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Pláticas con Lectores de las Iglesias de la Ciencia Cristiana

Primera parte

Hay que permitir que la Palabra resplandezca

Del número de julio de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A La Iglesia Madre llegan muchas preguntas de Científicos Cristianos que buscan guía sobre la lectoría en las iglesias filiales. "Pláticas con Lectores de las Iglesias de la Ciencia Cristiana" es la respuesta a estas preguntas.

Con un Estatuto en el Manual de La Iglesia Madre escrito en 1894, Mary Baker Eddy ordenó dos libros — La Biblia y su libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras — como el Pastor de su Iglesia. Ella escribe que este Pastor continuará "predicando a esta Iglesia y al mundo" (Art. XIV, Sec. 1). Cada semana en las Iglesias de la Ciencia Cristiana alrededor del mundo, dos lectores no profesionales leen la Lección-Sermón en los cultos dominicales, y el Primer Lector lee selecciones de estos dos libros en los cultos vespertinos de los miércoles.

Durante los próximos meses, el Heraldo publicará extractos de las conversaciones con lectores y ex lectores. En esta primera fase, se les preguntó a los participantes cómo guió su trabajo de Lectores el Estatuto del Manual titulado "Obligaciones morales" (parte del "Artículo III, DEBERES DE LOS LECTORES DE LA IGLESIA MADRE Y SUS IGLESIAS FILIALES") .


 

"Obligaciones morales". Sección 1. Los lectores de La Iglesia Madre y los de todas sus iglesias filiales deben dedicar una parte adecuada de su tiempo a la preparación de la lectura de la lección del domingo, — lección de la que depende grandemente la prosperidad de la Ciencia Cristiana. Deben guardarse sin mancha del mundo, — incontaminados del mal, — a fin de que la atmósfera mental que exhalen pueda promover la salud y la santidad, o sea ese ánimo espiritual que tanta falta hace universalmente.

Artículo III, Sección 1,
Manual de La Iglesia Madre 
por Mary Baker Eddy

Recuerdo cuando leí este Estatuto por primera vez después de haber sido elegido, yo ya estaba suficientemente estupefacto con hacerle frente a la tarea de preparar las lecturas de los cultos vespertinos de los miércoles y conducir los cultos dominicales. Y luego leí que tenía que guardarme "sin mancha del mundo"... Realmente parecía un mandato un poco elevado, y pensé: "Cielos, ¿cómo voy a estar a la altura de esto?" Primero pensé en ello en relación a mi comportamiento — mi código de comportamiento — fuera de la lectoría. Usted sabe, ¿quiere decir esto que debo ser más selectivo respecto a las películas que veo y los libros que leo? Bueno, mi comportamiento y actividades, aun mis conversaciones, estaban cada vez más gobernadas por el espíritu de este Estatuto. Sin embargo, a medida que me desempeñaba como Lector, comprendí más claramente que el Estatuto se aplicaba a la lectura en sí.

Me vi a mí mismo como un Lector, como una transparencia para la Palabra, y fue muy importante para mí comprender esto. Yo era un cristal para la Palabra. La congregación venía a escuchar la Palabra, y era importante que yo, como ese cristal, no estuviera sucio de manchas, manchado de miedo, de orgullo y del menosprecio de mí mismo. Esto no era sólo por mi propia tranquilidad. Antes de cada servicio yo disponía mi pensamiento con el deseo de ser un cristal, una transparencia tan pura y clara como fuera posible, a no contaminar la Palabra con mi propio sentido de responsabilidad o interpretación personal. Frecuentemente me encontraba leyendo un pasaje de una forma que nunca antes había pensado.

Al poco tiempo de haber empezado a leer, empecé a recibir llamadas pidiéndome tratamiento en la Ciencia Cristiana. Yo había deseado estar en la práctica sanadora... Recuerdo la primera vez que alguien me llamó para que lo ayudara a través de la oración. Después de colgar el teléfono pensé: "Bueno, ¿no es esto natural? Si en alguna medida tengo éxito en ser una transparencia de la Palabra en la lectoría, de seguro puedo ser una transparencia de la Palabra en la curación". Sentí que era la manera en que Dios me empujaba a seguir adelante... Así que para mí, llegar a ser practicista fue el resultado directo de ser Lector.


Este Estatuto, Artículo III, Sección 1, fue un regalo de la Sra. Eddy a la humanidad. Terminando como termina, con el consejo de que debemos respirar ese "ánimo espiritual que tanta falta hace universalmente", podemos hasta decir que fue un regalo al universo, algo que se necesitaba universalmente. Esto me ayudó a ver que es el aliento mismo del Espíritu el que se requiere en la Lectoría.

