Una Persona Que conozco me dijo el otro día que una amiga de ella y su novio se habían hecho adivinar la suerte por números, y además el horóscopo. Estaba muy contenta porque la mayor parte del pronóstico había sido bueno. Usted posiblemente conozca a gente que hace este tipo de cosas.
Sin embargo, he encontrado muy poca gente que admita que toma en serio la numerología, la astrología, el tarot o el “I Ching”. Dicen que lo hacen solo por diversión. Aun así, yendo a mi oficina en la Ciudad de Nueva York, a lo largo de diez cuadras alcancé a contar veinticuatro lugares en donde me podrían haber leído la palma de la mano o tirado las cartas del tarot.
Siendo tan popular, mucha gente se sorprende que un cristiano no tenga ningún interés en ese tipo de cosas. Lejos de ser inocentes entretenimientos, tales prácticas deshonran — en realidad tratan de suplantar — a Dios. Algunas personas sin duda dirán: “¡Usted toma esas cosas demasiado en serio!” Pero la verdad es que todo lo que trate de usurpar las prerrogativas de Dios o de derivar nuestra confianza en El hacia cualquier otra cosa tiene un impacto notable en nuestra salud y en nuestra vida espiritual.
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