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Las curaciones de los niños y el lenguaje del Cristo

Del número de julio de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una Mujer Caminaba por la playa al mismo tiempo que oraba por diferentes cosas. Mientras caminaba, divisó a un niño pequeño sentado, esperando a su madre. Le pareció extraño ver a un niño sentado en la playa tan quieto, pues a la mayoría de los niños les gusta correr, reír y jugar en las playas.

Después de que ella se acercó al niño y habló con él por un momento, supo la razón por la cual estaba tan quieto. Tenía los pies defectuosos, y por ello no sólo no podía correr sobre la arena, ni siquiera podía caminar. Pero lo que aconteció después cambió todo.

El poder de Dios, y la manera espiritual y perfecta en que El creó a este niño — aunque no era obvio a los mortales — debió de ser tan tangible en ese preciso momento que el niño sanó. La mujer ayudó al niño a ponerse de pie y luego caminaron juntos sobre la tibia arena hacia el agua. Su madre, atónita por lo que veía, se regocijó y lloró un poco junto con la mujer, mientras ambas agradecían a Dios con todo su corazón. Esos primeros pasos fueron pronto seguidos por la total libertad del niño.

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