Nota de los Redactores: El Sr. Peterson, practicista y maestro de la Ciencia Cristiana, se ha desempeñado como Presidente y también como Asesor Legal de La Primera Iglesia de Cristo, Científico. The First Church of Christ, Scientist Anteriormente ha escrito como invitado acerca del gobierno de la iglesia en un editorial que se publicó en The Christian Science Journal de enero de 1992, y en el número especial de El Heraldo de la Ciencia Cristiana sobre el Manual de la Iglesia que se publicó en diciembre de 1991.
La Obediencia Al Manual de La Iglesia Madre escrito por Mary Baker Eddy, siempre trae alegría y bendiciones espirituales. La Sra. Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe: “De esto estoy segura, que cada Regla y Estatuto de este Manual aumentará la espiritualidad de aquel que lo obedece, y fortalecerá su capacidad para sanar al enfermo, consolar a los que lloran y despertar al pecador”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 230.
Toda curación en la Ciencia Cristiana es una manifestación directa de la presencia y la acción sanadoras de Dios. Pero, ¿por qué es que la obediencia a un Estatuto del Manual de la Iglesia pone el pensamiento tan directamente de acuerdo con la presencia y el poder sanadores de Dios, que el pecado la enfermedad y las lesiones dan lugar a una permanente y gozosa salud, a la armonía y a la paz, algunas veces en forma gradual, pero a menudo rápida y hasta instantáneamente?
La razón es que cada Regla de estos Estatutos es una prueba de la demostración de la Verdad y la Vida, del Principio y del Amor que ha hecho la Sra. Eddy en su demostración de Iglesia. Toda la humanidad tiene con ella una tremenda deuda de gratitud por su descubrimiento de la Ciencia divina, el Consolador que Jesús profetizó que vendría, y por la fundación de la Iglesia de Cristo, Científico, para preservar y proteger la pureza y la integridad de esta revelación. Pero su naciente iglesia enfrentó muchos desafíos, y ella comprendió la necesidad de orar con ahínco y continuamente para enfrentar esos desafíos. Como ella misma dice: “Se necesitaron reglas, y yo hice un código de estatutos, pero cada uno de ellos fue el fruto de la experiencia y el resultado de la oración”.Ibid., pág. 343.
Ella dice nuevamente que estos Estatutos “fueron impulsados por un poder impersonal... ”Escritos Misceláneos, pág. 148. Y esto es verdad, puesto que son la expresión de la ley divina como le fuere revelada a la Sra. Eddy. La ley humana no tiene el poder para sanar. La ley divina sí sana. La ley humana no tiene ningún valor excepto cuando es motivada, interpretada y cumplida correctamente. La ley divina se autointerpreta y se cumple por sí misma, y siempre es correcta. Mediante la oración, el Manual de la Iglesia, como la Sra. Eddy lo escribió, es interpretado y cumplido espiritualmente, y no se interpreta ni cumple recurriendo a medios y métodos humanos.
Esto es necesario y apropiado, puesto que el Manual es una prueba de la demostración que hizo la Sra. Eddy al establecer su Iglesia. Podemos hablar apropiadamente de su demostración de Iglesia cuando consideramos el primer párrafo de su definición de Iglesia en el Glosario del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “La estructura de la Verdad y el Amor; todo lo que descansa en el Principio divino y procede de él”.Ciencia y Salud, pág. 583. El Manual es una manifestación humanamente visible de “la estructura de la Verdad y el Amor”. Durante muchos años me pregunté acerca de qué quiso decir la Sra. Eddy al usar la palabra estructura en su definición de Iglesia. Me ayuda el comprender que el Manual es una manifestación de la estructura de nuestra Iglesia. Esto es una evidencia de que lo divino abraza lo humano. Y cada una de las reglas del Manual, como una expresión de la ley divina, en realidad “descansa en el Principio divino y procede de él”.
Es por esta razón que el Manual se debe interpretar y cumplir mediante la oración, recurriendo a la ley divina, en lugar de a la ley humana. Como dice la Sra. Eddy: “La ley humana es justa sólo en la medida en que siga el modelo de la divina”.Miscellany, pág. 283. Y es importante reconocer que la ley humana sólo puede seguir el modelo de la divina; no puede gobernarla, interpretarla ni ponerla en práctica. No nos podemos apoyar en las leyes hechas por los hombres para que nos digan qué fue lo que Dios quiso decir cuando le reveló Su ley a la Sra. Eddy en sus demostraciones de Su poder sanador cuando ella fundó la Iglesia.
