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Una introducción a la Biblia

Las mujeres de la Biblia

De la época de Cristo Jesús hasta el primer siglo

Del número de noviembre de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Las Mujeres Que Conocieron A Jesús y en algunos casos ayudaron a iniciar la Iglesia Cristiana primitiva, formaron parte de algunas de las más excitantes historias de la Biblia. No obstante, necesitamos tener en cuenta ciertas cosas. Primero, debemos evitar juzgarlas de acuerdo con el punto de vista que tenemos actualmente sobre la mujer. Percibimos mejor a estas mujeres si tratamos de comprender lo que dijeron e hicieron en su época.

También es importante recordar que la información que recibimos sobre ellas no fue relatada por ellas mismas, sino que las vemos a través de los ojos de los hombres.

Las mujeres de esa época tenían influencia, pero era fundamentalmente dentro de sus familias. Desempeñaban importantes funciones como esposas, madres, hijas y novias. Por ejemplo, las madres tenían la responsabilidad de enseñar a sus hijos valores morales y a expresar sabiduría. Y los casamientos podían unir o separar familias, y, en algunos casos países enteros.

Fuera de sus funciones familiares, las mujeres ayudaban a cuidar el ganado y a sembrar y recoger la comida. Su trabajo de hacer ropa, cocinar y otros tipos de trabajos domésticos, también llevó a lo que podríamos considerar hoy pequeños negocios.

Jesús tenía discípulas, y menciona a mujeres en sus parábolas. También mostró compasión y respeto por las mujeres al sanarlas. A su vez, por lo general ellas lo atendían y cuidaban. Sin embargo, como en el caso de los hombres, no todas las mujeres eran buenas o atentas con Jesús y sus seguidores.

Las mujeres más cercanas a Jesús

María, la Virgen-Madre. Mateo 1:16, 18–21; Lucas 1:26–35, 38, 46–48; 2:1–7, 15–19; Juan 2:1–11; 19:25; Hechos 1:13, 14. Conocemos a María más que nada como madre de Jesús. Y realmente es un papel importante y sagrado. Ella es una mujer llena de pureza e integridad. Tanto el ángel Gabriel como su prima Elisabet, dijeron que ella era “Bendita entre todas las mujeres”. Lucas 1:28–42.

María tenía entre catorce y quince años y vivía con su familia en Nazaret, cuando Gabriel se le aparece y le anuncia que tendrá un hijo. María es una madre devota, que está muy agradecida por la bondad que expresa Jesús. Ella manifiesta sabiduría y discernimiento espiritual al cuidarlo y criarlo. Está con él en una boda en Canaán y lo insta a que ayude a la familia que organizó la boda porque se han quedado sin vino. Esto inicia el ministerio público de Jesús. Ella también permanece con otras mujeres durante la crucifixión de Jesús. El último dato que tenemos de María es que estaba entre los que se reunieron después de la ascensión. En ese momento, ella estaba orando con los apóstoles en un aposento alto Jerusalén.

Elisabet, madre de Juan el Bautista. Lucas 1:5–17, 24, 36, 39–45, 57–60. Tanto María como su prima Elisabet estuvieron dispuestas a aceptar el plan que Dios tenía preparado para sus hijos. Elisabet es mayor que María y era estéril. Pero el ángel Gabriel visita también al esposo de Elisabet y le dice que Elisabet va a tener un hijo. Elisabet, quien está muy avanzada en su embarazo cuando María la visita, es la primera en saludar a María como la Virgen-Madre. Tal vez ella comparte con María la idea de que para Dios todo es posible. Poco después que María regresa a su casa, Elisabet da a luz un hijo. Algunos de los que la rodeaban lo llamaban Zacarías como su padre. Pero Elisabet, recordando la promesa del ángel, dice: “No; se llamará Juan”.

Ana. Lucas 2:36–38. Una viuda en el Templo de Jerusalén, es la primera mujer en proclamar que el niño Jesús es el Cristo.

