Era Un Día Muy Lluvioso. Mirábamos las noticias por la televisión y hablaban de muchos accidentes carreteros debido a las condiciones del tiempo. Pronosticaban que el tiempo seguiría así. El problema era que al día siguiente iríamos a una ciudad del interior del país para concurrir a una reunión muy importante.
Inmediatamente, se presentaron las preguntas: "Si llueve, ¿vamos? ¿Deberíamos temer a las noticias? ¿Somos temerarios si estamos dispuestos a ir a pesar de la información desfavorable? ¿Estábamos poniendo mucha voluntad humana de nuestra parte?
Pasó la noche sin tener una clara respuesta a estas preguntas. Al día siguiente, sentí un gran temor por la posibilidad de llegar a tener un accidente con el coche. Oré para mis adentros y me dije: "Padre, que sea Tu voluntad y no la mía". Recordé que una practicista de la Ciencia Cristiana me había comentado que en una ocasión ella tuvo dudas acerca de hacer un viaje a un país lejano, entonces alguien le dijo: "Si Dios no quiere que vayas, no permitirá que pongas ni un solo pie en el barco". Pensé que igualmente sería conmigo, si Dios no quería que fuera, Él no me permitiría poner ni un solo pie en el auto, de manera que seguí con los preparativos. Para nuestra satisfacción, llovió muy poco durante el viaje, y un sol radiante brilló cerca del mediodía, en momentos en que repetíamos el Padre Nuestro en voz alta. Una de las personas que viajaba conmigo dijo que temores similares habían querido interponerse entre ella y el viaje, porque también había visto las noticias del día anterior, pero ella decidió seguir adelante, confiando en Dios.
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