Mi abuela vino de visita y me preguntó que quería ser yo cuando fuera grande. Yo le dije: “Una practicista de la Ciencia Cristiana como tú”. (Esto significa que ella ayudaba a la gente a través de la oración, cuando se lo pedían. Ella entendía cómo sana la oración y su nombre fue registrado en The Christian Science Journal.) La abuela sonrió y dijo que yo no tenía necesidad de esperar a ser grande para empezar a aprender a ser una practicista de la Ciencia Cristiana. Ella dijo: “Comienza ahora mismo”.
Debí parecer sorprendida, porque ella me pidió que trajera mis “libros”, (quería decir la Biblia y Ciencia y Salud por la Sra. Eddy; yo tenía mi propio juego rojo de libros, en inglés). Se los di y ella me mostró el sello de la Cruz y la Corona en la tapa de Ciencia y Salud, y alrededor escritas las palabras que dijo Jesús: “Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios” (véase Mateo 10:8). Entonces me mostró un lugar en Ciencia y Salud donde la Sra. Eddy dice que los niños también pueden sanar (véase pág. 37:23–27).
— Lo que tú sabes de Dios ahora es suficiente para sanar, — me dijo—. Pero debes saberlo, no solo decirlo. Un eco repite las palabras, pero tú debes entender lo que las palabras significan en verdad, y eso es lo que sana. Entonces me preguntó: —¿Qué sabes tú acerca de Dios?
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!