¿Has Sentido Alguna Vez que estabas lejos de Dios? ¿Qué no lo podías encontrar o qué no podías estar cerca de Él? Bueno, Cristo Jesús nos dijo cuan cerca está Dios de nosotros. Nos dijo que el reino de Dios está a nuestro alcance.
Ahora bien, ¿qué tan lejos está tu mano de ti? ¡No muy lejos, no es cierto! Dios está aún más cerca, porque Él es Espíritu, y el Espíritu está en todas partes y en este mismo momento. Pablo un seguidor de Jesús, dijo: “En él vivimos, y nos movemos, y somos”. Hechos 17:28.
Las palabras de Pablo me recuerdan una historia que escuché sobre un pecesito del océano que estaba hablando con otro pecesito. El primero dijo: “Bueno, puedo ver la arena y los caparazones, puedo ver las algas y muchos otros pecesitos, ¿pero dónde está este océano del que ellos siempre hablan?” El pecesito no comprendía que no necesitaba ir a encontrar el océano, ¡porque él estaba en el océano! Lo rodeaba totalmente. Así es nuestra cercanía con Dios, y por eso no tenemos que buscar lejos para encontrarlo. Porque Él es Espíritu y el hombre es Su semejanza, en realidad vivimos en Él. Está a nuestro alrededor a cada instante. De hecho, Él es Todo.
Si estamos en presencia de Dios, entonces, no podemos estar en un problema también. Dios es todo bondad, es puro, Amor infinito, sin límites, barreras, ni problemas. En Dios, el bien, no puede haber temor, tristeza, soledad, enfermedad ni maldad. Y siempre vivimos y viviremos en Él.
¿Cómo podemos recordar esto cuando aparentemente tenemos un problema, cuando el camorrero de la escuela nos hace tenerle miedo, cuando una enfermedad parece hacernos sentir mal, o cuando una tentación nos arrastra a hacer algo que no es inteligente o que no es amoroso?
Algunas veces mi mano me recuerda lo que en realidad está sucediendo. Abro mi mano y pienso que la gran palma representa a Dios. Veo que mis dedos están conectados con esa palma, y pienso que en realidad todas las cosas y todos nosotros provenimos de Dios, el Espíritu. Recuerdo que los hijos de Dios lo reflejan. Ellos expresan bondad, alegría, amor, salud, pureza, cada cualidad de Dios.
De esta manera, mi mano me hace recordar cuan cerca Dios está, y esto me ayuda cuando no tengo una opinión tan buena acerca de mí misma o de otros. Recurro a Dios y trato de ver si esas opiniones de que el hombre está enfermo, triste, o es malo pueden provenir o estar conectadas con Dios, quien es supremamente bueno. Si no es así, no es posible que sean la verdad acerca del hombre.
Cristo Jesús dijo: “Yo y el Padre uno somos”, Juan 10:30. y “No puedo yo hacer nada por mí mismo”. Juan 5:30. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy dice: “Tal como una gota de agua es una con el mar, un rayo de luz uno con el sol, así Dios y el hombre, Padre e hijo, son uno en el ser”.Ciencia y salud, pág. 361.
El hecho es que no podemos hacer nada por nosotros mismos, separados de Dios. ¡No podemos tener ni un solo pensamiento verdadero, cantar una sola nota, bailar un solo paso, decir una sola palabra, ser o hacer cualquier cosa sin Dios! Y debido a que no podemos estar nunca separados de Él, nunca podemos estar separados de los pensamientos correctos, de decir palabras lindas, o hacer cosas con afecto.
Nuestra unicidad o unidad con Dios nunca cambia. Es un hecho que permanece para siempre. Todo lo que trate de decirnos que estamos solos, separados de Dios, es una mentira, y la podemos rechazar. Si pensamientos errados sugieren que hemos olvidado nuestra unidad con Dios, podemos negarlos y recordar nuestra relación inquebrantable con Él.
En una ocasión mi hija tuvo una magnífica curación al aprender más acerca de Dios y la relación que tiene el hombre con Él. Jugaba en el equipo de básquetbol de la escuela, y un jueves antes del partido, algunas niñas del otro equipo empezaron a decir cosas impropias. El equipo de mi hija quería realmente ganarle al otro equipo. Había una niña en particular que enojó muchísimo a mi hija y al resto de su equipo.
Luego durante el juego mi hija se cayó muy fuerte al suelo y se torció el tobillo, y se tuvo que quedar en la banca el resto del partido. El tobillo se hinchó y le dolía mucho. Al día siguiente tenía que practicar ya que tenían un partido muy importante el lunes siguiente. El director técnico llamó por teléfono a mi hija, preocupado por el tobillo e interesado en saber si ella podría jugar en tan importante juego.
Después de que mi hija colgó, hablamos de Dios y de Su totalidad, de Su presencia, poder y bondad en ese momento y allí mismo. Decidió llamar a una practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por ella. Fue entonces, cuando aprendimos lo de los “dedos”. La practicista le dijo que se reconociera como la emanación misma de Dios, como un dedo con la mano. Que ella no podía actuar separada de Dios. Empezó a ver con mayor claridad que las jugadoras de ambos equipos eran en realidad la semejanza espiritual de Dios, y que expresaban Su acción perfecta. Después de todo, do dedos de la misma mano no pueden tener una pelea sangrienta entre ellos ni competir uno con el otro.
Esto nos dio una perspectiva completamente nueva de identificarnos a nosotras mismas y a los demás. Ya el domingo mi hija estaba caminando normalmente, y el lunes por la noche pudo jugar todo el partido sin quedarse en la banca. Aprendió mucho acerca de ella y de las otras jugadoras, conceptos que recordó a partir de entonces en todos los partidos.
Dios está a nuestro alcance. Se expresa a Sí mismo en el hombre a cada momento. ¡No podemos estar separados ni por un instante de Él! Cuando pensamos en esto, sentimos la libertad de ser la expresión perfecta de Dios, de ser lo que realmente somos, y también ver a todos los demás como Su reflejo perfecto.