La Sra. Eddy puso en manos de La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana la principal responsabilidad y autoridad espirituales para la administración y adecuada aplicación de los Estatutos, bajo el Artículo I, Sección 6, estableciendo en parte que “los asuntos de La Iglesia Madre serán tramitados por La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana”.Manual, Art. I, Sec. 6. Esta es la actividad más importante de la Iglesia.
Pero la Sra. Eddy nos hace esta advertencia: “La determinación de mantener al Espíritu en las garras de la materia es el perseguidor de la Verdad y el Amor”.Ciencia y Salud, pág. 28. Ella descubrió que esto era cierto en el caso de su primera iglesia, que había establecido en 1879. Los abogados le dijeron que la iglesia tendría que estar organizada mediante un permiso legal corporativo emitido por el Commonwealth de Massachusetts. Bajo esta forma de organización, los miembros tendrían derecho al voto y controlarían los asuntos de la iglesia.
Las experiencias tan lamentables que tuvo esa pequeña iglesia, descritas en detalle en la biografía de Mary Baker Eddy escrita por Robert Peel, hizo evidente que el pensamiento humano no educado espiritualmente no podía estar al cuidado de la revelación de la Ciencia divina. Los miembros, aunque en su mayoría eran buenos, decentes y tenían buenas intenciones, no comprendían realmente la naturaleza de la oposición del anticristo, que había crucificado al Maestro cristiano, Cristo Jesús, en su época, y que intentaría crucificar todo aquello que fuera la representación genuina de la venida del Cristo a la humanidad en nuestros días.
Los bien intencionados rabinos de la época de Jesús habían alcanzado un arreglo precario con el gobierno romano, que permitía a los judíos practicar su religión sin sufrir. Las enseñanzas radicales de Jesús exacerbaban al pueblo, y con la mejor de las intenciones pero ignorantes del vicioso anticristo que los estaba manipulando, los judíos gritaron: “¡Crucifícale! ¡Crucifícale!. . según nuestra ley debe morir...” Juan 19:6, 7.
Y en la época de la Sra. Eddy, este mismo intento bien intencionado de resolver las cosas a través de medios políticos y humanos hubieran destruido a la pequeña iglesia. Ella se dio cuenta de que era necesario disolver esa iglesia, y esperó tres años antes de estar bien segura de lo que Dios quería que hiciera. Para ella fue obvio que tenía que reorganizar su Iglesia, pero no como una compañía. Los abogados le dijeron que no podía hacerlo, pero ella finalmente encontró a un abogado quien, ante la insistencia de la Sra. Eddy, siguió investigando los estatutos hasta que encontró la ley que ella le aseguró que existía, y que le permitió fundar la Iglesia por sí misma mediante una escritura de fideicomiso. La ley reconoció que esto era factible, pero puesto que no era una sociedad anónima, no era lo que la ley considera una entidad creada por estatuto, y, por lo tanto, no estaba sujeta a los cambios que propusiera la legislatura, que tiene el poder de aprobar y de cambiar los estatutos. Esto resultaría ser un punto crucial para mantener la forma de gobierno y organización de la Iglesia establecida bajo el Manual de la Iglesia.
Cuando Mary Baker Eddy reorganizó la Iglesia de Cristo, Científico, en 1892, al principio sintió que sería sabio que algunos de los miembros tuvieran un poder limitado para votar. Sin embargo, pronto ella hasta abolió esto, de modo que su Iglesia no estuviera sujeta a la mente humana a través de sus opiniones, votos y política.
También fue guiada a no incluir en el Manual ninguna regla que estableciera tribunales eclesiásticos tradicionales para que actuaran como jueces, dando opiniones y considerando las apelaciones a las decisiones que tomaran los funcionarios o los cuerpos internos de la Iglesia. La Biblioteca del Congreso en la capital de los Estados Unidos tiene estantes llenos de pesados tomos que contienen las leyes de iglesias de diversas denominaciones religiosas, que son mudos testigos de los esfuerzos bien intencionados de la mente humana por hacer que sus leyes sean más equitativas al hacerlas cada vez más complejas y detalladas para que se adapten a las variadas circunstancias a medida que surjan.
La Primera Iglesia de Cristo, Científico, fundada por Mary Baker Eddy, está gobernada por un pequeño y delgado Manual de 138 páginas, incluyendo todos sus apéndices. La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana, al administrar y aplicar sus reglas, lo hace mediante la oración.
La mente humana a menudo ha estado en desacuerdo con el modo en que nuestra Guía sintió que la ley divina se le estaba manifestando. La biografía de la Sra. Eddy, escrita por Robert Peel, relata las diversas ocasiones en que los abogados discutieron con ella, renuentes a seguir sus instrucciones, admitiendo más tarde que ella había estado en lo cierto y que ellos habían estado equivocados.
