Ciencia y Salud ha transformado profundamente mi vida. Recurrí a este libro en una época en que buscaba respuesta a muchas preguntas y que estaba totalmente entregada a mi profesión en el área de la salud mental.
Trabajaba en una compañía asesorando a empleados que tenían problemas personales. Además era consultora y daba apoyo a los jefes que tenían empleados con problemas en el trabajo. Antes, fui terapeuta en una agencia de ayuda familiar, fui trabajadora social psiquiátrica, y también ejercía mi práctica privada como psicoterapeuta.
Mi búsqueda me llevó por muchos caminos. Incluso, utilicé varias formas de tratamiento psicológico, leí libros, exploré diferentes religiones y espiritismo, aprendí meditación y yoga, experimenté con remedios nutricionales y vitamínicos e investigué la astrología y los cristales. No obstante, cada uno de éstos me llevó a soluciones insatisfactorias y temporales. Sé que todo esto era parte de la "amorosa preparación" que Dios me estaba dando para lo que estaba por venir.
Tuve guardado Ciencia y Salud durante seis meses hasta que sentí que era el momento de la búsqueda y exploración espiritual. Una vez que comencé a leerlo, se me hizo muy claro que la espiritualidad genuina se relacionaba con Dios y sólo con Dios, el único Espíritu. También vi cómo se relacionaba conmigo. Esto hizo desaparecer la confusión y la incertidumbre que había estado sintiendo sobre el tema. Me sentí bien y en paz. Además, reconocí que lo que estaba aprendiendo de Dios y la naturaleza de Su realidad, con el tiempo me apartaría por completo del campo de la medicina. Sin embargo, tenía mucho que aprender y necesitaba crecer espiritualmente antes de poder dar ese paso.
De niña recibí instrucción religiosa diaria; sin embargo, me di cuenta de que lo que me habían enseñado era de poca ayuda o consuelo. Ahora estaba avanzando espiritualmente y podía sentir la presencia de Dios en mi vida de una manera muy tangible. Comencé a sentir esa alegría que un himno dice "nada te 1 [a] puede quitar". El despertar a la presencia amorosa de Dios tuvo y continúa teniendo una impresión maravillosa en mí, abrazando y enriqueciendo las relaciones en mi hogar y mi familia, con mis amistades, con mi carrera y mi salud.
Además de comprender más a Dios, hubo otro aspecto fundamental en mi crecimiento espiritual. A menudo había cuestionado el propósito de mi trabajo y de mi vida. La respuesta de la Sra. Eddy a la pregunta "¿Qué es el hombre?", produjo un profundo revuelo en mi pensamiento. Era sorprendente aprender acerca de la identidad puramente espiritual del hombre, su permanente unión con Dios como Su reflejo, sin signo alguno de enfermedad, ni alteración emocional, ni problemas de relación. Este nuevo punto de vista de Dios y el hombre, y la naturaleza de esta relación, tuvo un impacto en mi educación y trabajo como terapeuta, y las cosas comenzaron a cambiar.
Por ejemplo, el comprender que Dios es Mente desafió las teorías más básicas que había creído. Entre ellas, la función del cerebro y de la mente humana — tanto consciente como inconsciente — en la salud del hombre. Siempre le había dado gran importancia a la niñez y a la historia familiar, a las sustancias químicas del cuerpo y al nivel de hormonas, a la genética y a los perfiles psicológicos, al desarrollo de la personalidad, etc. Me habían enseñado que para tratar un problema era necesario analizar una y otra vez. Pero ahora, esta nueva perspectiva de que el hombre es perfecto, sano, saludable, libre, el hijo amado de Dios y no un mortal perturbado mentalmente, me forzó a ver a mis pacientes (y a todos los demás) de manera diferente. Supe que lo que la Sra. Eddy había revelado era la verdad, lo sentí en mi corazón y experimenté su influencia en mi vida.
