Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

El hombre no tiene historia mortal

Del número de noviembre de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Ha Sentido Alguna Vez que algo en su pasado está afectando lo que le sucede actualmente? Tal vez le haya resultado difícil hacer amistades u obtener buenas calificaciones en sus estudios, por eso le parece imposible creer que algo bueno pueda sucederle en ciertos campos; ya que no parece haber precedentes para que ello ocurra. O si bien usted se ha sobrepuesto a alguna adversidad, quizás su recuerdo todavía esté afectando negativamente su manera de ver las cosas. Pensamientos de ese tipo a veces pueden convencernos de no aprovechar una oportunidad o de darnos por vencidos en algo debido a la noción preconcebida de que tenemos pocas posibilidades de alcanzar el éxito. No obstante, la Ciencia Cristiana revela que estos pensamientos no son legítimos porque no provienen de Dios, sino que son sugestiones mentales agresivas que carecen de sustancia verdadera. Los pensamientos de Dios son siempre buenos y en nuestro ser real como imagen de Dios no hay debilidad ni puntos vulnerables. Puesto que el hombre refleja a Dios, el Espíritu, el hombre es en realidad espiritual y no tiene que superar ninguna historia mortal, ya sea buena o mala. El comprender este hecho nos puede ayudar ahora mismo de una forma práctica.

Los pensamientos de Dios son siempre buenos y en nuestro ser real como imagen de Dios no hay debilidad ni puntos vulnerables.

Una de las experiencias de Pablo en la Biblia me ha dado mucha esperanza. Véase Hechos 28:1–6. Los romanos lo llevaban prisionero a Roma cuando su barco naufragó en una isla, junto con otros prisioneros y soldados romanos. Los que habitaban la isla fueron muy amables y encendieron un fuego porque hacía frío y había empezado a llover. Mientras Pablo ponía unas ramas secas en el fuego, apareció una víbora venenosa y se le prendió de la mano. Los nativos llegaron a la conclusión de que ese hombre debía ser un criminal y que iba a morir por sus pecados del pasado. Pero Pablo sacudió la víbora sin vacilar y para sorpresa de todos no murió ni sufrió el menor daño por la mordedura de la víbora.

Para mí, lo notable de este relato fue la prontitud con que Pablo se deshizo de la víbora. Antes de convertirse al cristianismo, había sido un acérrimo perseguidor de los cristianos. Si Pablo hubiese aceptado la sugestión de que merecía morir por lo que había hecho en el pasado, quizás no hubiera podido sacudirse la víbora tan rápidamente. Pero él sabía que un conocimiento del amor de Dios y de la relación del hombre con Él nos permite destruir todo mal. La verdadera identidad de Pablo no estaba en lo más mínimo en un cuerpo material o historia humana, sino que era espiritual e inmutable y pudo demostrarlo, aun cuando todos a su alrededor aceptaban un punto de vista equivocado acerca de él. Es imprescindible arrepentirse del pecado y destruirlo, pero una vez destruido, no tenemos que sufrir por él. El pecado no forma parte de la historia e identidad verdadera del hombre.

Cristo Jesús contradecía constantemente la supuesta validez de la historia mortal sanando enfermos y pecadores. En una ocasión, cuando el Maestro y sus discípulos vieron a un hombre ciego de nacimiento, Véase Juan 9:1–7. los discípulos le preguntaron a Jesús: "Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Él respondió: "No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él". Y sanó al hombre. La historia mortal no tiene efecto en el poder sanador del Espíritu infinito, dado que la mortalidad no forma parte de la inmortalidad. No tiene ninguna relación con la verdad acerca del hombre.

El saber que el hombre no tiene historia mortal me ha ayudado de muchas maneras. Por ejemplo, durante mi segundo año en la universidad tuve muchas dificultades con las asignaturas que estaba cursando. Además empecé a preocuparme porque la relación con mis amistades se estaba deteriorando y, en general, me sentía muy deprimida por el curso que estaba tomando mi vida. Un día, hablé con una amiga, decana de la facultad — con la que había hablado muchas veces sobre las experiencias poco satisfactorias de mis estudios primarios y secundarios — y le dije que no me sentía preparada para la carrera que estaba siguiendo en la universidad y que lamentaba no haber cultivado mejores amistades mientras iba creciendo. Me recomendó que buscara ayuda profesional para tratar con todas esas imágenes negativas de mi pasado. Su punto de vista era que, si bien no podía cambiar el pasado, podía aprender a lidiar con esas experiencias y mejorar mi propia imagen, lo que mejoraría mi experiencia en la universidad.

Se me ocurrió que inconscientemente yo debía haber estado atribuyendo muchas de mis dificultades presentes a cosas que me habían sucedido en el pasado. En ese preciso momento rechacé la idea de que cualquier cosa que hubiera sucedido en el pasado pudiera hacerme sufrir. Me di cuenta de que esos acontecimientos jamás habían tocado mi verdadera identidad como hija de Dios y por tanto no podían afectarme ahora. Había aprendido en una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana que Dios hizo al hombre a Su imagen y semejanza. El hombre verdadero no es un pecador, no está sujeto a la creencia mortal de que el hombre ha caído ni que es intrínsecamente pecador o víctima de la mala suerte.

Le agradecí a mi amiga por su interés en mí y le dije que todo saldría bien. De ahí en adelante mi progreso fue firme, confié en que el Amor me guiaría. A partir de entonces mis calificaciones mejoraron enormemente y mis amistades se estabilizaron. Se me presentaron nuevas oportunidades de expresar mi verdadera identidad como la hija inteligente y amada de Dios.

La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: "La teoría verdadera del universo, incluso el hombre, no se encuentra en la historia material sino en el desarrollo espiritual".Ciencia y Salud, pág. 547. Tenemos que contemplar las lecciones espirituales y dejar que ellas nos guíen e impulsen hacia adelante.

Nadie tiene porqué ser víctima del pasado. Al entender que Dios, el bien, siempre está con nosotros y que nuestra identidad es realmente perfecta y espiritual, podemos vencer todo lo que pretenda obstaculizar nuestro progreso mediante curaciones incuestionables.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / noviembre de 1997

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.