En Los Ultimos tiempos, los medios de comunicación han destacado los estudios hechos por psiquiatras que indican que son cada vez más los ejecutivos que se quejan de dolores y malestares, a pesar de que los médicos no les encuentran ningún problema físico. Los asesores dicen que esos ejecutivos a menudo se sienten temerosos y deprimidos debido a que observan las cifras de los presupuestos con que cuentan y deben tomar decisiones para saber a quien despedir, o se preocupan pensando que ellos serán los despedidos. Parecería que son las preocupaciones las que enferman a esta gente.
Esta descripción me resultaba demasiado familiar. En una ocasión, la compañía donde trabajaba mi esposo perdió un contrato muy importante, y a partir de ese momento comenzó a tener dificultades. Funcionarios de la compañía redujeron presupuestos y reestructuraron departamentos, haciendo un esfuerzo por sobrevivir. Finalmente, un día llamaron a mi esposo para que despidiera a todo su plantel compuesto de alrededor de treinta y ocho empleados. Fue una experiencia difícil, pero descubrimos que orar da mejor resultado que preocuparse.
Por ejemplo, en esa época mi esposo recibió una amenaza por teléfono. Para aliviar el temor, nos volvimos a Dios por entero. Comprendimos que nuestra actividad más importante debía ser entender que el hombre es el linaje de Dios, que el Padre cuida de él eternamente, y prestar atención a Su guía infalible. Como Científicos Cristianos, recurrimos a nuestro Pastor — la Biblia y Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras de Mary Baker Eddy — a fin de elevar el pensamiento por encima del concepto falso del hombre como un mortal asustado y resentido, hacia la verdadera percepción del hombre como la imagen de Dios, la emanación de la sabiduría divina. Sabíamos que debíamos “ver” la bondad e inteligencia que pertenece al hombre creado por el Espíritu.
Comprendimos que, puesto que el hombre está realmente compuesto de cualidades del Espíritu, Dios, y no de la carne, él no puede ser influido por sugestiones malignas de resentimiento y venganza; que las cualidades espirituales, tales como la inteligencia, el amor, la integridad, el entendimiento y la bondad, nos pertenecen a cada uno de nosotros en este preciso instante, y se pondrán de manifiesto a medida que las reconozcamos y expresemos. Asimismo sabemos que Dios, que es Amor, satisface amorosamente las necesidades de cada uno de nosotros por lo cual no nos causó sorpresa que la amenaza quedara en la nada.
Pero la compañía aún se tambaleaba. Al comienzo, mis oraciones tenían como única finalidad salvar a la compañía, debido a que proporcionaba trabajo a una gran número de empleados. Pero un día, pude ver con mucha claridad que mis oraciones no debían estar limitadas a un resultado humano específico. Yo debía reconocer que la voluntad de Dios ya está establecida y está gobernando Su creación. Yo no debía delinear la manera en que esto debía manifestarse sino confiar en el gobierno de Dios. Humildemente, oré para que se hiciera la voluntad de Dios. A mi marido le dieron un retiro anticipado. Aunque en ese momento, no me pareció algo positivo, resultó ser el paso adecuado, pues al poco tiempo la compañía cerró.
Ahora parecía necesario encontrar un nuevo empleo. Oramos para entender mejor cual era en realidad la fuente de la provisión y para aprender en que consistía esa provisión. Dios ya nos había mostrado que el verdadero empleo no era un “lugar” sino un estado mental a través del cual expresar bondad, honestidad, integridad y amor, sea cual fuere el lugar donde estuviésemos. Eran talentos otorgados por Dios que siempre se necesitan y nunca se vuelven obsoletos, y podíamos confiar, sin ninguna duda, en que Dios nos mostraría donde esos talentos podían ser mejor utilizados. Después de una serie de sucesos que se desarrollaron de una manera ordenada, mi esposo consiguió empleo en una compañía muy buena, donde permaneció hasta que se jubiló. Si bien todas nuestras necesidades han sido plenamente satisfechas, nuestra gratitud es aún mayor por la lección tan profunda que hemos aprendido de que en circunstancias difíciles Dios está verdaderamente a nuestro alcance para ayudarnos.
El hombre mundano siempre está con temor de que sus planes para el futuro fallen, de que perderá sus bienes o de que su salud se quebrantará, impidiéndole seguir disfrutando de la vida. El Maestro Cristo Jesús nos enseñó que no debemos sentir ansiedad por nuestra vida, él dijo: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o que beberemos, o que vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Mateo 6:31–33.
Esto no significa que Jesús alentara a sus seguidores a ser indiferentes, sino a que no fuesen ansiosos. Les prometía las “cosas necesarias” si ellos primero buscaban justicia, crecimiento espiritual y un entendimiento de Dios y Su reino, y no eran perezosos para utilizar los talentos que El les había dado para que usaran cuando estaban a Su servicio.
El cristiano no está tratando de obtener una existencia material cómoda; está esforzándose por lograr esa mentalidad espiritual que Pablo dice que “es vida y paz”. Rom. 8:6. Se abandona la manera materialista de pensar una vez que hemos alcanzado una mentalidad espiritual. Esta espiritualidad trae paz a la mente y promueve confianza en la provisión que Dios proporciona al hombre, y así nos abre el camino para demostrar que el Dador de todo el bien solo espera que os volváis a El “para tener piedad de vosotros”. Isa. 30:18.
Cuando los discípulos de Jesús le pidieron que les enseñara a orar, él no les sugirió que orasen por cosas mundanas — larga vida, riquezas, honores, fama o placeres — sino por el contrario les enseñó a sus seguidores a reconocer la supremacía de Dios, Su poder gobernante, Su bondad, Su misericordia, Su totalidad. Al comprender esto, nos liberamos del temor y la preocupación, y al mismo tiempo encontramos la solución para nuestros problemas.
La Sra. Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, dirige el pensamiento hacia el crecimiento espiritual, que constituye nuestro logro más importante. Ella escribe en Ciencia y Salud: “Lo que más necesitamos es la oración del deseo ferviente de crecer en gracia, oración que se expresa en paciencia, humildad, amor y buenas obras”.Ciencia y Salud, pág. 4. Es importante tomar en cuenta que este deseo debe ser “ferviente” — impulsado por la devoción; animado por una genuina dedicación y honestidad; con el brillo de la inspiración y el afán. De otra manera, no sentiremos el impulso que se requiere para probar que nuestras oraciones son sinceras. La oración debe ser expresada. Entonces veremos evidencias de que el poder de Dios actúa en nuestra vida. Del mismo modo que la bondad de Dios se manifestó humanamente ante los hijos de Israel en forma de provisión y guía mientras atravesaban el desierto — aun para aquellos que se quejaban y dudaban de la eficacia de Sus cuidados — del mismo modo la provisión que El tiene para nuestro bienestar asumirá la forma que sea necesaria para responder a la necesidad humana.
Mi esposo y yo comprobamos que en la medida en que reconocimos que podíamos confiar en que Dios gobierna armoniosamente a toda Su creación, en esa misma medida fuimos adquiriendo un sentido continuo de la eterna presencia y el amoroso cuidado de Dios y, en esa misma proporción, disminuyeron las dudas y temores humanos y su correspondiente sufrimiento. Aprendimos que, debido a que la bondad de Dios es eternamente la misma, nunca disminuye; por lo tanto, nuestro futuro está predestinado a incluir el bien sin necesidad de sentir temor alguno.
