¿Ha Pensado Alguna vez que la Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana existe para informar a la comunidad que la experiencia humana no se encuentra separada del gobierno de Dios? Una Sala de Lectura es como la levadura de la Verdad y el Amor que actúa e impregna en la comunidad el mensaje de la nueva venida del Cristo, trayendo curación y armonía a cada aspecto de la vida humana. (Por supuesto que no es la Sala de Lectura la que logra esto, ¡sino la oración de aquellos que la apoyan y trabajan allí!) El Cristo, la Verdad, revela que lo humano y lo divino realmente coinciden. Jesús, y más tarde sus discípulos, comenzaron su ministerio predicando: "... el reino de Dios se ha acercado". Marcos 1:15. La Sala de Lectura es un lugar en el cual esta tarea evangelizadora continúa en el mundo de hoy.
Si creemos que la experiencia humana y la divina están separadas, necesitaremos esforzarnos más cuando intentemos establecer la conexión que ya existe. El ser consciente, como el estanque alimentado por una fuente, es el producto del Alma, el Espíritu. La unión entre el Alma y el hombre es permanente e inalterable. El Alma, Dios, quien sostiene la existencia del hombre, determina la naturaleza y las cualidades verdaderas del hombre. Consideremos la fuente y el estanque. Si la fuente se agotara, el estanque se secaría inevitablemente. La actividad inmortal del Alma evita que el hombre se vuelva infructífero. Cada vez que consideramos la causa y fuente de nuestro ser, vemos la gloria, el poder, la perfección, la majestad y la bondad de Dios, y entonces percibimos que, como lo reveló Jesús, todo esto — el reino de Dios — constituye la sustancia verdadera de nuestra vida, incluso de lo que denominamos experiencia humana.
La Primera Iglesia de Cristo, Científico, fue organizada para "conmemorar la palabra y las obras de nuestro Maestro, la cual habría de restablecer el Cristianismo primitivo y su perdido elemento de curación".Manual de la Iglesia, pág. 17. La enorme importancia que la vida de Jesús tiene para toda la humanidad se debe en gran parte a que su vida reveló la coincidencia de lo humano y lo divino. ¿Podemos expresar esto de otra manera? El propósito de Dios, Su voluntad, se manifiesta completamente en el hombre espiritual, en su vida y en su ser. Como consecuencia de esto, en la proporción en que el Cristo — que revela lo que Dios sabe de Sí mismo y de Su creación, el hombre y el universo — impregna nuestra consciencia, descubrimos que cada aspecto de nuestra experiencia humana se relaciona con el modelo divino que Dios estableció. Desde una perspectiva, el Cristo parece transformar la vida de las personas; en nuestra vida se manifiesta curación, armonía, pureza y justicia. Desde otra perspectiva, la unión o unicidad eterna de Dios y el hombre es comprendida y se hace evidente.
El Cristo, la Verdad, es el mensaje de Dios que viene continuamente a la consciencia humana, revelando una humanidad rodeada de toda la gloria del Amor divino. Esta percepción espiritual del ser destruye el sufrimiento, puesto que lo priva de causa alguna. (La supuesta "fuente" del sufrimiento, la creencia de que el hombre está separado de Dios o que está fuera de la influencia del Cristo, se agota. Y si la fuente se agota, ¿qué sucede con todo lo que nosotros pensábamos que se originaba en ella?) A medida que el Cristo nos convence de que verdaderamente somos el hombre de Dios, y de que el hombre coexiste con Dios, el Principio eterno, percibimos y experimentamos buena salud, orden, bondad y amor. Así, demostramos que el hombre refleja la perfección y la actividad de Dios. La Ciencia Divina nos capacita cada vez más para ver al hombre como Dios lo conoce, y cuanto mejor percibimos esto, tanto más estamos conscientes de que somos lo que Dios conoce de nosotros y de todos.
Sin embargo, no podemos guardar esta percepción sólo para nosotros. De hecho, la experiencia nos muestra que si lo hacemos, "nuestra vid se marchita", es decir, no seremos bendecidos por los frutos. El Cristo no sólo nos instruye, sino que también nos encomienda que prediquemos el evangelio y sanemos a los enfermos. La Sra. Eddy declara en Ciencia y Salud: "Quienes estén dispuestos a dejar sus redes o a echarlas a la derecha en pro de la Verdad, tienen ocasión ahora, como se tuvo antaño, de aprender y practicar la curación cristiana. Las Escrituras la contienen. El sentido espiritual de la Palabra imparte ese poder. Pero, así como dice Pablo: '¿Cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?' Si enviados, ¿cómo podrán predicar, convertir y sanar a las multitudes, a menos que la gente oiga?"Ciencia y Salud, págs. 271-272. La Sala de Lectura es el centro donde desarrollar esta actividad cristiana.
De modo que la Sala de Lectura no es sólo un lugar tranquilo donde estudiar, ni tampoco es un archivo histórico, ni una colección de libros y publicaciones periódicas para los miembros de la Iglesia y otras personas interesadas. La Sala de Lectura cumple con su misión espiritual cuando percibimos que está destinada a demostrar la coincidencia de lo humano con lo divino. Es un lugar en la comunidad donde se revela el Amor divino. Donde el poder sanador de la Palabra de Dios se reconoce y expresa. En muchos sentidos, es como la estrella de Belén que guía a la humanidad hacia el nuevo advenimiento del Cristo. Además es el lugar de mayor distribución de Ciencia y Salud.
