendo el bien.
En un artículo que trata este asunto en particular, “Caminos que son vanos”, la Sra. Eddy observa: “Los frutos naturales de la curación por la Mente en la Ciencia Cristiana son la armonía, el amor fraternal, el crecimiento espiritual y la actividad”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 213. Luego explica cómo trabajan los indicadores del magnetismo animal. Continúa: “El propósito malicioso del poder mental pervertido, o magnetismo animal, es paralizar el bien y dar actividad al mal. Origina facciones y engendra envidia y odio, pero como la actividad no es de ninguna manera un derecho del mal y sus emisarios, no deberían ser alentados a actuar. Debido a que esta época está maldecida por un rencoroso y emboscado enemigo del bienestar humano, aquellos que son los más sinceros amigos de la humanidad, y escrupulosos en su deseo de hacer lo justo y de vivir vidas puras y cristianas, deberían ser más celosos en hacer el bien, estar más alertas y vigilantes”.Ibid., pág. 213.
Si no se pone al descubierto el magnetismo animal, puede hacer que la vida sea miserable. Pero cuando se pone al descubierto, se demuestra que no tiene poder, porque su nombre significa “mentiroso”. Conociendo esto, el practicista de la Ciencia Cristiana es impulsado a reexaminar la escena, a buscar la verdad, los hechos revelados por Cristo.
Ahora alguien puede decir: “Me opongo a cualquier insinuación de que estoy influido por el magnetismo animal”. No estamos tratando de sacar una paja de los ojos de nadie, ya que puede haber una viga en los nuestros. Pero cuando los indicadores del magnetismo animal — facciones, mala voluntad, enojo y discordia entre hermanos— son evidentes, es inteligente buscar el consejo de la Sra. Eddy. Ella enseña que es importante reconocer los síntomas del magnetismo animal. Sus instrucciones nos ayudan a identificarlo, detectarlo y, de ese modo, saber cómo debemos manejarlo. Es decir, que debemos ser tan persistentes y consecuentes para hospedar en nuestro corazón al Cristo, la Verdad, que el magnetismo animal ya no nos afecte. Al liberarnos de esta influencia, nuestras oraciones y acciones son más eficaces, y vemos los frutos a los que se refiere la Sra. Eddy como “la armonía, el amor fraternal, el crecimiento espiritual y la actividad”.
Podemos estar muy seguros en nuestro corazón de lo que humanamente debe ocurrir para lograr este fin. Pero esa determinación humana en realidad hace más difícil la oración científica. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “Pero el yo humano debe evangelizarse. Dios exige que aceptemos esa tarea con amor hoy mismo y que abandonemos lo material tan pronto como sea posible, y nos ocupemos en lo espiritual, lo cual determina lo exterior y verdadero”.Ciencia y Salud, pág. 254. Nótese la última parte, “nos ocupemos en lo espiritual, lo cual determina lo exterior y verdadero”. Eso requiere de una confianza radical e incondicional en Dios. Esa es la esencia de la práctica de la Ciencia Cristiana. Reconoce y afirma el poder y fuerza supremos del Espíritu, Dios, que todo lo gobierna.
Si nuestro trabajo niega de manera eficaz el papel causativo del magnetismo animal, lo elimina como un poder, una influencia, presencia o un estado consciente, y destruye su capacidad de trabajar en secreto y oculto, entonces contemplamos la naturaleza de “lo exterior y verdadero” de Dios. Nuestra experiencia humana se pondrá en conformidad con la idea divina. Si ponemos al descubierto el odio que el magnetismo animal siente por nuestra Guía, Mary Baker Eddy, y su demostración de Iglesia, y vemos que es obvio que el magnetismo animal no tiene poder, experimentaremos la ley de Dios que todo lo ajusta. La manipulación humana — la tentación incitada por el magnetismo animal— parece bastante insignificante en contraste con la reforma, el gobierno, la corrección, el mantenimiento y el control del poder de Dios.
Alguien puede afirmar: “Mis acciones son impulsadas por la oración”. Eso es bueno. Sería aún mejor si a través del tratamiento de la Ciencia Cristiana quitáramos toda influencia del magnetismo animal de nuestra consciencia. Esto es lo que la Sra. Eddy nos enseña que hagamos. Entonces nuestros pensamientos y acciones nos liberarán de los elementos engañosos del resentimiento, el enojo, la obstinación, todo aquello que nos hace sentir emocionalmente impulsados a hacer algo. Al cortar el magnetismo animal de raíz, uno siente una sensación de renovación, de libertad y dominio, un sentido de gozo acompañado de la convicción del inevitable triunfo del bien.
Cada miembro de esta iglesia ha conocido el poder irresistible de la oración y el efecto de la acción impulsada por la oración, que corrige, armoniza y sana. Estas lecciones no siempre nos han llegado fácilmente. ¿Quién de nosotros no se ha tenido que enfrentar con una votación en su experiencia en la iglesia que ha sido totalmente contraria a su más alto sentido de lo que es correcto? Es una cruz, en algunas ocasiones muy pesada. Pero cuando uno sigue humildemente los pasos de nuestro Maestro, sabiendo que nuestra cruz es más liviana comparada con la de él, y por medio de la oración, finalmente logra un sentido más elevado de la ley divina y del ser, entonces la cruz se convertirá en una corona: la prueba de que la idea de Dios es inmortal e inalterable. Y nuestra resurrección se regocija en el conocimiento de Dios y Su Cristo.
La Sra. Eddy, al describir su Iglesia, escribe: “La Primera Iglesia de Cristo, Cientifico, en Boston, Mass., está destinada a ser edificada sobre la Roca, el Cristo; o sea la comprensión y demostración de la Verdad, la Vida y el Amor divinos, sanando y salvando al mundo del pecado y de la muerte; para así reflejar, en cierto grado, la Iglesia Universal y Triunfante”.Manual de La Iglesia Madre, pág. 19. En la Biblia y en los escritos de la Sra. Eddy tenemos exactamente lo que necesitamos para elevarnos y liberarnos de los reclamos del magnetismo animal y así poder comprender con mayor amplitud la Iglesia que nuestra Guía previó.