En mi trabajo escuchaba los problemas de la gente — gente que era infeliz en su matrimonio, adictos, ansiosos, deprimidos — y a medida que mi comprensión de la Ciencia Cristiana crecía, vi que las personas que me pedían ayuda en realidad buscaban la verdad revelada en Ciencia y Salud No lo decían con esas palabras, pero era muy claro. Como tenía que darles una respuesta, comencé a compartir ideas de este libro en las sesiones de consulta. Los pacientes comenzaron a hablar espontáneamente acerca de su fe y creencia en Dios y la religión. Cuando me parecía oportuno, compartía Ciencia y Salud y hablábamos directamente del libro.
Un problema que la medicina consideraba incurable y que me obligaba a tomar medicamentos diariamente, sanó muy pronto con el tratamiento en la Ciencia Cristiana. Finalmente me sentí completa, contenta y satisfecha. ¿Cómo podía ahora darle un diagnóstico médico al reflejo de Dios que se sentaba frente a mí? Con el tiempo tuve que tomar una decisión, y cuando llegó el momento, la opción fue muy clara, y jamás miré hacia atrás.
Me di cuenta de que mis compañeros terapeutas también podían usar este libro para ayudarles en su trabajo. Repartí ejemplares con liberalidad y descubrí que mis colegas estaban interesados, y eran receptivos. No me extrañó descubrir que las razones que hoy motivan a la gente a comprar libros sobre espiritualidad son básicamente las mismas que los impulsan a buscar la ayuda de un terapeuta. Fue muy natural para mí compartir Ciencia y Salud con mis colegas y a veces con mis pacientes. Jamás pensé que era algo difícil de hacer. Estaba teniendo un impacto tan grande en mi vida, que quería que los demás tuvieran la misma oportunidad. De ninguna manera me lo iba a guardar para mí sola.
Hoy se está produciendo un cambio o fermentación en el pensamiento en el campo de la salud mental. Una prueba de este cambio se ve en lo siguiente.
Primero, el método de tratamiento principal ha cambiado de un modelo donde los pacientes están en terapia durante un tiempo prolongado, a un modelo de tiempo más corto, con un enfoque basado en la salud. Ahora los terapeutas deben pasar más tiempo evaluando los aspectos más positivos de los pacientes en lugar de sus enfermedades o debilidades.
Segundo, han proliferado los programas de 12 pasos que sigue Alcohólicos Anónimos, donde los participantes son guiados a poner su vida en manos de un Poder Superior (es decir, Dios).
Esto ha contribuido a un tercer cambio en la cuestión de la salud mental: comenzó a desaparecer la oposición al papel que cumple la espiritualidad, la fe y aun Dios en el tratamiento. Antes, hablar sobre esto hubiera sido razón suficiente para tildar a una persona de tener alucinaciones o ser psicótica. Todavía hay mucho que hacer pero es obvio que ha habido progreso.
Por último, cuando consideramos las razones que motivan a la gente a visitar a los terapeutas y a comprar libros sobre espiritualidad, es lógico que mucha gente vaya a la librería en busca de ayuda y respuestas en lugar de ir al consultorio de un terapeuta. No sé si a muchos terapeutas les gustará esta observación, pero parece ser bastante probable.
Estoy segura de que todos ustedes comparten mi gratitud por la evidencia de que la levadura está en operación en el campo de la salud mental, así como en el resto del campo médico, y esto no se va a detener hasta que toda la masa haya sido leudada.
Ésta fue mi experiencia antes y después de oír sobre la Sra. Eddy y su libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Trabajé como enfermera registrada durante 34 años; los últimos 22 años como enfermera en una Sala de Emergencias. Determinada lo que necesitaban los pacientes, obtenía su historia clínica, y hacía que tuvieran tratamiento adecuado. Y, en cierto sentido, eso mismo había estado haciendo todos esos años para mí misma.
Siempre creí en Dios. Sabía que Él sanaba y que las oraciones eran respondidas; pero pensaba que eso sólo ocurría algunas veces. También hubo momentos en que tuve la profunda necesidad de conocer a Dios, de saber cuál era mi propósito en la vida, y la necesidad de sanar del dolor emocional causado por experiencias que tuve en mi niñez. Visité muchas librerías en busca de escritos que pudieran responder a mis preguntas. Muchas veces me pregunté cómo habría sido mi vida si hubiese encontrado Ciencia y Salud hace muchos años.