La Sala de Lectura anuncia a la comunidad que la profecía bíblica se ha cumplido. El Consolador prometido, la segunda venida del Cristo, ha llegado; y la prueba de que esto es verdad está en las obras sanadoras de los miembros de las Iglesias de Cristo, Científico, en cada comunidad.
La Sala de Lectura anuncia a la comunidad que la profecía bíblica se ha cumplido.
Nadie en este siglo ha percibido más claramente que Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, Christian Science (crischan sáiens) que es posible e imprescindible que la comprensión de las palabras de Jesús esté acompañada de obras semejantes a las que él llevó a cabo: la reforma del pecador y la curación del enfermo. En una carta a una iglesia filial, ella escribió: "El cristianismo es el llamado imperativo del Amor divino al hombre para que el hombre se asemeje al Cristo, para que emule las palabras y las obras de nuestro gran Maestro".The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 148. En otro artículo ella escribió: "La Ciencia Cristiana es más que un profeta o una profecía: presenta no solamente palabras, sino obras — la demostración diaria de la Verdad y el Amor".Escritos Misceláneos, pág. 373. La consciencia del Cristo, la Verdad, revela las manifestaciones del Cristo: la curación y la salvación.
Quienes atienden una Sala de Lectura reflejan el Espíritu divino, que es "muy limpio... de ojos para ver el mal, ni [puede] ver el agravio". Hab. 1:13. Al contemplar el nuevo advenimiento del Cristo a través de la Ciencia Cristiana, él o ella es testigo de la verdad científica de que el hombre es creado por Dios, y que por eso lo bendice con la curación. Aquellos que atienden la Sala de Lectura han aprendido que no hay nada más santo que el mensaje de Dios de Verdad y Amor presentado por su Pastor, la Santa Biblia y Ciencia y Salud. Ellos han sentido "del Verbo el poder",Esc. Mis., pág. 398. y se han dado cuenta de que pueden satisfacer a aquellos que "tienen hambre y sed de justicia", Mateo 5:6. y consolar a quienes "lloran". Reconocen que la Sala de Lectura es un lugar donde hay vida y luz; un lugar donde, en un sentido figurado, puede encontrarse a la gente "andando, y saltando, y alabando a Dios" Hechos 3:8. en respuesta a Su poder sanador.
A medida que vislumbramos y demostramos la misión espiritual de la Sala de Lectura, contribuimos a que sirva de luz al mundo. Cuando no somos capaces de reconocer esa misión, la Sala de Lectura parece inactiva y cubierta de polvo. La ubicación de la Sala de Lectura y las horas durante las cuales está abierta son un barómetro del amor de los miembros de la iglesia por la Ciencia divina, y su reconocimiento de que es el Consolador prometido a su comunidad y a esta época. ¡No debería ser un milagro encontrar una Sala de Lectura, y mucho menos encontrarla abierta! Una Sala de Lectura inactiva se está sometiendo a la pretensión del magnetismo animal de que el Cristo está ausente. Es natural que los Científicos Cristianos protesten cuando descubren las pretensiones del magnetismo animal. Y cuando nuestra protesta es seguida de obras, nosotros y la raza humana recibimos los beneficios.
El primer cargo para el que fue designado un amigo mío en una iglesia filial fue servir en la Sala de Lectura los sábados por la tarde durante el verano. Le dijeron: "Nadie viene en ese horario", y así fue. Después de un par de semanas, le vino este pensamiento: "Me han mentido. Me han pedido que crea que nuestro Pastor no tiene más trabajo que hacer aquí; que todos los que están espiritualmente hambrientos, que están enfermos o tienen problemas de cualquier clase, ya han satisfecho sus necesidades". Eso obviamente no era verdad. El Consolador, la revelación que hizo Dios de la Verdad, que está a nuestro alcance a través de nuestro libro de texto, Ciencia y Salud, ¿es acaso inútil o innecesario? ¡Nada de eso! Hoy en día parece ser más necesario que nunca. Mi amigo reconoció en ese momento que el Consolador estaba allí, que tenía una misión que cumplir, y que está activo en todo momento.
Poco después de esto, alguien se acercó a la puerta y excusándose dijo: "No sé por qué estoy aquí". Mi amigo le respondió: "Usted está aquí porque necesita este libro". Le mostró Ciencia y Salud, y así era. Ese fue el final de las inactivas tardes del sábado.
La vida de Jesús, sus palabras y obras, ilustran la coincidencia de lo humano y lo divino. La Iglesia de Cristo, Científico, existe para conmemorar su vida. La Ciencia Cristiana nos ha hecho estar espiritualmente vivos, vivos de amor. Este amor hace que el servir a Dios desinteresadamente sea algo natural. Ésta es nuestra prioridad más elevada. Nos esforzamos por demostrar nuestra fe a través de nuestras obras; y por más que nuestros primeros pasos al servir puedan ser vacilantes, el Consolador nos toma de la mano y nos revela la evidencia de la presencia y el poder de Dios.