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El mundo necesita pensar con más originalidad

Del número de mayo de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Alguna Vez Crei que el pensar de una manera creativa y siempre nueva no era tan solo un talento maravilloso, sino algo poco común también. De hecho, no era algo fácil y natural para mí. Por más esfuerzo que hiciera para presentar un diseño único en la clase de arquitectura en la universidad, o para preparar un nuevo proyecto de radiodifusión para algún cliente, me era extremadamente difícil encontrar ideas nuevas o ver las cosas de manera diferente. Sin embargo, esto fue cambiando gradualmente. Cambió cuando tuve un mayor conocimiento de Dios por medio de la Ciencia Cristiana.

La educación espiritual tiene en nosotros un efecto notable. Más que un ejercicio meramente intelectual, el conocer a Dios es una experiencia expansiva y transformadora. Cada concepto nuevo que comprendemos acerca de la naturaleza de Dios, cada vislumbre que percibimos de Su ternura, de Su inteligencia y poder infinitos, revelan la enorme capacidad y las grandes cualidades que todos verdaderamente poseemos por ser Su imagen y semejanza.

Cuando analizamos cuidadosamente a la sociedad nos damos cuenta de que existe el deseo generalizado de pensar con más originalidad. Y esto no sucede simplemente porque las personas se están cansando de los mismos conceptos anticuados sobre los estilos de vida contemporánea, o sobre la atención a la salud, el empleo, o sobre cómo padres e hijos pueden tener una mejor relación familiar. Este deseo se manifiesta porque las personas por intuición saben que debe haber métodos mejores y más elevados de abordar estos temas. La vida de Cristo Jesús ciertamente muestra la amplia gama de posibilidades que tenemos a nuestro alcance bajo toda circunstancia, cuando comprendemos a Dios y nuestra relación con El.

El modo de pensar que podríamos llamar original, porque revela un punto de vista o una solución en la cual no habíamos pensado antes, es en realidad el razonamiento correcto y el impulso de la revelación. El razonamiento que recurre únicamente a la sabiduría humana y a los medios y métodos materiales, en cierto modo está cegado, porque rechaza lo que Dios está revelando. En Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, Mary Baker Eddy escribe: “A fin de razonar correctamente, debiera haber un solo hecho ante el pensamiento, a saber: la existencia espiritual. En realidad, no hay otra existencia, ya que la Vida no puede estar unida a su desemejanza, la mortalidad”.Ciencia y Salud, pág. 492.

Cuando aplicamos a cualquier situación lo que sabemos del Espíritu, Dios, y de la perfección de todo lo que El ha creado, podemos traspasar la lógica materialista. Percibimos qué se necesita específicamente para poner de manifiesto algo más de esta norma perfecta. La Ciencia Cristiana nos ayuda a elevarnos por encima de los límites inherentes al sentido material de la vida. Revela al Espíritu como la fuente inagotable de toda existencia y al hombre como Su semejanza ilimitada.

Recuerdo, por ejemplo, la experiencia de una familia que se trasladó a una pequeña comunidad rural porque al padre se le había presentado una oportunidad maravillosa de trabajar en una obra de servicio a la comunidad muy necesaria en esa región. Sin embargo, el panorama no era tan alentador para el resto de la familia, dado que para ellos las oportunidades parecían limitadas. La madre había estado trabajando para una firma por la cual sentía una gran estima. Y a pesar de que amaba a la comunidad a donde se iba a trasladar, la situación económica en ese lugar era poco prometedora, y los trabajos buenos eran escasos. No podía comprender cómo una comunidad tan pequeña podría proporcionarle la misma calidad de trabajo que ella iba a dejar atrás.

Al principio, los miembros de esta familia intercambiaron ideas sobre distintas maneras de buscar trabajo. Una sugerencia fue hacer un mayor uso de la red de información por computadora. Hubo otras sugerencias. No obstante, pasado un tiempo, el razonamiento parecía más bien un acertijo, sin inspiración; no parecía adecuado para llegar a una buena solución.

Los miembros de esta familia eran estudiantes de la Ciencia Cristiana, y continuaron buscando un punto de vista más satisfactorio, que no estuviera determinado por estadísticas, o el límite del tiempo o por lo que ellos sabían en ese momento sobre las perspectivas para el futuro. Su deseo era el de comprender más a Dios y a Su plan, no solamente para la madre, o para los demás miembros de esta familia, sino para todas las demás personas. El perfecto cuidado de Dios está al alcance de todos, porque Dios es Amor infinito. Ellos deseaban comprender que hay un propósito que Dios ha establecido para todos, porque, en realidad, el hombre es la expresión misma de Dios. Los miembros de esta familia afirmaron que cada persona refleja la bondad e inteligencia de Dios, de manera sustancial y sin igual. Ellos estaban reconociendo la supremacía de Dios, y sabían que nada podía impedir Su guía ni Su cuidado.

Con estas realidades de la existencia espiritual “en el pensamiento”, el razonamiento se volvió inspirado. Un nuevo modo de pensar se estaba manifestando. Un miembro de la familia reconoció que no era la comunidad sino Dios el que proporciona las oportunidades. Alguien más percibió que como Dios está en todas partes y es la fuente de todo bien, no podía haber mayor cantidad de bien en un lugar que en otro. Y no podía haber más oportunidades para recibir o hacer el bien en un lugar que en otro, a pesar de lo que el cuadro humano estaba indicando.

El razonamiento correcto era manifestar la revelación de Dios. Estaban percibiendo las cosas de un modo diferente, como son en realidad en la creación de Dios, donde El gobierna al hombre en perfecta armonía. Este punto de vista no solo era nuevo e inspirador, sino que también influyó en su vida. Poco antes que la familia se trasladara a la nueva localidad, la firma donde la madre había estado empleada le solicitó que continuara trabajando para ellos desde su nuevo lugar de residencia, aunque anteriormente habían descartado esta posibilidad. La hija se destacó en la escuela en su nueva ciudad, desarrolló nuevas actividades e hizo muchas amistades.

El pensamiento inspirado es provechoso; es una capacidad otorgada por Dios. Por lo tanto no tiene que ser una rara excepción. Cuando abrimos nuestro pensamiento sin cejar a lo que Dios está revelando de Su sabiduría y bondad ilimitadas, estamos preparados para percibir las cosas de un modo diferente y nuevo. Podemos percibir cuál es la decisión más sabia, cuál es el mejor rumbo a seguir, o el próximo paso que demuestre verdadero progreso espiritual.

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