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Despierta y sé sano

Del número de agosto de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Se Ha Sabido de casos que en un momento de despertamiento espiritual, años de pecado, enfermedad y sufrimiento han desaparecido. ¿Pero cómo? Mediante el claro reconocimiento de que el pecado y el sufrimiento nunca forman parte del hombre espiritual de Dios, nunca forman parte de nuestro verdadero ser. Dios es la Mente divina perfecta que todo lo crea, y el hombre es la idea espiritual y perfecta de la Mente. Por lo tanto, los problemas humanos son un engaño. Son sueños diurnos sobre Dios y el hombre, creencias hipnóticas. La idea de Dios, el hombre, no ha caído ni es mortal, tampoco tiene una historia humana, sino que es en realidad la semejanza del Espíritu perfecto, sostenido por, e inseparable de, la Vida y el Amor divino.

El pecado y la enfermedad se pueden sanar más rápidamente cuando comprendemos que son sueños de los cuales la Verdad divina nos puede despertar a través del sentido espiritual. Lo que la Verdad le revela a la consciencia humana sobre la existencia espiritual del hombre, puede en un instante despertar al pensamiento de la dificultad más aguda o crónica.

Cuando soñamos puede que nos veamos hablando con gente imaginaria, donde cada uno sufre de un problema en particular, pero en el momento en que despertamos el sueño termina, y las dificultades desaparecen instantáneamente. Lo mismo ocurre con nuestros sueños diurnos de sufrimiento, siempre podemos despertar de ellos a la perfección espiritual del hombre en Dios.

Esto es lo que hace que la curación espiritual esté a nuestro alcance instantáneamente: ni los problemas del pasado ni los presentes son, ni nunca han sido, espiritualmente verdaderos. De hecho, toda la creencia de que la vida material está sujeta al tiempo es una percepción falsa de la realidad. ¿Cómo puede la mortalidad ser cierta, cuando la Vida es el Espíritu infinito, la sustancia eterna del hombre y el universo? Toda existencia verdadera es formada por el bien divino, Dios. La perfección espiritual es la verdad de la Vida ahora y para siempre. La armonía espiritual del hombre y del universo no cambia, es lo que era, lo que es y lo que siempre será. Cuando comprendemos esta verdad a través de la oración, transforma y sana nuestra vida.

¿Cómo puede la mortalidad ser cierta, cuando la Vida es el Espíritu infinito, la sustancia eterna del hombre y el universo?

Todo mal es un sueño mortal que se basa en la creencia de una mente separada de la Mente divina única, Dios. La Sra. Eddy escribe: "La mente mortal es una ilusión; tanto en los momentos en que estamos despiertos como en los que estamos dormidos. La creencia de que la inteligencia, la Verdad y el Amor, residen en la materia y se hallan separados de Dios es un error; pues no hay mal inteligente, ni poder aparte de Dios, el bien. Dios no sería omnipotente si hubiera en realidad otra mente que creara o gobernara al hombre o al universo". Luego añade: "En la medida en que nos opongamos a la creencia de que existe el sentido material la enfermedad, el pecado y la muerte y reconozcamos que estamos bajo el gobierno de Dios, la Mente espiritual e inmortal, iremos abandonando progresivamente lo animal por lo espiritual, y aprenderemos el significado de aquellas palabras de Jesús: 'Id por todo el mundo... sanad enfermos'".Escritos Misceláneos, págs. 36-37.

En el sueño mortal de la supuesta existencia en la materia, la presencia eterna de la perfección espiritual sigue oculta. No obstante, mientras los sentidos materiales dan testimonio del mal, el sentido espiritual nos revela que el Espíritu infinito nunca cambia y, por lo tanto, que el hombre espiritual permanece intacto. La Vida divina y su idea se manifiestan sin interrupción, impedimento o retraso. El hijo espiritual y amado de Dios, Su expresión, nunca forma parte del sueño de la pecadora y sufriente humanidad. El hombre es sostenido permanentemente por la Mente divina siempre consciente, en salud, pureza y bondad, independiente del tiempo y la materia. Es por eso que la curación no es más que un cambio de pensamiento. Cuando el pensamiento se vuelve consciente del Amor divino, hasta el peor pecado o emergencia física se disuelve en la nada. Y lo que entonces se manifiesta estuvo, en la realidad espiritual, siempre presente — la perfección del hombre en Dios.

Las creencias humanas malas y temerosas hacen todo lo posible para que las aceptemos...

Pablo reconoció que el pensamiento camal es un engaño, cuando escribe: "Los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden". Rom. 8:7. Las creencias humanas malas y temerosas hacen todo lo posible para que las aceptemos, pero sin nuestro consentimiento no se pueden manifestar ni hacer nada. Y nosotros podemos silenciar los engañosos argumentos de la mente carnal, aceptando la verdad de que el hombre sólo tiene la Mente que es Dios.