Jesús sana a tres mujeres y a una niña. Una mujer, la suegra del Apóstol Simón Pedro, había estado en cama con fiebre, pero ni bien Jesús la sana, ella se levanta y le sirve. Mateo 8:14, 15; Marcos 1:30, 31; Lucas 4:38, 39. Otra mujer había estado encorvada o lisiada por muchos años. Lucas 13:11–13. Cuando Jesús la sana ella glorifica a Dios. Una tercera mujer ha estado con hemorragias durante mucho tiempo. Ella sana mientras Jesús pasa entre una multitud de camino a ir a ayudar a la hija de Jairo, que tiene alrededor de doce años. Para cuando Jesús llega a donde está la niña, ella ya murió, pero Jesús le devuelve la vida. Mateo 9:18–25; Marcos 5:35–43; Lucas 8:41–56.

Herodías. Mateo 14:3–11; Marcos 6:17–28. Miembro de la clase gobernante, Juan el Bautista la critica por haber dejado a su primer esposo por Herodes Antipas, su tío. Él se había divorciado de su propia mujer para casarse con ella. En venganza por la crítica, ella le pide a su hija, cuya danza agradó a Herodes, que le pida la cabeza de Juan el Bautista en un plato.

María y Marta. Lucas 10:38–42; Juan 11:1–45; 12:3. Estas hermanas viven en Betania y abren las puertas de su hogar a Jesús. Marta corre de un lado a otro para servir a los invitados. Pero su hermana más joven, María, está muy atenta escuchando a Jesús, y se ubica entre los hombres y los otros devotos seguidores, un privilegio que Jesús dice: “no le será quitad[o]”.

María y Marta tenían un hermano, Lázaro, que es amigo de Jesús también. Tiempo después, Lázaro se enferma. María y Marta recuerdan las palabras y los hechos de Jesús, y lo mandan a buscar para que venga a ayudar a su hermano. No obstante, para cuando él llega, Lázaro ya hace cuatro días que está muerto. Pero Jesús le dice a Marta: “Todo aquel que... cree en mí, no morirá eternamente”. Jesús va al sepulcro donde habían puesto a Lázaro y se vuelve en oración a Dios con humildad. Luego llama a Lázaro y éste sale caminando, vivo. Imagínense lo felices que habrán estado María y Marta.

María Magdalena. Mateo 27:55, 56, 61; 28:1–8; Marcos 15:40, 47; 16:1–10; Lucas 8:1, 2; 24:10; Juan 19:25; 20:1, 2, 11–18. Esta María viene de Magdala. (Magdala es la palabra griega equivalente al migdol semítico, o atalaya.) Jesús la sana de “siete demonios”, siete enfermedades desconocidas. Ella se transforma en uno de los seguidores de Jesús más leales, y va con él a la cruz, aun cuando todos los apóstoles lo habían abandonado. El servicio que le brindó a Jesús, al cuidarlo cuando la multitud se había puesto en su contra, y finalmente lo dejaron en el sepulcro solo, es un ejemplo de amor para todos nosotros. Ella es también la primera en enterarse de que Jesús ha resucitado de la tumba. Y va y les cuenta esto a los Apóstoles Pedro y Juan.

La mujer cananita. Mateo 15:21–28; Marcos 7:24–30. Conoce a Jesús cuando él viaja por Canaán, y ella le pide que sane a su hija. Al principio él no responde, pero ella insiste. Jesús sana a la hija sin siquiera verla.

Salomé. Mateo 20:20–23; 27:56; Marcos 15:40, 41; 16:1–8. Es la madre de Santiago y Juan, que son los hijos de Zebedeo y apóstoles de Jesús. Ella le pide algo especial a Jesús para sus dos hijos: que se puedan sentar uno a la derecha y otro a la izquierda de Jesús en su reino. Pero Jesús le contesta que ella no sabe lo que está pidiendo. Le dice que él no puede conceder ese deseo, porque sólo Dios puede hacer eso. Posteriormente, Salomé está con Jesús en la crucifixión, y también en el sepulcro cuando María Magdalena descubre que Jesús no está allí.

