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Una demanda ilimitada ávida de recursos limitados

Del número de mayo de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Con El Deficit tan grande de los Estados Unidos, el hambre que aumenta cada vez más en Africa, los países del tercer mundo sumidos en la pobreza y las deudas, y los ciclos de inflación y recesión que se resisten a desaparecer en todo el mundo, es necesario que los pensadores profundos cuestionen la validez de las ideas y prácticas económicas de hoy en día. Si las examinamos detenidamente, descubrimos una trama de conceptos materialistas que las mantienen relacionadas entre sí. Para que el mundo progrese realmente, es esencial que tal materialismo sea revertido con una cada vez mayor comprensión espiritual.

Tomemos como ejemplo las dos proposiciones básicas de la economía moderna. Tanto en mis días de estudiante como desde que me gradué en el tema, las he encontrado muy perturbadoras. La primera proposición es que existe una demanda ilimitada ávida de recursos limitados, y la segunda es que el hombre es básicamente un mortal egoísta, interesado sólo en sí mismo. Ambas proposiciones se basan en un concepto Dios, el hombre y el universo, basado en la materia.

Las enseñanzas de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) niegan específicamente los falsos conceptos materiales de que los recursos son limitados y que el hombre es un mortal egoísta que necesita sudar y fatigarse trabajando. Al hablar de Dios, Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, explica en su libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “El Alma tiene recursos infinitos con que bendecir a la humanidad, y alcanzaríamos la felicidad más fácilmente y la conservaríamos con mayor seguridad si la buscásemos en el Alma”.Ciencia y Salud, pág. 60. Y en otra página del mismo libro ella escribe: “En la relación científica entre Dios y el hombre, descubrimos que todo lo que bendice a uno bendice a todos, como lo demostró Jesús con los panes y los peces — siendo el Espíritu, no la materia, la fuente de provisión”.Ibid., pág. 206.

¡Cuanta libertad trae el saber que el Espíritu infinito, y no la materia limitada, es la fuente del bien del hombre! Asimismo nos libera saber que el hombre no es un mortal egoísta que se fatiga trabajando sino que es la imagen y semejanza espiritual de Dios, según leemos en el Libro del Génesis. El hombre es el heredero de Dios, de modo que él refleja espiritualmente la abundancia ilimitada de las ideas perfectas y de las santas cualidades de la Mente.

Por supuesto las condiciones y percepciones del mundo están en desacuerdo con la realidad espiritual porque se fundan en una premisa material distorsionada. Esta premisa alega que si hay un dios para ayudar al hombre, es una deidad que actúa dentro de las restricciones de un universo material, cuyos móviles son cambiantes y no los podemos comprender.

En realidad, el universo y el hombre son ideas espirituales de la Mente infinita, Dios, y esta Mente es el centro y totalidad de toda existencia. La Mente es también Amor divino, que sólo conoce la omnipresencia del bien y cuida del hombre en todos los aspectos. Al hombre espiritual de Dios no puede faltarle nada que sea bueno. Como una idea en la Mente, el hombre se mueve y vive en la economía divina de ideas espirituales de la Mente, donde el bien no disminuye nunca.

En la medida en que entendemos y aceptamos la economía de la Mente, el Espíritu divino, podemos vencer la limitación y el sufrimiento en la economía humana. Esto sucede cuando la influencia de Dios cambia nuestras percepciones, móviles y comportamiento.

Por ejemplo, cuando comprendemos la abundancia del bien espiritual, ya no nos seducen los logros materialistas y egoístas. Cuando nos damos cuenta de que la abundancia del Amor, la omnipresencia del Espíritu y la inteligencia de la Verdad son la sustancia genuina del hombre, no podemos evitar que haya un cambio en nuestro comportamiento. Nuestros temores se van eliminando progresivamente a medida que comprendemos que nuestros recursos son las infinitas ideas espirituales y las cualidades divinas de la Mente. Son ellas las que constituyen nuestra riqueza espiritual, y nunca podemos perderlas. Estas cualidades, puestas en práctica, obran a nuestro favor para satisfacer nuestras necesidades humanas y para bendecir a nuestros semejantes. Nuestras oraciones por el mundo y nuestra confianza en los recursos infinitos de Dios ayudan a disolver la ansiedad y el temor. El temor de no tener suficiente es lo que a menudo lleva a las naciones, corporaciones e individuos a tomar todo lo que pueden a expensas de otros. El entendimiento espiritual suplanta este frenesí del temor así como también el de la envidia y el egoísmo, con el equilibrio y la gracia del Alma.

Como consecuencia de esta transformación espiritual de la percepción humana, los individuos se vuelven más honestos y ya no roban las ideas de otra persona o empresa, ni trabajan en contra de los esfuerzos honestos ajenos. El creciente reconocimiento de nuestro ser espiritual nos permite expresar más de la inteligencia y la percepción de la Mente, las que nos protegen del engaño o deshonestidad de parte de otros.

El soborno, el alza excesiva en los precios, la baja calidad de la mano de obra, la publicidad engañosa, las condiciones laborales sin protección adecuada, la contaminación negligente — son pecados acerca de los cuales se nos informa casi todos los días. La raíz de estos pecados es el materialismo en el pensamiento y en la acción. La espiritualidad puesta en práctica acaba con esta raíz y produce una nueva economía basada en la verdad espiritual, o el Cristo, que Jesús vivió.

Nuestro Maestro alimentó multitudes y pagó sus impuestos recurriendo al Espíritu, no a la materia. El sabía que los recursos espirituales están siempre presentes porque el Espíritu es la única sustancia que existe. Con total confianza en la provisión del Amor divino y con un amor desinteresado por la humanidad, Cristo Jesús nos enseñó a demostrar las leyes divinas de la economía de Dios. Al hablar de las necesidades de la vida, él dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Mateo 6:33.

Los móviles y aspiraciones espirituales no siempre son fáciles de adoptar, pero a medida que somos consecuentes y humildes en nuestras oraciones y en nuestro estudio de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy, la Verdad divina nos irá transformando. Aun cuando el cambio pueda ser gradual, podemos observar como nos vamos liberando cada vez más de las tensiones provocadas por el temor, la amargura, la voluntad obstinada y la ambición desmedida. Estos elementos a menudo son el veneno escondido en lo que pueden parecer vidas colmadas de éxito material.

A medida que las economías nacionales se vuelven más dependientes unas de las otras, es muy importante que nos demos cuenta de que obedecer a la única Mente nos reúne en actividades que nos traen bendiciones mutuas. En realidad nuestro mundo no es una localidad dentro de un universo material. Es un estado de consciencia que se purifica y enriquece a través de la espiritualización del pensamiento individual.

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