Mis Padres Eran Científicos Cristianos y me llevaron a la Escuela Dominical desde que yo tenía tres años. Muy pronto empecé a confiar en Dios. Aprendí a orar; de veras, aprendí que Dios es el único bien, que está siempre presente con el hombre, y es todopoderoso. El no conoce la enfermedad.
A menudo recuerdo una curación que tuve cuando era niño. Me supuraba el oído medio, lo cual era muy doloroso y desagradable. Mi abuela, con la que estaba pasando mis vacaciones, me llevó a lo de un especialista del oído. El médico dijo delante de mí que era absolutamente necesaria una operación, pues también el hueso del oído había comenzado a infectarse.
Cuando mis padres se enteraron de esto, no tuve necesidad de operarme porque quisimos confiar solamente en Dios para que me sanara. Por lo tanto, le pedimos a un practicista de la Ciencia Cristiana que orara por mí. Hubo una mejoría, pero en ese momento no se produjo la curación completa.
Cuando en mi clase de la Escuela Dominical comenzaron a hablar sobre las Lecciones Bíblicas del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, yo empecé a leer la lección todos los días. Una de las lecciones incluía el siguiente pasaje de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “Oídos. No los órganos de los llamados sentidos corporales, sino comprensión espiritual” (pág. 585). También encontré de gran ayuda la declaración que sigue: “La comprensión es la línea de demarcación entre lo real y lo irreal. La comprensión espiritual revela a la Mente — Vida, Verdad y Amor — y demuestra al sentido divino, dando prueba espiritual del universo en la Ciencia Cristiana” (Ibid., pág. 505). Estudié estos pasajes con ahínco y le pedí a Dios que me diera un corazón amoroso y obediente para que pudiera crecer en verdadera espiritualidad y que pudiera expresar sólo Su bien. Y me esforcé por poner a Dios primero en mi vida diaria.
Comencé a hacer progresos en la curación cuando fue obvio para mí que soy la libre expresión de la Mente divina, ante la cual nada puede oponerse. Me pregunté a mí mismo: “¿Puede la expresión de la Mente carecer del bien?” ¡Jamás! Los pensamientos y cualidades de la Mente son perfectos; son sustancia y vida. Los pensamientos que reconocen alguna imperfección — por ejemplo la enfermedad — no son verdaderos, porque no provienen de la Mente divina. Sólo los pensamientos buenos son reales y verdaderos. Dios da al hombre la habilidad de estar consciente del bien espiritual en todo momento. Este es el sentido espiritual, que me trajo el entendimiento de que el oído es por completo espiritual, indestructible, saludable y perfecto.
Cuando entendí esto, todos los problemas que tenía en el oído sanaron de manera completa y permanente.
Estoy agradecido a Dios con todo mi corazón por Su gran amor.
Hannover, Alemania