La mujer de Samaria. Juan 4:7–42. Viajando por Samaria, Jesús se encuentra con una mujer que está sacando agua del pozo de Sicar. Él le relata todo el pasado de ella, y ella abre su corazón y su mente al mensaje que él le da, y se lo transmite a otros en su tierra. Ella es la primera persona no judía a quien Jesús le revela que él es el Cristo, y ella aprende que “Dios es espíritu”.

La esposa de Pilato. Mateo 27:19. Aunque las mujeres probablemente tenían bastante influencia en sus hogares y con sus maridos, en un momento muy importante, Pilato no escucha a su mujer. (Poncio Pilato es el que no logra detener la injusta crucifixión de Jesús.) Ella tiene un sueño que premoniza la gran injusticia que se la hará a Jesús. Y envía un mensaje con un sirviente a su marido pidiéndole que no permita que la gente mate a Jesús. Pero él no escucha, y no detiene a la furiosa multitud para que no condenen a Jesús. Esta mujer tiene una fuerte convicción de la diferencia que existe entre el bien y el mal.

Mujeres de la primera iglesia

María, madre de Juan Marcos. Hechos 12:12. Probablemente esta María ya era viuda cuando abre las puertas de su hogar en Jerusalén para que oren los primeros cristianos. Asimismo, cuando Pedro va a la casa de ella después que escapa de la prisión, encuentra allí grupos de gente orando por él. María es devota de las enseñanzas de Jesús. Probablemente su casa fuera un centro bien conocido de oración.

Dorcas, llamada también Tabita. Hechos 9:36–41. Dorcas hace muchas obras de bien. Vive en Jope y cose para los necesitados. Cuando muere repentinamente, sus familiares cercanos mandan a buscar a Pedro. Cuando él llega de Lida, despide a las lloronas y resucita a Dorcas.

Lidia. Hechos 16:14, 40. Lidia es una mujer de negocios que vende púrpura. Es de Tiatira. Sin embargo, mientras está en Filipo conoce a Pablo. Ella es una sincera buscadora de la Verdad, y se transforma en la primera cristiana de Europa. El mensaje de Pablo acerca de Cristo Jesús la conmueve tanto que le pide a Pablo que la bautice a ella y a toda su casa. Su casa se transforma en el primer lugar de reunión para los cristianos de Europa.

Priscila (también llamada Prisca). Hechos 18:2, 3, 18, 24–26; Rom. 16:3–5; 1 Cor. 16:19; 2 Tim. 4:19. Ella y su marido construyen tiendas y son maestros en Corinto, donde Pablo se queda con ellos. Priscila también navega con su marido y Pablo a Éfeso, donde ella ayuda a enseñar a Apolos, estudiante de las Escrituras que del cristianismo sólo conocía el bautismo de Juan. Priscila y su marido se transforman en líderes de sus iglesias en Corinto y Éfeso, y posteriormente en Roma. En Éfeso y Roma, Priscila tiene una iglesia en su casa.

Febe. Rom. 16:1, 2. Febe entrega una carta de Pablo a los romanos. Ella es de Cencrea y probablemente viaja por barco o en caravanas por las montañas para llegar a Roma. Probablemente sea una mujer de gran y buena influencia. Pablo la llama “diaconisa de la iglesia”. La palabra diaconisa proviene del griego, diaconos. Puede que haya sido ministro como Pablo y Timoteo y otros.

Las mujeres eran definitivamente parte del ministerio sanador y figuras importantes en las luchas y victorias de la Iglesia primitiva. Otras mujeres, aparte de las mencionadas aquí, aparecen en los Evangelios y escritos de la Iglesia primitiva.

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