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Encontremos seguridad cambiando nuestra manera de pensar

Del número de septiembre de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Los Ataques Terroristas que ocurren alrededor del mundo son vivos recordatorios de la necesidad de sentirse seguro. ¿Acaso la respuesta se encuentra en aumentar la cantidad de policías, tener sistemas de seguridad más avanzados, vigilar más de cerca a los grupos extremistas? Éstas puede que sean medidas temporales de seguridad, pero la manera de protegernos a nosotros mismos, así como a la sociedad constantemente de las actividades terroristas y criminales, y reformar ese comportamiento, es a través de un profundo cambio en la manera que cada uno de nosotros individualmente piensa acerca de Dios y de su prójimo. ¿Le parece absurdo? Jesús no lo consideraba así. De acuerdo con el capítulo trece del Evangelio según Lucas, él exhortaba a que se hiciera ese cambio en el pensamiento.

Algunas personas le contaron a Jesús acerca de un brutal incidente que había ocurrido. Pilato había matado a algunos hombres de Galilea y mezclado su sangre con la de animales para ofrecerla en sacrificio a Dios. La teología de aquella época promovía la creencia de que las catástrofes recaían en la gente porque habían quebrantado una de las leyes de Dios, y que el sufrimiento era el castigo de Dios. Por lo tanto, muchos consideraban que estos galileos murieron porque habían cometido una ofensa moral. Pero Jesús negó esto. Dijo: "¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente". Lucas 13:2, 3.

Inmediatamente, Jesús les mencionó otro incidente que ocurrió en Jerusalén. Dieciocho personas habían muerto cuando la torre de Siloé se desmoronó y les cayó encima. Aplicando esa lección a ellos, planteó la misma cuestión teológica: "¿Pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente". Lucas 13:4, 5. Jesús censuró la cruda idea teológica de que las catástrofes son el medio que tiene Dios para castigar, declarando con énfasis que los hombres que mató Pilato y los hombres que estaban de pie debajo de la torre de Siloé, no eran ni mejores ni peores que la mayoría de los hombres.

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