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Oremos por nosotros y por los demás

Del número de julio de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Oracion Es una actividad dulce y sagrada. Nos trae paz, nos permite perdonar, y nos ubica en el rumbo correcto.

La oración puede tomar diferentes formas, tales como: la alabanza a Dios, una afirmación de la totalidad de Su poder, la acción de gracias, hacer una petición, ceder a la voluntad de Dios, y la obediencia. El poder de la oración, en sus numerosas expresiones, es el mensaje central de la Biblia.

¿Cuál es, entonces, la razón por la que a veces nos parece tan difícil orar? Ello se debe a la oposición que presenta el sentido mortal materialista de la vida, que quisiera desbaratar la espiritualidad y el progreso. La oración — que revela la realidad espiritual — condena el punto de vista mortal de las cosas y puede encontrar resistencia. La lucha que libró Jacob, según el relato que aparece en el Génesis, es un ejemplo de la pelea que los puntos de vista basados en la materia pueden presentar, antes de rendirse a la oración. Véase Gén. 32:24–30.

La Ciencia Cristiana enseña que nuestro sentido mortal limitado y el de los demás debe ser descartado porque, en esencia, quebranta el Primer Mandamiento: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”. Ex. 20:3. Si Dios es Espíritu, tal como nos dice la Biblia, Su imagen, el hombre, sólo puede ser completamente espiritual. La oración nos ayuda a volvernos más conscientes de esta verdad.

A menudo, un deseo de ser obedientes a las enseñanzas de la Biblia es de por sí una oración, que trae curación. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “El deseo es oración; y nada se puede perder por confiar nuestros deseos a Dios, para que puedan ser modelados y elevados antes que tomen forma en palabras y en acciones”.Ciencia y Salud, pág. 1.

Recuerdo una ocasión en que mi deseo de sentir la misericordia de Dios y de ser a mi vez misericordiosa, produjo una rápida curación de temor y de resentimiento al perder mi empleo de una manera que yo consideraba injusta. Una mañana, al salir de mi casa para ir al trabajo, me encontré con el cartero, quien me entregó una carta certificada. En ella se me notificaba que había sido despedida de mi empleo. No había recibido previamente ninguna notificación al respecto. Sentí la necesidad inmediata de buscar consuelo y recurrí a la Biblia. Sin buscar ningún tema en especial, abrí la Biblia y me encontré con el Salmo 136. Leí el primer versículo que finaliza diciendo: “porque para siempre es su misericordia”. Continué leyendo y descubrí que cada versículo do ese salmo termina con ese mismo mensaje consolador. Mi breve oración fue un reconocimiento de la misericordia de Dios y de Su amor por mí y por mi empleador. Tanto el temor como el resentimiento se desvanecieron.

Posteriormente, mi empleador me solicitó que volviera a trabajar para él. Pero el poder esa oración de perdón y confianza ya me había impulsado a dar ciertos pasos que me guiaron a aceptar otra oferta de trabajo. Han transcurrido desde entonces siete años y continúo en ese nuevo trabajo, donde me siento muy feliz.

Orar por nosotros mismos ante una necesidad tal vez ya se haya convertido en algo habitual. Pero incluir a los demás en nuestras oraciones, como lo hice yo en esa ocasión, puede no resultar tan fácil. Seguramente nuestra oración no tiene la finalidad de corregir problemas específicos de otra gente sin su autorización. Sin embargo, cada uno de nuestros pensamientos acerca de ellos puede hacer las veces de oración. Desde un punto de vista más profundo, en la medida en que mantenemos un enfoque correcto de los demás y los vemos como ideas espirituales perfectas, estamos orando. Esta oración no pasa por alto lo que podría no ser correcto, sino que ayuda a que se produzca la curación al negarse a ser atrapada por un enfoque mortal de defectos o debilidad. No transgrede los derechos de los demás, sino, por el contrario, brinda ayuda al afirmar la identidad de cada uno creada por Dios.

Nuestra habilidad para orar no proviene de nosotros mismos; es un don de nuestro Padre. Pero la oración, igual que toda actividad importante, requiere práctica y disciplina. Es una manera de pensar como también de actuar. Podemos ayudar a disciplinar nuestro pensamiento mediante el estudio de las lecciones bíblicas que aparecen en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Cada semana podemos usar nuevos pasajes de la Biblia y de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy para guiar nuestra oración. Nos enseñan cómo rechazar el testimonio de los sentidos materiales — a pesar de su apariencia tan real — y la manera de persistir con lo que Dios, el Amor, nos está diciendo.

Debido a que nos revela la perfección y la eternidad de la creación de Dios, la oración abre el camino para la curación. Desenmascara el pecado, apela al perdón y a la paciencia, despierta el conocimiento acerca de uno mismo, expulsa la apatía, disuelve el temor y enciende la gratitud.

La oración también trae curación física, debido a que el cuerpo, en todos sus aspectos, es esencialmente un fenómeno mental. La Ciencia Cristiana enseña que la salud se manifiesta en el cuerpo por medio de la acción de la Verdad divina sobre el pensamiento humano. La oración es mucho más que una manera de pensar optimista; es ponerse de manera consagrada del lado de Dios, la Verdad, y de la perfección de Su creación. Es el reconocimiento y la comprensión firme y clara de la realidad espiritual.

Una vez que nos damos cuenta de que nuestra experiencia es una manifestación de nuestro pensamiento, podemos ver de qué manera el pensamiento basado en la oración puede purificar nuestra experiencia. Pero no deberíamos caer en la simpleza de creer que si oramos con suficiente dedicación, podemos cambiar algún error que aparentemente se deslizó en el reino de Dios. Su reino es perfecto, y la oración que se basa en la honestidad simplemente revela algo de esa perfección.

La oración eficaz, puede exigir que nos enfrentemos directamente con la creencia de que el hombre está gobernado por una mente mortal separada de la Mente divina. Cristo Jesús menciona en una parábola que es necesario atar “al hombre fuerte” antes de poder “saquear sus bienes”. Mateo 12:29. La Sra. Eddy nos explica: “La mente mortal es el 'hombre fuerte’ que tiene que ser dominado, antes que su influencia sobre la salud y la moralidad pueda eliminarse. Una vez vencido ese error, podemos despojar al 'hombre fuerte' de sus bienes — a saber, del pecado y la enfermedad”.Ciencia y Salud, pág. 400.

Este “hombre fuerte” debe de haber sido el mismo pensamiento mortal con que Jacob tuvo que luchar. En ocasiones, la lucha puede ser necesaria a fin de erradicar temores respecto a leyes de herencia, de dietética y otras falsas leyes que pretenden tener autoridad para gobernarnos. Debemos elegir a quien deseamos servir y la mejor elección — y en realidad la única posible — es unirse a Dios.

La oración, ¿siempre recibe respuesta? La Biblia nos asegura que la recibe en la medida en que nuestros móviles sean correctos. Debemos ceder a la voluntad de Dios y dejar de lado cualquier inclinación a utilizar la oración para propósitos egoístas o a ejercer nuestra propia voluntad. Si somos honestos, descubriremos que las respuestas están siempre a nuestro alcance debido a que provienen de Dios, no de nosotros mismos, y Dios brinda a Sus hijos todo el bien.

Aprender a orar es un gozo y una necesidad. El mundo de la oración revela las perspectivas maravillosas de libertad y felicidad que pertenecen a la creación espiritual de Dios. Nada posee verdadero poder para impedir que oremos; por lo tanto, debemos empezar ahora mismo. La oración es una actividad que encierra una inmensa promesa y satisfacción para cada uno de nosotros.

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