Pero no fue así, y en lugar de ello seguí el único curso que supe seguir. Hace unos 10 años obtuve una Maestría. Mi tesis era sobre "Técnicas de curación basadas en la energía", y allí exploré la práctica de la Teapéutica del Tacto. Tuve muchas curaciones con esta técnica y las documenté en mi tesis. Creo que estas curaciones se debieron a que le estaba dando crédito a Dios por la labor sanadora. En aquella época sufría de un problema en las articulaciones musculares y aplicaba a mi caso lo que estaba aprendiendo de los métodos de curación alternativa relacionados con la energía. El propósito era liberarme de problemas emocionales y sanar de ese modo el dolor. Pero esta teoría requería poner mi atención en el cuerpo, y esto no me aliviaba el dolor sino que lo empeoraba. La curación vino luego cuando comencé a leer Ciencia y Salud, y aprendí que Dios no causa el dolor.
Continué en la Sala de Emergencia, pero sentía un vacío dentro de mí. Al mismo tiempo, Dios se estaba volviendo cada vez más importante en mi vida, y yo estaba comenzando a comprender más de Su totalidad. Supe que Él era el origen de mis designios. También quise ayudar a los pacientes a encontrar a Dios.
Ahora contaré qué ocurrió después de leer Ciencia y Salud. Todo comenzó un día en que tuvimos que dejar de jugar al golf debido a la lluvia. Un amigo y yo estábamos en el club conversando y comenzó a contarme acerca de Mary Baker Eddy y de sus enseñanzas y escritos. Esto me llamó la atención. He aquí alguien que pensaba como yo, todo era tan nuevo y no obstante tan familiar. Mi amigo me dio un ejemplar de Ciencia y Salud, y me contó acerca de las Lecciones Bíblicas semanales. Comencé a leer las lecciones y me gustaban tanto que continuaba leyendo todo el párrafo o las páginas que le seguían. Mi sed era insaciable.
Me costó asimilar algunas ideas. Por un lado le preguntaba a los pacientes sobre sus síntomas y les daba medicamentos, y por el otro estaba aprendiendo acerca de Dios y la inmortalidad del hombre. Pero, como dice la Sra. Eddy: "Emerged suavemente de la materia al Espíritu" (Ciencia y Salud, pág. 485). Si un paciente estaba dispuesto a hablar de Dios y Su poder sanador yo incluía eso al atenderlo, y oraba por aquellos que me lo pedían, y hubo curaciones. Pero una sala de emergencias es un lugar de mucha actividad y a menudo no se puede responder a las necesidades espirituales de los pacientes.
Vayamos por un momento nuevamente a la cancha de golf, porque ha sido un lugar de muchas bendiciones para mí. Primero, estaba mi amigo que amó lo suficiente a su prójimo como para compartir Ciencia y Salud. Segundo, fue allí donde conocí al hombre que luego sería mi maestro de Ciencia Cristiana. Ambos tuvimos largas charlas, dentro y fuera de la cancha de golf, y posteriormente me aceptó para que tomara instrucción en clase mientras seguía como enfermera registrada. Me llevó un año dejar esa profesión y comenzar a trabajar para poder llegar a ayudar y sanar a los demás como practicista de la Ciencia Cristiana. Estoy trabajando para que llegue el día en que pueda tener mi nombre listado en The Christian Science Journal. Soy miembro de La Iglesia Madre y de una filial, donde tengo amigos muy afectuosos.
Estoy aprendiendo que mi ser espiritual es lo que realmente soy, y no un mortal que trata de descubrir quien es. Soy el reflejo de Dios. Mi propósito es glorificarlo a Él en todos los aspectos de mi vida, reflejarlo en todo lo posible, y seguir en Su palabra.
Tengo un largo camino por delante al escalar la comprensión de la perfección de Dios, y puede que haya algunos pasos de retroceso en el camino. Pero ésos son tan solo desafíos que debo enfrentar y de los que debo aprender, y mis ojos miran hacia lo alto, hacia esa Luz del gran amor que Dios siente por todos. Gracias.