A Pesar Del Hecho de que he estado estudiando la Ciencia Cristiana por muchos años y que he tenido muchas curaciones, nunca se me había ocurrido que podía escribir un testimonio. Pero cuando leí en el Heraldo cómo puede uno contribuir para ayudar a los demás, fui inspirada a hacerlo.
Asistí por primera vez a un servicio religioso de la Ciencia Cristiana un día miércoles, cuando fui invitada por una amiga. Yo creía en Dios en ese momento, pero no tenía ninguna religión. Empecé a leer la Biblia y Ciencia y Salud y me interesó explorar más profundamente estas enseñanzas.
Después de tres meses de asistir con regularidad a la iglesia, me conmovió mucho el testimonio de un hombre que había sido sanado de lepra. En ese momento sentí que yo también podía sanar; por un año había estado usando una faja ortopédica, porque padecía de un lumbago deformante en la columna vertebral. El médico que me estaba atendiendo me había dicho que debía usarla de por vida. Decidí que debía dejarla de usar y confiar sólo en la oración.
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