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Cuando Era Niño aprendí...

Del número de mayo de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando Era Niño aprendí rápidamente a pensar con claridad, a escribir correctamente y a hablar con fluidez. Sin embargo, en la escuela mis maestros me decían que cuando leía en voz alta lo hacía demasiado rápido y que hablaba demasiado. A causa de esta supuesta limitación de mi habilidad natural, comencé a sentir resentimiento, y entonces comencé a tartamudear en clase. Esto se transformó en un serio obstáculo para mi progreso académico, y mis calificaciones bajaron.

Pude encontrar la manera de aprobar mis cursos, pero cuando comencé a pensar en el futuro, vi en el horizonte la universidad y una carrera, y me pregunté cuán lejos podría llegar si no podía hablar bien.

Mi familia ofreció pagarme un tratamiento terapéutico en una escuela universitaria de oratoria. Me sometí a ese tratamiento, pero no funcionó, y cuando volví a clase aún tartamudeaba.

Una tía había comenzado a dedicarse a la práctica pública de la Ciencia Cristiana. Yo no conocía lo que enseñaba su religión, pero quería intentar lo que fuera para poder hablar normalmente, y le pregunté si me ayudaría.

Comenzó con la Biblia. Me contó cómo Dios le había dicho a Moisés que tenía una misión para él, y que ésta requeriría que él hablara con un importante gobernante y frente a una gran multitud. Moisés había respondido: “¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra,... porque soy tardo en el habla”. El Señor hizo a Moisés una pregunta muy oportuna (que fue muy importante para mí) y dio a Moisés una orden y una promesa: “Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar” (Ex. 4:10,12). Ella me sugirió que comenzara con este trabajo de curación de la misma forma en que ella lo había hecho, leyendo Ciencia y Salud y otros escritos de la Sra. Eddy.

Aprendí que la curación en la Ciencia Cristiana se basa en la Biblia. En Escritos Misceláneos, la Sra. Eddy escribió sobre una curación que efectuó Jesús: “Estaba Jesús echando fuera un demonio, que era mudo; y aconteció que salido el demonio, el mudo habló.— Lucas 11:14... En este caso fue el mal de mudez, un error del sentido material, que fue echado fuera por la verdad espiritual del ser; o sea, que la facultad de hablar pertenece a la Mente y no a la materia, y que el poder errado, o sentido perdido, tiene que ceder al sentido correcto, y existir en la Mente” (pág. 190). Este fue uno de los muchos conceptos que me liberaron de la tartamudez.

Con la oración persistente de mi tía, y luego de otros practicistas durante los siguientes años, completé la curación que estuvo caracterizada por alentadoras victorias durante todo el camino. La curación ha sido permanente.

Antes y después de lograr hablar normalmente, tuve otras numerosas curaciones. Por ejemplo, hace aproximadamente dos años, cuando levanté una bolsa pesada de fertilizante, sentí que se me había producido una hernia. El practicista que estuvo de acuerdo en orar por mí mencionó esta cita de Ciencia y Salud: “La Ciencia divina del hombre está tejida en una sola tela unificada, sin costura ni rasgón” (pág. 242). En pocas semanas el dolor y toda sensación de que algo se había desgarrado, desaparecieron, y puedo nuevamente levantar bultos con normalidad.

Estoy agradecido a Dios por haber aprendido que mientras no puedo hacer algo por mí mísmo, puedo hacer todo al expresar al Espíritu.


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