Es Facil Tener buenos pensamientos acerca del liderazgo, si tomamos en cuenta a algunos de los grandes líderes de la historia, como Winston Churchill, Abraham Lincoln o Simón Bolívar. Pero mientras algunos líderes son desinteresados y firmes, otros resultan ser venales, ocupándose sólo de sus propias conveniencias. Cercanos ya al siglo XXI, ¿tendremos que conformarnos con líderes de cualquier categoría? ¿O es que existe una base más elevada, más confiable para la condición de líder?
La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) enseña que en todas las áreas de la vida humana se puede encontrar el bien a través de la comprensión espiritual de la verdadera naturaleza del hombre, y el liderazgo político no es una excepción. Pero para alcanzar esta comprensión acerca del hombre, primero debemos tener un concepto correcto de Dios, el creador del hombre.
En la Biblia, leemos que Dios se reveló a Sí mismo a Moisés como el “YO SOY EL QUE SOY”. Ex. 3:14. Para que Dios, el Ser Divino, no resulte autodividido y de este modo autodestructivo, El debe estar integrado por cualidades buenas y armoniosas exclusivamente, cualidades tales como bondad, amor y justicia, y puesto que Dios es infinito, debe incluir un número infinito de estos buenos atributos.
Para que el Ser Divino sea autoexistente, debe expresarse a Sí mismo. Y Dios así se expresa a Sí mismo a través de Su idea espiritual, el hombre. El hecho de que el hombre fue creado a la semejanza de Dios, el Espíritu, tal como nos dice la Biblia, significa que la verdadera individualidad de cada uno de nosotros incluye todas las cualidades de Dios. Así, por ejemplo, la verdadera naturaleza espiritual del hombre expresa bondad e integridad, debido a que Dios es invariablemente bueno e íntegro. El hombre expresa habilidad, debido a que la habilidad es un atributo constante del Ser divino.
Pero si la individualidad del hombre fue hecha exclusivamente de cualidades buenas, ¿qué podemos decir del mal en la personalidad humana? El mal quisiera falsificar al hombre verdadero haciendo mortal al hombre. Pero el mal es precisamente lo opuesto de Dios y de la imagen y semejanza de Dios y, por lo tanto, no pertenece al ser verdadero de nadie.
El apóstol Pablo, establece una clara diferencia entre el hombre verdadero y el concepto falso del hombre presentado como un mortal que incluye cualidades tanto buenas como malas. En su Epístola a los Efesios, él se refiere al “viejo hombre” y al “nuevo hombre”. En la Biblia de Moffat traducida al inglés, un pasaje de esta Epístola dice: “Debéis despojaros de la vieja naturaleza que perteneció a su pasada manera de vivir, esa naturaleza que desmorona la ruina bajo las pasiones del engaño moral, y renovaros en el espíritu de vuestra mente, vistiéndoos de la nueva naturaleza, ese divino modelo que ha sido creado según el carácter recto y devoto de la Verdad”. Efes. 4:22–24.
Para establecer una base más sólida para el liderazgo en nuestras comunidades y nuestros países, es necesario no condenar a nadie, sino despojarnos de nuestra antigua manera materialista de pensar y actuar y vestirnos del “nuevo hombre”, la comprensión de que el hombre es la expresión de la Verdad, Dios. Este proceso redentor implica desprenderse mentalmente del egoísmo, la deshonestidad, la corrupción y así por el estilo, y en su lugar permitir que cualidades derivadas de Dios, tales como la integridad, la fe y el valor, predominen por completo. Estos atributos semejantes a Dios son los que siempre han constituido y siempre constituirán el liderazgo verdadero. Los líderes humanos, en todos los niveles políticos y en toda cultura, son fuertes en la medida en que encarnan esas cualidades.
Esta es la manera en que esta idea más elevada de liderazgo funciona en la práctica. O sea, en lugar de buscar la persona más idónea para conducir nuestro país, provincia, estado o comunidad, identificamos las cualidades requeridas, tales como honestidad, visión, valor moral, inteligencia y sabiduría. Afirmamos la presencia de estas cualidades como una expresión natural de la naturaleza divina del hombre. Entonces tratamos activamente de encontrarlas en nosotros mismos y en los que nos rodean. Esto constituye una manera de orar.
Aunque a veces no resulta fácil ver al “nuevo hombre” entre la gente con la que nos encontramos — sean familiares, amigos, colegas e incluso nosotros mismos — a medida que nos esforzamos por establecer este discernimiento espiritual, ayudamos a que estas cualidades se hagan más visibles en nuestro mundo y en nuestros líderes políticos. Asimismo aumental nuestras expectativas de ver estos atributos expresados por los servidores públicos, y si vivimos en un país democrático, concedemos nuestro voto a los candidatos que mejor exhiben estas cualidades. A medida que las personas afirman la realidad de que el hombre es la expresión de Dios y son cada vez más fieles a ella, el resultado inevitable es un espíritu genuino de servicio público y mejores decisiones políticas.
