La Gratitud Reconoce el bien recibido. Confirma nuestra receptividad al bien. Mantiene la puerta abierta a todo aquello que enriquece nuestra vida y nos permite contribuir a que el mundo sea un mejor lugar.
Pero la gratitud, así como la oración, puede ser mal utilizada. La Biblia afirma: “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”. Sant. 4:3. Estar agradecido meramente por lo que se puede consumir, por lo que no es eterno y espiritual, se puede considerar como un agradecimiento impropio.
La Sra. Eddy invita a sus lectores a expresar gratitud más espiritualmente cuando dice: “Si no sentimos gratitud por la Vida, la Verdad y el Amor, y no obstante damos gracias a Dios por toda bendición, somos insinceros e incurrimos en la censura severa que nuestro Maestro dirige a los hipócritas”.Ciencia y Salud, pág. 3. Si permitimos que nuestra gratitud por la Vida, la Verdad y el Amor nos eleve por encima de la trampa convencional de expresar gratitud por las cosas materiales, podemos llegar a apreciar realmente todo aquello que es bueno y que proviene de Dios. Es obvio que esta clase de bien puede manifestarse de una manera tangible, como ser, en forma de la casa que uno buscaba, o en ropa o en un automóvil, y así sucesivamente. La gratitud genuina puede penetrar de tal manera en nuestro corazón durante las fiestas, que nuestro gozo continúa.
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