Cristo Jesús no aceptó ninguna otra Mente más que la divina, y de este modo probó que los conceptos humanos y errados están sujetos al inmediato poder correctivo de la Verdad divina. Ya fuera que Jesús sanara lepra, demencia, adulterio, sordera o resucitara a alguien de lo que se llama muerte, su claro punto de vista espiritual de que el hombre es perfecto y espiritual, y vive en la totalidad del Espíritu, hace que el pensamiento receptivo ceda a la Verdad. Y este cambio mental hacia la realidad espiritual es lo que produjo la curación de condiciones morales y físicas erróneas.

Este mismo poder espiritual que impregnó la vida de Jesús está a nuestro alcance también. Es la influencia del Amor divino — el Cristo que habla a la consciencia humana — que sana hoy como sanó en la época de Jesús. El Cristo siempre nos está impulsando a despertar al murmullo de la Mente, Dios, como nuestra única Mente, y a la perfección de la Mente como la perfección que reflejamos. No existe ningún pecado tan horroroso ni enfermedad tan terrible de la que el Cristo no nos pueda liberar. Cada momento es un momento sanador a medida que cedemos a la comprensión espiritual de la Verdad y a la gracia del amor de Dios. La promesa del Maestro: "De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará...", Juan 14:12. se está cumpliendo hoy en cierto grado, en la vida de los corazones receptivos y hambrientos de espiritualidad.

Una parienta mía tuvo una rápida curación después de años de sufrir de serios dolores de cabeza, raptos de llanto, desaliento y resentimiento, cuando durante una visita a un practicista de la Ciencia Cristiana, ella comprendió que la única Mente es Dios, la Mente perfecta que lo incluye todo. Los raptos de llanto y el desaliento sanaron instantáneamente, y muy pronto desaparecieron las otras creencias erróneas. Una carta que ella envió al practicista dice en parte: "Adquirí una mayor consciencia del hecho de que la mente mortal está completamente separada de mi identidad. No me pueden acusar de ser un mortal. Realmente me encanta percibir que las cualidades de compasión, paciencia, bondad, tranquilidad, armonía son las cualidades de Dios que yo y todos reflejamos. Como resultado de esta mayor percepción de lo que el Amor divino está haciendo por todos nosotros, he sanado".

Realmente el Amor divino nos está dando todo lo que necesitamos. El Amor imparte inteligencia y comprensión espiritual, que dirigen nuestro pensamiento fuera del pecado y de la enfermedad, hacia la demostración de la perfección espiritual. Dejamos de tener temor y, en lugar de eso, comprendemos el poder generoso del amor de Dios. Entonces el amor de Dios y de Su Cristo se pone a las órdenes de nuestro corazón y derrota el mal.

Estudiar la Biblia y Ciencia y Salud por la Sra. Eddy con un pensamiento deseoso de reforma, y orar humildemente y con el anhelo de encontrar a Dios, es ceder a la gracia sanadora de la Vida, la Verdad y el Amor divino. La Verdad divina destruye el temor, el odio, la envidia, la deshonestidad, y revela que son faltos de inteligencia e impotentes. La aparente solidez de la materia, o sentido material, cede a la sustancia tangible e indestructible del Espíritu, constituidos por cualidades como son el amor, la fortaleza, la alegría, la integridad y la pureza. Esto no es nada menos que la transformación del carácter y del cuerpo impulsada por el Principio divino en acción. Cuando esto ocurre, nos sentimos impregnados de Amor divino, y con gratitud reconocemos que pertenecemos a Dios, el bien infinito. Era así como se llevaba a cabo el trabajo sanador de Jesús. La comprensión espiritual le revelaba que las cualidades de Dios estaban siempre presentes allí mismo donde aparentaba estar la materialidad. La Sra. Eddy explica: "Aprendemos algo de las cualidades de la Mente divina por medio del Jesús humano. El poder de su trascendente bondad se manifiesta en el dominio que ésta le confirió sobre las cualidades opuestas al Espíritu, que los mortales llaman materia".Esc. Mis., pág. 199.

La Mente divina está continuamente impartiendo al hombre la "trascendente bondad" de las cualidades semejantes al Cristo. Estas cualidades espirituales definen al hombre y a la mujer de Dios, como realmente somos. Ellos constituyen la actividad y la sustancia del Alma, reflejados en el hombre espiritual. Podemos tener la certeza de que es debido a lo que Dios es y que el hombre refleja a cada momento, que tenemos el sentido espiritual y la autoridad para decir al mal: "Hasta aquí, y no más". Véase Ciencia y Salud, pág. 124. La Biblia confirma esto cuando dice: "Ciertamente espíritu hay en el hombre, y el soplo del Omnipotente le hace que entienda". Job 32:8.

La Verdad, el Amor divino, está siempre presente para despertarnos y traer regeneración espiritual, una mayor comprensión y curación. De modo que regocijémonos de que no hay obstáculos para la curación. Ahora somos los hijos del Amor. Ya estamos, en la realidad espiritual, conscientes de Dios y de la perfección e integridad espiritual del hombre.


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