Cuando oramos por liderazgo, lo que imparte poder a nuestra oración es vivir de acuerdo con ella. Por ejemplo, si realmente deseamos ver más honestidad y altruismo en los líderes nacionales, nos esforzaremos por erradicar de nuestro propio pensamiento todo elemento de deshonestidad y egoísmo en nuestras relaciones con los demás. O si estamos orando por ver menos sectarismo en los partidos políticos, nos esforzaremos concienzudamente por tener perspectivas más universales y en ser más tolerantes con los puntos de vista diferentes a los nuestros. Del mismo modo, si nuestra meta es ver menos mediocridad a nivel municipal, erradicaremos todo sentido de intolerancia de nuestro pensamiento, sobre la base de que es ilegítimo e inaceptable debido a que no proviene de Dios.
En Isaías hay un versículo donde profetiza que el lobo estará en paz con el cordero, el leopardo con el cabrito y el becerro con el león, o sea, un estado de armonía universal. El versículo continúa diciendo; “Y un niño los pastoreará”. Isa. 11:6. ¿Acaso no podemos pensar que ese niño que los pastoreará, es el “nuevo hombre”, comprender que cada uno de nosotros es semejante a un niño, puro, bueno e íntegro? Cada vez que alguien, sea un primer ministro o simplemente un ciudadano consciente, valora y manifiesta esas cualidades, se expresa el verdadero liderazgo y el nivel del liderazgo se eleva.
Ahora bien, esta idea más elevada de liderazgo ¿es realmente práctica? Consideremos la siguiente declaración formulada por el presidente de la República Checa, Václav Havel, líder de la “revolución de terciopelo” que derrocó el régimen comunista en Checoslovaquia: “Yo apoyo la política como la moralidad práctica, el servicio a la verdad, como el cuidado esencialmente humano que cuida humanamente de nuestro prójimo.. . Es cada vez más evidente que la verdad y la moralidad pueden proporcionar un nuevo punto de partida para la política y pueden, aún hoy en día, tener un innegable poder político”.Václav Havel or Living in truth (Londres/Boston: Faber y Faber, 1986). Las ideas expresadas en estas palabras que fueron escritas en 1984, y los acontecimientos que siguieron, sin duda, adelantaron la libertad política, tanto en la Checoslovaquia de antes como en toda la Europa oriental.
No cabe duda que el más importante, el más perfecto, ejemplo de liderazgo fue Cristo Jesús. Su autoridad estaba expresada por medio de su espiritualidad en la ética de su vida y en sus obras de curación. A través del poder de su espiritualidad pura, ejerció una influencia reformadora inmediata sobre el recaudador de impuestos Zaqueo. Véase Lucas 13:1–10. Aunque Jesús no ocupó ningún cargo público no tuvo ningún temor en poner al descubierto la hipocresía de las instituciones de su época, como lo demostró volcando las mesas de los cambistas. Véase Juan 2:13–16. Sus actos apuntaban hacia la Verdad espiritual como la única base confiable sobre la cual construir el gobierno humano. Y aunque él contribuyó más poderosamente que nadie al gobierno por medio de sus oraciones y sus obras de curación, él también pagó impuestos, dando “a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios”. Marcos 12:17. La espiritualidad de Jesús — su verdadero liderazgo — se puso claramente de manifiesto en cada aspecto de su vida. A medida que sigamos sus pasos, cada uno de nosotros expresará las cualidades que deseamos ver en nuestros líderes.
Mary Baker Eddy, una fiel seguidora de Cristo Jesús y una destacada líder ella misma — la Guía de la Ciencia Cristiana — escribe: “Amados niños, el mundo os necesita — y más como niños que como hombres y mujeres: necesita de vuestra inocencia, desinterés, afecto sincero y vida sin mácula.. . ¡Qué ambición más grandiosa puede haber que la de mantener en vosotros lo que Jesús amó, y saber que vuestro ejemplo, más que vuestras palabras, da forma a la moral de la humanidad!”Escritos Misceláneos, pág. 110.
Si miramos el mundo que nos rodea hoy en día, vemos que, tanto en nuestra propia comunidad como en países distantes, existe una apremiante necesidad de un liderazgo seguro y eficaz. Ese liderazgo ya se encuentra plenamente presente a través de un concepto más elevado del hombre como el linaje espiritual y perfecto de Dios, expresando pureza e integridad. Mucho más allá de las fallas de las personalidades humanas, este punto de vista respecto al hombre ayuda a producir regeneración en nuestra propia vida y, mediante el poder de la Verdad y el Amor, a hacer más evidente en nuestros líderes las cualidades que los capacita para brindar un desinteresado servicio a la humanidad. Si se aplicara este punto de vista al liderazgo, no podría haber impedimento alguno para promover el progreso de la humanidad durante y más allá de los últimos años de este siglo.
Todos tenemos una función muy importante a desempeñar, poniendo de manifiesto este concepto más elevado de liderazgo, elevando de este modo el punto de vista del mundo entero acerca de lo que realmente constituye poder y autoridad.
