Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Hace Ya Algún tiempo,...

Del número de agosto de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace Ya Algún tiempo, el hecho de la unidad e inseparabilidad de Dios y el hombre me impresionó profundamente. Ciencia y Salud dice: "En la Ciencia divina, Dios y el hombre verdadero son inseparables como Principio divino e idea" (pág. 476). ¿No es maravilloso saber que somos absolutamente inseparables de la Vida, la Verdad, el Amor, la perfección y la inteligencia, en realidad de todo lo que Dios es?

Durante un viaje a Londres una amiga y yo decidimos visitar dos museos. En el autobús me tomé de la correa que se encuentra en el techo para sujetarme y mi dedo quedó atascado en ella, y se me salió de la articulación. Lo saqué y puse la mano en el bolsillo del saco, repitiendo una y otra vez que yo no estaba separada de la bondad de Dios. Cuando bajé, le dije a mi amiga: "¡Mírame parada con la mano en el bolsillo!", entonces me di cuenta de que mi dedo estaba bien.

Durante el tiempo que asistí a la Escuela Dominical, con la ayuda y guía de mis maestros, tuve muchas curaciones y también los animalitos que teníamos en la casa.

Cuando mi hijo iba creciendo tuvo magníficas curaciones. En tres días sanó de impétigo, una erupción contagiosa en la piel, que le apareció en las piernas. Trabajamos con la declaración de la página 480 de Ciencia y Salud: "Donde está el espíritu de Dios, y no hay lugar donde Dios no está, el mal se vuelve nada, lo contrario del algo del Espíritu". Este párrafo fue el favorito de la familia cuando él era niño. En otro momento, cuando estuvo muy enfermo de enteritis, una practicista me ayudó a liberarme del temor, y lo apoyamos declarando su perfección como hijo de Dios. Al día siguiente ya estaba bien, ¡y tan lleno de energía que no pudimos mantenerlo en cama! El reconocer que estaba totalmente rodeado por el Amor, su Padre-Madre Dios, siempre era un consuelo para él si se despertaba durante la noche.

Hace menos de un año me caí con todo mi peso sobre el brazo derecho. Inmediatamente recordé las primeras palabras del Himno N° 58 que había cantado como solista el último domingo en el servicio de la iglesia: "Padre, Tus amantes hijos hacia Ti gozosos van..." El verso termina con: "si en Tu Espíritu vivimos, nada nos hará caer". Esas verdades inundaron mi pensamiento, y luego la "declaración científica del ser" de la página 468 del libro de texto.

Por la apariencia que tenía el brazo, yo diría que estaba roto. Me levanté y lo envolví con una toalla. No estaba dispuesta a aceptar ese cuadro como verdadero, ni sentí temor, ni preocupación, ni dolor. Simplemente reconocí que no podía estar separada del amor de Dios.

Cuando llamé a un practicista para que me apoyara, me recordó que yo era la imagen de Dios que no se podía romper. Durante aquella noche me sentí rodeada de mucho amor, reconfortada y feliz. Al día siguiente saqué al perro a dar una vuelta y regué las plantas, pero fundamentalmente oré y pensé en todas las cosas por las que tenía que estar agradecida. Esa noche me desperté y sentí un movimiento a la altura del hombro, y comprendí que se había dislocado, y que ahora se había acomodado en su lugar correcto. La evidencia del hueso quebrado ya había desaparecido.

Al día siguiente manejé mi coche, con cambio mecánico, hasta la ciudad usando mi brazo derecho para hacer los cambios y disfrutando de total libertad. El practicista me dijo que aceptara la absoluta e inalterable perfección de Dios. Eso es lo que hice, y el resultado fue que me liberé del error.

Tres semanas después hice un viaje de cinco semanas y media, cargando mis valijas en aeropuertos y autobuses sin ningún problema.

Soy una estudiante de la Ciencia Cristiana que está muy agradecida.


Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / agosto de 1997

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.