Durante Un Prolongado desayuno con unos amigos, surgió en la conversación el tema de la herencia. Ellos pensaban que esto les ayudaba a explicar algunas características propias o de personas conocidas. Reconocieron que los rasgos de carácter, aptitudes e intereses humanos eran el resultado de tener gustos y cualidades similares pertenecientes a uno de los padres o a algún antepasado distante.
Aunque estas asociaciones con el pasado pueden parecer inofensivas, tienen una parte negativa. ¿Cómo podemos corregir lo que a menudo consideramos que son fallas o debilidades heredadas? Rechazando la creencia de que vivimos en la materia y que somos gobernados por leyes físicas. Ciencia y Salud refuta la supuesta autoridad de la herencia de esta manera: "La transmisión hereditaria no es una ley". Y un poco más adelante continúa diciendo: "En la proporción en que comprendemos la Ciencia Cristiana, nos liberamos de la creencia en la transmisión hereditaria, de que hay mente en la materia o magnetismo animal; y desarmamos al pecado de su poder imaginario en la proporción en que comprendemos espiritualmente el estado del ser inmortal".Ciencia y Salud, pág. 178.
Este "ser inmortal" es nuestra naturaleza espiritual, que incluye sólo el bien. Es la herencia que recibimos de nuestro Padre-Madre Dios. El hombre, el hijo de Dios, la Verdad, expresa todos Sus atributos en innumerables formas. El Apóstol Pablo expresa este pensamiento cuando escribe: "El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo". Rom. 8:16, 17.
Para vencer el falso concepto de herencia, debemos eliminar de la consciencia la creencia de que el hombre hereda rasgos de carácter materiales tanto deseables como indeseables. El hombre no es material y, por lo tanto, no estamos atados a herencias materiales. Ni las herencias favorables ni las peligrosas son la verdad del ser, porque ambas son irreales. La herencia del hombre proviene del único Padre, quien es la fuente de todo el bien.
El hombre no puede estar limitado en ninguna dirección porque Dios, a quien él refleja, es infinito. La salud, la habilidad, la oportunidad, la sustancia verdadera, nos pertenecen sin medida. Las cualidades espirituales que constituyen la verdadera individualidad nunca pueden ser destruidas ni agotadas, y tampoco pueden volverse inoperantes. Dios es su fuente, y son tan eternas como la Mente que las crea y sostiene.
Las enseñanzas de Cristo Jesús nos aseguran que Dios ya nos ha dado a todos las riquezas del Amor, que los sentidos materiales insisten que no tenemos. Nuestra libertad, originalidad e inteligencia están activamente presentes porque somos inseparables de Dios porque somos Sus ideas. Nuestra capacidad para demostrarlas también proviene de nuestro Padre-Madre Dios, la Mente divina.
En un sentido verdaderamente científico, podemos decir "Como el Padre, así es el hijo". Con confianza y regocijo, recurramos a Dios para todo lo que necesitemos saber acerca de los verdaderos hijos del verdadero Padre-Madre.