Cuando Se Produce una tragedia surgen preguntas agobiantes como: ¿Por qué ocurrió esto? ¿Por qué a mí, o a ella o a ellos? La gente con frecuencia hace tales preguntas a alguien experto o a un amigo cercano. Pero muchos claman a Dios: ¿Dónde estás Tú? ¿Por qué no vienes y haces algo?
Lo que mucha gente ha encontrado de gran consuelo, aun en momentos trágicos, ya sea que afecte a una o a miles de personas, es que ellos pueden sentir — pueden reconocer muy claramente — la presencia y el poder sanador de Dios. Gente que ha enfrentado situaciones humanas muy difíciles recurrió a Dios y descubrió que estaba allí mismo con ellos, con su Amor tierno y constante, listo para ayudarlos.
¿A qué evidencia se refieren? A la evidencia de la curación espiritual, de la guía divina, de un profundo consuelo, de comprender en cierta medida la amorosa naturaleza de Dios, Su inteligencia, Su ley.
Entonces, ¿qué sucede con la evidencia que afirma que Él no está con nosotros, como el sufrimiento que parece tan vívido, problemas que parecen estar más allá del control de Dios? ¿Si Él está con nosotros, porqué no interviene y arregla todo?
La respuesta se encuentra en lo que Dios, el Amor, debido a Su naturaleza, jamás puede dejar de hacer. Dios siempre es Amor, siempre cuida de Sus hijos. Lo cierto es que estamos acostumbrados a ver un mundo material, frágil y riesgoso, como algo real. A su vez, la mente humana interpreta que estamos atrapados en este espectáculo que — a veces trágico — vemos tan claramente con nuestros ojos; y que Dios está ausente, o es demasiado débil o cruel para hacer algo. La gente ha vivido con este concepto por tanto tiempo que tiende simplemente a aceptarlo y amoldarse a él.
Pero esto no es ver lo que Dios, la Verdad divina, está revelando. ¿Cómo podemos saber qué es lo que Dios está revelando? Viendo y oyendo con los ojos y oídos que Él nos dio, los sentidos espirituales que disciernen la verdad espiritual.
La oración es la clave. La oración utiliza esos sentidos, presta atención a Dios, la Verdad, aguardando y escuchando las respuestas de la Verdad, viendo y escuchando lo que la Verdad nos está revelando. Y vemos que eso es un espectáculo muy diferente del mundo lleno de problemas y tragedias que nos rodea. Por medio de esta oración de entendimiento y discernimiento espiritual, percibimos que el universo creado por Dios, el Espíritu, en el que vivimos como Su imagen, es espiritual, es totalmente bueno, está en perfecto orden, y es real. Tal oración, una oración científica, eleva al pensamiento de lo trágico a la comprensión — la certeza — de que la vida permanece intacta y que todos estamos sostenidos por Dios, que es Amor.
Algunas veces esta certeza empieza como un momento enternecedor, en el que sentimos mucha paz — se vislumbra una calma espiritual — allí mismo donde parece que todo se cae a pedazos. Donde una tragedia ha dejado enfermedades o heridos, y no existen posibilidades de recuperación, sentimos una tenue esperanza, después una expectativa; luego la convicción de que Dios "sana todas tus dolencias" y "rescata del hoyo tu vida", como la Biblia declara. Véase Salmo 103:2-4.
Con respecto a esto, estuve pensando en cómo una señora de Illinois, en los Estados Unidos, recientemente describió la esperanza y expectativa que ella y su esposo sintieron durante una devastadora inundación, que fue la segunda en tres años.The Christian Science Journal, September 1996, págs. 55-56. Al enfrentar la amenaza de otra inundación, ella razonó de la siguiente manera: "Le pedí a Dios que me ayudara a ver lo que Él estaba haciendo, en vez de ver lo que las aguas estaban haciendo como si tuvieran un poder aparte de Dios". Fue tentada por el desaliento, pensando que no podría soportar otra inundación. Pero luego, a causa de su oración obtuvo un sentido diferente de las cosas. Ella dijo: "...sentí inmediatamente la seguridad proveniente de Dios de que nunca había experimentado un primer desastre". Nunca es el deseo de Dios que Su creación sufra desastres, jamás es Su designio, jamás una realidad. El agua retrocedió sin que llegara a su casa, ni a ninguna de las casas de su ciudad.
Este bien poderoso que sentimos al orar no siempre está de acuerdo con lo que los ojos humanos ven. "El falso testimonio del sentido material contrasta notablemente con el testimonio del Espíritu", dice la Sra. Eddy en Ciencia y Salud.Ciencia y Salud, pág. 252. No obstante, el bien que vemos y escuchamos de Dios es lo que realmente sucede. Él está aquí. Él siempre está aquí. Y todo lo que Él hace es bueno y es amado allí mismo donde nos encontramos y en este mismo momento.
La oración ayuda a cualquiera, en cualquier momento, a ver lo que el "ojo no vio, ni oído oyó".1 Cor. 2:9. Y no sólo vemos las cosas diferentes como resultado de este discernimiento espiritual, sino que también nuestra vida cambia y se restaura literalmente.