Hace Algunos Años pasé por momentos muy difíciles. Como resultado mi salud comenzó a afectarse. Empecé a buscar respuestas sobre la vida. En esta búsqueda encontré Ciencia y Salud en la biblioteca de la zona. En ese tiempo padecía de cistitis crónica. Cuando estaba leyendo el libro por segunda vez y había pasado más de la mitad, dejé todo remedio material y me apoyé en las verdades espirituales que el libro plantea para la curación. Varios días después por la noche, a pesar de sentir una aguda molestia, me fui a dormir sintiéndome elevada y gozosa por lo que había estado leyendo. Desperté por la mañana completamente sana y la condición no reapareció más.
También estoy agradecida por la curación de un tumor inflamado en el cuello. Después de estudiar la Lección Bíblica de esa semana, me aferré en oración a la verdad de que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios. El hombre es espiritual y no es mortal ni material. Sólo existe el crecimiento espiritual. Nada material podía crecer en mí, porque la creencia de vida en la materia es una ilusión. Dios es perfecto, y Su idea, Su reflejo, también es perfecto. Dios perfecto y hombre perfecto. Al cabo de dos horas la condición había sanado.
En otra ocasión sané de verrugas en las manos cuando oré con “la declaración científica del ser”, que comienza diciendo: “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo” (Ciencia y Salud, pág. 468). Esta experiencia me demostró que las curaciones se producen fácilmente cuando no cedo al temor, la duda o el desaliento, y me aferro a la comprensión de que Dios es Amor, Verdad y Vida, y que Él realmente nos ama a todos.
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