“Manifestad más fe en Dios y Sus medios y métodos espirituales, que en el hombre y sus medios y recursos materiales, para establecer la Causa de la Ciencia Cristiana”.Esc. Mis., págs. 152–153. Este fue el consejo que la Sra. Eddy dio a sus primeros trabajadores, y se aplica igualmente a nosotros hoy en día. No importa cuán fuertemente la mente mortal sienta que la Sra. Eddy debería haber establecido un cuerpo que apelara las decisiones, las demostraciones, de La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana bajo el Manual de la Iglesia, ella no lo hizo, y cualquier intento de someter esas decisiones a la revisión de un tribunal civil, y de requerir que los asuntos internos de la Iglesia sean supervisados por un tribunal civil, es un intento de cambiar la forma de gobierno de iglesia que estableció la Sra. Eddy.
¿Es acaso razonable intentar someter el Manual de la Iglesia a la revisión e interpretación de un juez civil que no tiene una comprensión demostrable de la Ciencia Cristiana y quien, por lo tanto, no se puede esperar que comprenda los propósitos e implicaciones religiosas que el mismo entraña?
La Sra. Eddy lo dijo de esta forma: “Quien comprenda la Ciencia Cristiana, puede sanar a los enfermos basándose en el Principio divino de la Ciencia Cristiana, y esa demostración práctica es la única prueba posible de que realmente se comprende esa Ciencia”.Ciencia y Salud, pág. 345. No sería razonable esperar que un juez civil fuera sometido a esta prueba; pero ¿acaso se le debe pedir a un juez que se expida acerca de un cuestionamiento sobre la aplicación de la Ciencia Cristiana para que se solucione? La interpretación de los Estatutos es una cuestión profundamente religiosa, que afecta la estructura misma de la Iglesia, la esencia misma de lo que la Sra. Eddy estaba profundamente convencida que era la revelación que Dios le hizo de Su ley a ella, y que se manifestó en la fundación y la operación de la Iglesia.
Pero ¿es acaso suficiente apoyarse simplemente en la oración si sentimos que una decisión de la Iglesia está equivocada, hasta totalmente equivocada? La mente humana, por lo general, diría: “No, eso no es realista. ¡Hagan algo! Hagan lo que tienen que hacer. Recurran a la ley. Para eso están los tribunales”. Pero en la Ciencia Cristiana descubrimos que la oración sí funciona, que es más eficaz recurrir a la oración que a la medicina tradicional o a los remedios materiales, y que la oración también produce los mejores resultados en todos los aspectos de nuestra experiencia humana, incluso en los asuntos de la Iglesia.
Al requerir que nos apoyemos en la oración para gobernar nuestra Iglesia, en lugar de apoyarnos en el poder del voto o de la decisión de un tribunal, ¿acaso la Sra. Eddy no nos estaba exigiendo que diéramos prueba de la esperanza que está dentro de nosotros? Véase 1 Pedro 3:15. ¿No nos estaba exigiendo que realmente recurriéramos a la oración, nos volviéramos a Dios en lugar de a los medios humanos, en las cuestiones que son más importantes? Cuando el impulso se transforma en empujón, ¿estamos realmente dispuestos a orar en lugar de impulsar o empujar?
¿Acaso no es ésta la lección fundamental que todos debemos aprender en “la escuela preparatoria de esta tierra”, como la Sra. Eddy ha llamado a esta experiencia humana? Véase Ciencia y Salud, pág. 486. Aprendemos a través de la experiencia, y, si somos lo suficientemente sabios, aprendemos mediante la Ciencia, que realmente no podemos resolver nuestros problemas a través de los esfuerzos humanos, que necesitamos volvernos a Dios, y saber que “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Filip. 4:13.
¿Acaso el Manual funcionó de la manera que la Sra. Eddy pensó? Por cerca de cien años su Manual de la Iglesia gobernó exitosamente la Iglesia, tanto en tiempos de desafíos más recientes como en décadas pasadas.
La oración sí funciona. Y funciona de la manera que la Fundadora de la Iglesia de Cristo, Científico, lo planeó; gobierna la Iglesia apoyándose en la ley divina y el Amor divino, y no a través de la crucifixión que ordenan las leyes humanas.
Como dice la Epístola a los Hebreos tan acertadamente: “Pues nada perfeccionó la ley, pero sí la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios”. Heb. 7:19. Según la versión King James de la Biblia.