Como Me Crie estudiando la Ciencia Cristiana y siempre me sentí cerca de Dios, tuve la bendición de no enfermarme ni sufrir accidente alguno durante los primeros años de mi juventud. Aceptaba mi relación con Dios como algo natural; Su presencia me era muy grata. Estoy muy agradecida por una experiencia en particular en la que el amor de Dios y Su provisión quedaron demostrados de manera indiscutible: “La necesidad extrema del hombre es la oportunidad de Dios”.
Pocos años después de haberme casado, mi esposo, yo y nuestro pequeño hijo nos establecimos en el desierto de Nevada, a setenta y cinco millas y dos desfiladeros del pueblo más cercano. Habíamos hecho un gran esfuerzo para construir nuestra cabaña, así como cultivar y regar la tierra. Para mediados del invierno nuestro trabajo ya no nos producía ninguna renta y llegó el momento en que nuestros fondos se agotaron. No se conseguía trabajo en los alrededores y pronto apenas hubo para comer.
Recuerdo que orábamos día y noche, pero sin temor ni pánico; orábamos esperando serenamente en el bien que nos vendría de nuestro Padre-Madre Dios. Estudiamos Ciencia y Salud con mucha humildad y nos esforzamos por comprender que la provisión y la abundancia de Dios son permanentes e invariables. No puede haber fluctuación en nuestra infinita provisión del bien.
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