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No un eco

Del número de abril de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mi abuela vino de visita y me preguntó que quería ser yo cuando fuera grande. Yo le dije: “Una practicista de la Ciencia Cristiana como tú”. (Esto significa que ella ayudaba a la gente a través de la oración, cuando se lo pedían. Ella entendía cómo sana la oración y su nombre fue registrado en The Christian Science Journal.) La abuela sonrió y dijo que yo no tenía necesidad de esperar a ser grande para empezar a aprender a ser una practicista de la Ciencia Cristiana. Ella dijo: “Comienza ahora mismo”.

Debí parecer sorprendida, porque ella me pidió que trajera mis “libros”, (quería decir la Biblia y Ciencia y Salud por la Sra. Eddy; yo tenía mi propio juego rojo de libros, en inglés). Se los di y ella me mostró el sello de la Cruz y la Corona en la tapa de Ciencia y Salud, y alrededor escritas las palabras que dijo Jesús: “Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios” (véase Mateo 10:8). Entonces me mostró un lugar en Ciencia y Salud donde la Sra. Eddy dice que los niños también pueden sanar (véase pág. 37:23–27).

— Lo que tú sabes de Dios ahora es suficiente para sanar, — me dijo—. Pero debes saberlo, no solo decirlo. Un eco repite las palabras, pero tú debes entender lo que las palabras significan en verdad, y eso es lo que sana. Entonces me preguntó: —¿Qué sabes tú acerca de Dios?

Eso era fácil. — Bueno, El es Amor, y yo lo sé. (Eso fue lo primero que aprendí en la Escuela Dominical.) Y El está en todas partes—. Yo podía seguir y seguir, pero la abuela me interrumpió.

— Hasta eso es suficiente para sanar, tan poderoso es Dios—, me dijo mi abuela—. Pero tú debes saberlo, no solo hacerte eco de las palabras. Piensa lo que significa esto para ti. Piensa en eso todo el tiempo, y deja que la forma en que actúas muestre que sabes que Dios es todopoderoso y serás una buena sanadora. No tan solo un eco.

Aquella noche, antes de acostarme, jugué a la Escuela Dominical. Puse a todas mis muñecas a mi alrededor sobre el piso, y les mostré el sello de la Cruz y la Corona que está en Ciencia y Salud. Les hablé de todas las cosas que la abuela me había dicho sobre el amor y el cuidado que Dios tiene por toda Su creación, y que ellas nunca podrían encontrarse en algún problema donde Dios no estuviera con ellas para ayudarlas.

—¡Así que — les dije—, si alguna vez se sienten con miedo, enfermas, tristes, nerviosas o preocupadas, deténganse en ese momento y sepan que el amor de Dios por ustedes es mucho más grande que esos sentimientos! Y cuando ustedes aman y confían en Dios, más que en ninguna otra cosa, y comprenden que El hizo a todos Sus hijos buenos y perfectos como El, entonces nunca más se sentirán asustadas, enfermas o mal. Porque cuando uno sabe lo que es realmente cierto, se produce la curación. Recuerden que no son ecos. Son sanadoras. Mamá me escuchó y, cuando más tarde me arropó, me dijo que yo era una pequeña y buena practicista de la Ciencia Cristiana.

Pero unos días después, cuando estaba en la escuela, me sentí muy enferma y mi maestra me envió a la enfermería. La enfermera llamó a mi mamá para que viniera y me llevara a casa. Le oí decirle a mamá que yo tenía escarlatina.

¡Esta era mi gran oportunidad para sanar! Durante todo el camino a casa, mamá me cantó un himno sobre la “gentil presencia” de Dios. (Era el Himno N.° 207 del Himnario de la Ciencia Cristiana, y las palabras fueron escritas por la Sra. Eddy.) Al llegar a casa, me metí en la cama con mi Biblia y Ciencia y Salud y traté de sentirme rodeada de la “gentil presencia” de Dios, pero parecía que no podía lograrlo. Mi abuela vino a visitarme y me dio un fuerte abrazo, pero yo simplemente me eché a llorar. — Yo pensé que conocía a Dios, pero tan solo soy un eco — le dije—.

— Oh, no, tú no eres tan solo un eco — me respondió con firmeza—. ¡Tú eres la hija de Dios! ¡Tú entiendes a Dios! Este es uno de esos momentos en los que necesitas saber que tú Lo entiendes. Ella me explicó: — Tú puedes entender a Dios porque El es la Mente divina y está justo aquí, dándote cada pensamiento que precisas, consolándote y haciéndote fuerte. Mi abuela estaba siempre muy segura del amor de Dios y se manifestaba en su rostro, en su voz y en todo su aspecto. Entonces yo también sentí el amor de Dios y esto me consoló.

— Tú tienes la autoridad de Dios para conocerlo a El — me dijo la abuela—. Dios te ha dado todas las verdades que has aprendido de El en la Biblia, que El está aquí ahora, que El es todopoderoso y todo el bien. La verdad de Dios sana. Y todo lo demás es una mentira y no tiene ningún poder.

Antes de irse, mi abuela me enseñó este versículo de la Biblia: “Dios está en medio de ella; no será conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana”. Salmos 46:5.

Ella me dijo: — Esta es la promesa de Dios, para ti, aquí y ahora. Dios te está ayudando a saber que El te hizo perfecta y buena para siempre. Entonces me dio un suave apretón en la mano y dijo: — Piensa en esto.

Y así lo hice. Esto me hizo sentir firme y feliz de saber que Dios está siempre justo donde yo estoy. Así que no podía ser “conmovida”, olvidando Su amor. Y “al clarear la mañana”, significaba “ahora” para mí. Recuerdo que me dormí pensando en el amoroso cuidado que Dios tiene por todos Sus hijos.

A la mañana siguiente, estaba completamente bien y lista para ir a la escuela. Pero mamá me explicó que yo debía permanecer en casa, puesto que la ley establece que no debía ir a la escuela por unos días a causa de esa enfermedad. De modo que aunque ya no estaba enferma, obedecimos la ley y me quedé en casa. Mi maestra me envió la tarea a casa, y la hice. Mamá y yo hicimos galletas y hablé por teléfono con mi amiga Janice cuando volvió de la escuela.

Y yo jugué con mis muñecas a la Escuela Dominical. Y esto es lo que les dije: — Aprendí algo importante sobre la curación. A veces cuando uno necesita y desea mucho saber que Dios es Todo, estas pueden parecer sólo palabras. ¡Si esto sucede, uno puede detenerse entonces allí y saber que lo que hemos aprendido en la Biblia sobre Dios viene de El! Así que, por supuesto, es la verdad, y podemos probar que la verdad es verdadera.

— Recuerden estar cerca de Dios, sigan conociendo, confiando y amándolo a El todo el tiempo. Entonces sentirán que el amor de Dios las rodea, y el amor de Dios sana. ¿Cómo sé todo esto? Mi abuela me lo dijo y yo lo acabo de comprobar por mí misma.

Ilustración página 33: Danis Collett Mutchler

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