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En Escritos Misceláneos,...

Del número de septiembre de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En Escritos Misceláneos, la Sra. Eddy escribió una maravillosa promesa: "Dios os da Sus ideas espirituales, y ellas, a su vez, os dan vuestra provisión diaria. Nunca pidáis para el mañana; es suficiente que el Amor divino es una ayuda siempre presente; y si esperáis, jamás dudando, tendréis en todo momento todo lo que necesitéis" (pág. 307).

Descubrí este pasaje durante un período de mucha tensión en que pasé varios meses sin trabajo y no tenía qué comer, y busqué en mi oración la ayuda de Dios. Lo encontré tan inspirador, que tomé una cartulina lo copié con un marcador azul grande y lo colgué encima del espejo que está sobre mi cómoda, para que fuera la primera cosa que veía cada vez que me levantaba. Me detenía, y en medio de bostezos, reflexionaba sobre él con detenimiento y en oración. Creía en lo que decía. Agradecía a Dios por tenerlo. Traté de ser obediente a lo que decía: no pedir para el mañana, esperar sin dudar, y saber que tendría todo lo que necesitara en todo momento.

Mi esposo y yo comenzábamos nuestra rutina de encontrar empleo cada día, llenos de esperanza y fe. Pero no surgía ningún puesto. No obstante, estábamos aprendiendo que la provisión de Dios es el resultado de Su ley de provisión y demanda. Donde hay una necesidad o demanda genuina, allí mismo está la provisión espiritual inmediata para satisfacerla.

Durante esta época de desafíos, nuestro himno favorito del Himnario de la Ciencia Cristiana (N° 46) nos acompañaba diariamente en nuestra búsqueda. El segundo versículo dice: "Él otorga con amor fuerza en la necesidad;/ desechemos el temor y tomemos el maná".

Descubrimos que la ley de provisión de Dios operó de diferentes maneras para responder a nuestras necesidades. Cuando ya no tuvimos un hogar donde vivir, mi hermana y su esposo nos ofrecieron una habitación a una renta mensual mínima. Aceptamos con mucho agradecimiento. Veíamos que cada instancia de provisión cumplía con la promesa en la que estábamos confiando. Nuestro coche viejo, de alguna manera, seguía funcionando, aunque a veces después de cargarle gasolina nos quedábamos sin un centavo.

Un día ocurrió algo notable. Con literalmente el último centavo en el bolsillo, fuimos a la oficina de correos para recoger la correspondencia, y había una carta con un cheque por una suma bastante grande para mi esposo. Él estaba de lo más sorprendido, ya que era el pago de una comisión de una compañía donde había sido vendedor hacía mucho tiempo. Cada vez que parecía que llegábamos al fondo del barril, recibíamos otro cheque, a veces hasta de una compañía diferente. Esto continuó así durante cerca de seis semanas hasta que un día brillante, se abrió un puesto excelente y permanente. Entonces nos regocijamos y expresamos mucha gratitud por haber aprendido a no pedir para mañana sino ver que la ley de Dios está siempre respondiendo a nuestra necesidad de cada día y de cada hora. Es interesante notar, que después de que nos mudamos a nuestro nuevo hogar y posición, nunca más volvimos a recibir uno de esos cheques inesperados.

Ésta es tan solo una de las muchas experiencias que me han hecho apreciar, a lo largo de los años, el haber tenido una madre y un padre que amaban la Ciencia Cristiana y que me hicieron asistir desde pequeña a la Escuela Dominical.

Mis dos hijos han atravesado por todos los desafíos de la niñez confiando únicamente en Dios para responder a todas sus necesidades, entre ellas una ocasión en la que ambos fueron sanados de tos convulsa de un día para otro.

En una oportunidad, durante un brote de gripe, sané instantáneamente. Con voz ronca, temprano una mañana, llamé a una querida practicista para pedirle tratamiento. Realmente me sorprendí cuando me dijo con firmeza que yo no tenía tiempo para estar enferma. Sintiendo un poco de lástima de mí misma, no obstante me levanté y me preparé para ir a trabajar, y todos los síntomas desaparecieron de inmediato.

A todos los héroes anónimos del planeta — los dedicados practicistas y enfermeros de la Ciencia Cristiana — quiero expresar mi más profunda gratitud. A todos los leales Científicos Cristianos de todo el mundo, estoy humildemente agradecida por el amor y la curación que están trayendo a la humanidad.


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