¡Qué Estatuto tan eficaz para sentar prioridades es éste! Cuando es elegido Lector, por cierto que usted ve que hay mucho más que hacer en su vida ahora, lo que necesita aprender e investigar. Este Estatuto es como aquella voz que le habló a Moisés — Dios hablando tan claramente — y le dijo: Yo estoy contigo, y yo pondré las palabras en tu boca. Esto me ayudó a llevar a cabo las actividades humanas necesarias de una manera natural, con certidumbre espiritual, sin enredarme en los quehaceres mundanos. Esto es lo que "sin mancha" significó para mí en esa época.


Todas nuestras actividades en realidad deberían seguir este Estatuto... Yo fui elegido Lector en un momento en que, desde el punto de vista humano, parecía uno de los peores. Muchos viajes de negocios y grandes proyectos y deliberaciones respecto a mi carrera. Recuerdo claramente que estaba en una reunión de la compañía que se estaba prolongando mucho. No iba a llegar a tiempo a la iglesia para el culto del miércoles a menos que me fuera. Simplemente sabía donde tenía que estar. Dije: "Me gustaría quedarme en la reunión hasta el final, pero tengo otra obligación que cumplir". Uno de mis compañeros dijo: "Bueno, es tu carrera si quieres dejarla". En esa época yo estaba trabajando para un hombre verdaderamente dedicado a su trabajo y a sus obligaciones con su compañía, y lo único que él dijo fue: "¿Qué ocurre?" Dije: "Tengo que conducir un servicio religioso en mi iglesia esta noche, y esperan que asista". De manera muy inusual este hombre dijo: "Bueno, entonces terminaremos con esto mañana". Cerró su libreta de notas y se fue. Todo el mundo se quedó con la boca abierta. Nunca lo habían visto hacer algo así.

Pero yo sólo pude experimentar ese sentimiento de no estar contaminado ni de dejarme llevar por el mundo; ese sentido de saber donde estaba mi lugar correcto fue lo que me capacitó para hablar de ello con seguridad. Esto ocurrió durante todo mi período de lectoría de muchas y diversas maneras.


Cuando pensamos en prepararnos para leer la Lección-Sermón, con mucha frecuencia solo pensamos en términos de lo que podemos llamar la preparación académica. En otras palabras, la leemos, buscamos las palabras difíciles, y consultamos los comentarios bíblicos. Todo esto es importante. Necesitamos saber bien la Lección para transmitir el mensaje. Para mí eso no quiere decir necesariamente tener una educación formal. Esto indica estar en verdad dispuesto a escudriñar, estudiar, investigar, ocuparse de la pronunciación, la fraseología, y ser muy dedicados en ello.

Pero además de esta cuidadosa preparación, probablemente de lo que no nos damos cuenta plenamente es de que si estamos embebiendo el espíritu de cada Lección-Sermón y esas ideas están cobrando vida en nosotros cada día, entonces estamos pensando en esas ideas y utilizándolas en nuestra práctica sanadora, y ésta es la preparación realmente importante para la lectura del domingo. Me parece a mí que si usted está sanando con las ideas de esa Lección, usted está preparado para leerla de la manera que la Sra. Eddy esperaba.

Los Lectores necesitan ser cristianos ejemplares porque para transmitir la Palabra de Dios hay que vivirla. De otra forma usted la leerá como leería la lista del mercado. Pero entre más esté usted en verdad viviendo diariamente la Palabra que está leyendo, más está sanando con esa Palabra. Entonces va a ser en verdad un buen Lector. Tenemos que mantenernos sin mancha y no criticar a los miembros de la Iglesia. Porque si usted se para allá al frente el domingo, y lo primero que ve es alguna persona... y no le parece bien su comportamiento... como están conduciendo un comité o algo. De repente usted está manchado... Si interfiere el sentido personal, usted ya no es más una transparencia pura de la Palabra.


Cuando empecé mi lectoría, encontré un pasaje muy hermoso en Retrospección e Introspección por la Sra. Eddy. En la página 93 ella escribe: "La mejor clase espiritual del método de acuerdo con el Cristo para elevar el pensamiento humano e impartir la Verdad divina, es poder estacionario, quietud y fuerza; y cuando hacemos nuestro este ideal espiritual, viene a ser el modelo para la acción humana". Me fue muy útil la idea de poder estacionario, el hecho de que Dios esta aquí y Su poder está aquí, y no necesitamos ir de un lado a otro para encontrar la inspiración que necesitamos. Esta aquí mismo, y podemos permanecer tranquilos, sostenidos por Su fortaleza, y El proveerá la inspiración que necesitamos mediante el Cristo... Es el Cristo el que sanará, consolará e inspirará a la congregación.

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