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Un Mes de diciembre, mi...

Del número de septiembre de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un Mes de diciembre, mi esposo y yo no teníamos trabajo. Todos los otros padres compraban ropa para sus hijos para Navidad. Mis hijos se empezaron a preocupar por esto, y me preguntaron qué pensábamos hacer. Recordé cuando comencé a estudiar la Ciencia Cristiana.

Sucedió así: los médicos habían decidido extirparme el útero porque pensaban que el cáncer lo había destruido. Pero yo no quería que hicieran esto porque quería casarme y tener hijos. Mi novio, un Científico Cristiano, me alentó a que tuviera confianza en Dios. Fui a la Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana, y la persona a quien le hablé acerca de la situación me dijo que la Sra. Eddy dice que los niños son "pensamientos y representantes espirituales de la Vida, la Verdad y el Amor" (Ciencia y Salud, pág. 582). Le pregunté qué era un pensamiento espiritual, y me dijo que eran pensamientos buenos, que provenían de Dios. Me alegré de escuchar eso, me casé y tuve tres hijos. Estamos contentos de tener la Ciencia Cristiana en nuestro hogar, y de haber podido asistir a los servicios de la iglesia y llevar a los niños a la Escuela Dominical.

Continué orando acerca de comprarle ropa a los chicos para Navidad, y me vino un pensamiento. El hombre es la idea compuesta del Espíritu infinito. Razoné que si somos ideas compuestas del Espíritu infinito, entonces el bien que recibíamos no se podía terminar. Pedí a los chicos que entraran, y les leí algo de Mateo: "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen". Y más adelante dice: "Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?" (6:19, 25, 26). Esto nos dio mucho consuelo.

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