El contagio personal
En épocas de enfermedades contagiosas, los Científicos Cristianos se esfuerzan por ascender en consciencia al verdadero sentido de la omnipotencia de la Vida, la Verdad y el Amor, y la comprensión de este gran hecho en la Ciencia Cristiana pondrá fin al contagio.
En épocas de prosperidad religiosa o científica, ciertas personas tienden a aferrarse a la personalidad de su guía. Este estado mental es enfermizo; es un contagio, un mal mental, que debe ser enfrentado y vencido. ¿Por qué? Porque destronaría al Primer Mandamiento: Tendrás un solo Dios.
Si Dios es uno y Dios es Persona, entonces la Persona es infinita; y no hay adoración personal, porque Dios es el Principio divino, el Amor. De aquí el pecado, el peligro y la oscuridad del contagio personal.
El olvido del Principio divino produce este contagio. Sus síntomas se basan en el sentido o la visión personal. Declarar la verdad con respecto a una persona o guía, alabando a quien merece alabanza, no es un síntoma de este mal contagioso, pero la búsqueda persistente de la persona de él o de ella, sí lo es.
Toda pérdida de gracia y de crecimiento espiritual, desde el comienzo de los tiempos, ha sido el resultado de la injusticia y del contagio personal. Si los siglos hubiesen ayudado a sus líderes a alcanzar la gloria de Dios, y los hubiesen dejado en paz en ella, el mundo no habría perdido la Ciencia del cristianismo.
"¿Qué salisteis a ver?" ¿A una persona, o a un Principio? Cualquiera sea la respuesta, determina lo correcto o lo erróneo de esta adhesión. Un motivo personal gratificado por los sentidos nos dejará como "una caña sacudida por el viento", mientras que ayudar a un guía en la dirección de Dios, dándole tiempo y retiro para proseguir la ascensión infinita —el comprender el orden y la consciencia divinos en la Ciencia—, nos despertará de nuestro propio sueño de sentido personal, sanará la enfermedad, y hará de nosotros Científicos Cristianos.
¿Acaso no sigue vigente la antigua pregunta? "¿Cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?" Sino, ¿cuándo te podremos ver para obtener algo bueno de tu personalidad?
"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios" (San Juan). Esta gran verdad de la impersonalidad e individualidad de Dios y del hombre a Su imagen y semejanza, individual pero no personal, es el fundamento de la Ciencia Cristiana. Jamás hubo una religión o una filosofía que se perdiera para los tiempos, excepto por haber sumergido su Principio divino en la personalidad. ¡Qué todos los Científicos Cristianos reflexionen sobre este hecho, y den plena libertad a sus talentos y tiernos corazones solo en la dirección correcta!
Partí de Boston en la cumbre de la prosperidad para retirarme del mundo y buscar a la única Persona divina, por medio de lo cual mostrar a los demás los pasos de los sentidos al Alma. Todo lo que le pido a la humanidad es que me dé esta oportunidad.
Mi alma agradece la naturaleza noble y leal de los amados miembros de mi iglesia que obedecen a Dios con alegría y continúan promoviendo con firmeza el verdadero Principio de la Ciencia Cristiana. Sólo los desobedientes propagan el contagio personal, y cualquier beneficio imaginario que reciban es el efecto de su propio mesmerismo, en el que el remedio es peor que la enfermedad.
The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 116.
Spanish translation ©1997 The Christian Science Board of Directors
Reservados todos los derechos
Personal Contagion
Christian Scientists endeavor to rise in consciousness to the true sense of the omnipotence of Life, Truth, and Love, and this great fact in Christian Science realized will stop a contagion.
In time of religious or scientific prosperity, certain individuals are inclined to cling to the personality of its leader. This state of mind is sickly; it is a contagion — a mental malady, which must be met and overcome. Why? Because it would dethrone the First Commandment, Thou shalt have one God.
If God is one and God is Person, then Person is infinite; and there is no personal worship, for God is divine Principle, Love. Hence the sin, the danger and darkness of personal contagion.
Forgetting divine Principle brings on this contagion. Its symptoms are based upon personal sight or sense. Declaring the truth regarding an individual or leader, rendering praise to whom praise is due, is not a symptom of this contagious malady, but persistent pursuit of his or her person is.
Every loss in grace and growth spiritual, since time began, has come from injustice and personal contagion. Had the ages helped their leaders to, and let them alone in, God’s glory, the world would not have lost the Science of Christianity.
“What went ye out for to see?” A person, or a Principle? Whichever it be, determines the right or the wrong of this following. A personal motive gratified by sense will leave one “a reed shaken with the wind,” whereas helping a leader in God’s direction, and giving this leader time and retirement to pursue the infinite ascent, — the comprehending of the divine order and consciousness in Science, — will break one’s own dream of personal sense, heal disease, and make one a Christian Scientist.
Is not the old question still rampant? “When saw we thee a stranger, and took thee in? or naked, and clothed thee? Or when saw we thee sick, or in prison, and came unto thee?” But when may we see you, to get some good out of your personality?
“In the beginning was the Word, and the Word was with God, and the Word was God” (St. John). This great truth of God’s impersonality and individuality and of man in His image and likeness, individual, but not personal, is the foundation of Christian Science. There was never a religion or philosophy lost to the centuries except by sinking its divine Principle in personality. May all Christian Scientists ponder this fact, and give their talents and loving hearts free scope only in the right direction!
I left Boston in the height of prosperity to retreat from the world, and to seek the one divine Person, whereby and wherein to show others the footsteps from sense to Soul. To give me this opportunity is all that I ask of mankind.
My soul thanks the loyal, royal natures of the beloved members of my church who cheerfully obey God and steadily go on promoting the true Principle of Christian Science. Only the disobedient spread personal contagion, and any imaginary benefit they receive is the effect of self-mesmerism, wherein the remedy is worse than the disease.
The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pg. 116.
Original en inglés. Copyright, 1909, by Mary Baker Eddy, Renewed, 1937.
