Una Mujer Caminaba por la playa al mismo tiempo que oraba por diferentes cosas. Mientras caminaba, divisó a un niño pequeño sentado, esperando a su madre. Le pareció extraño ver a un niño sentado en la playa tan quieto, pues a la mayoría de los niños les gusta correr, reír y jugar en las playas.
Después de que ella se acercó al niño y habló con él por un momento, supo la razón por la cual estaba tan quieto. Tenía los pies defectuosos, y por ello no sólo no podía correr sobre la arena, ni siquiera podía caminar. Pero lo que aconteció después cambió todo.
El poder de Dios, y la manera espiritual y perfecta en que El creó a este niño — aunque no era obvio a los mortales — debió de ser tan tangible en ese preciso momento que el niño sanó. La mujer ayudó al niño a ponerse de pie y luego caminaron juntos sobre la tibia arena hacia el agua. Su madre, atónita por lo que veía, se regocijó y lloró un poco junto con la mujer, mientras ambas agradecían a Dios con todo su corazón. Esos primeros pasos fueron pronto seguidos por la total libertad del niño.
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