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Terrorismo, antiterrorismo y oración

Del número de septiembre de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En Este Mismo Momento, grupos policiales especiales están persiguiendo a terroristas en diversas partes del mundo. ¿Por qué motivo? Capturar y encarcelar a los autores de crímenes inconcebibles contra la humanidad: atentados con bombas y con gases, secuestros, masacres, etc. Ciudades del Medio Oriente, Japón y Estados Unidos se encuentran en estado de alerta desarrollando actividades antiterroristas con puestos de control, sistemas de seguridad complejos y dispositivos para detectar armas. En el World Trade Center de la ciudad de Nueva York (donde explotó la bomba en 1993) estas medidas antiterroristas cuestan 25 millones de dólares al año (véase Time, 1/5/95, "How safe is safe" por Richard Lacayo).

Sin embargo, por más bien intencionadas y necesarias que sean estas medidas, no son suficientes para hacer que la gente se sienta segura en los aeropuertos, los edificios de oficinas, los subterráneos o los patios de las escuelas. Esto es muy cierto en lugares donde ya han ocurrido atentados terroristas.

Poco después de que explotara la bomba en Oklahoma City, — donde hubo entre sus 167 víctimas, hombres, mujeres y niños — hablé con un estudiante de derecho de esa ciudad. "Es alarmante", me dijo, "no quiero ir a la ciudad. Quizás en algunos meses, pero no ahora". Cuando le pregunté si la gente estaba orando, dijo: "Por supuesto, creo que todos están orando".

¿Cómo oramos por el terrorismo? El presidente Clinton dio algunas ideas cuando habló ante unas once mil personas reunidas en un estadio de la ciudad de Oklahoma después de la explosión. "Digámosle a nuestros hijos que nos vamos a oponer a las fuerzas del temor. Cuando se hable de odiar, opongámonos a ello. Cuando se hable de violencia, opongámonos a ella. Frente a la muerte, honremos la vida" (Associated Press, en The Boston Globe 24/4/95).

Estas palabras van dirigidas al corazón mismo del propósito del terrorismo: usar tácticas de violencia y temor para manipular el pensamiento de la gente. Por lo general el terrorismo trata de influenciar los lineamientos políticos atemorizando a los ciudadanos a tal punto que están dispuestos a hacer cualquier cosa — hasta sacrificar sus propios principios — para frenar la violencia y la matanza. No obstante, como dijo Clinton, es importante resistir esta táctica intimidatoria. Es importante enfrentar resueltamente el temor y no dejarse vencer por este tipo de coerción.

Pero, ¿cómo evitar sentirse indefenso contra el terrorismo cuando viajamos o vamos a trabajar o simplemente caminamos por una calle de la ciudad? ¿Cómo evitamos tener miedo — como le ocurre a tanta gente — de que haya un coche-bomba estacionado en la calle, o de que algún pasajero de apariencia sospechosa, que esté en el mismo vuelo suyo, sea un secuestrador?

Quizás lo mejor para no estar aterrorizado es comprender que Dios tiene todo el poder, y pensar que no hay ningún poder aparte del bien interminable, del Padre y Madre del universo que nos ama y cuida. No hay fuerzas siniestras del mal y destrucción que puedan encontrar un lugar en Su bondad infinita. Simplemente saber esto es una forma activa de oración que, según palabras de Clinton, "se opone" al odio, la violencia y la muerte misma. Es una afirmación que coincide con la última línea de la oración de Cristo Jesús: "Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos". Mateo 6:13. La Sra. Eddy interpreta las palabras de Jesús de esta manera: "Porque Dios es infinito, todo poder, todo Vida, Verdad, Amor, está por encima de todo, y es todo".Ciencia y Salud, pág. 17.

El consuelo más grande de esta oración está en lo que dice acerca de cada uno de nosotros. Después de todo, si el reino de Dios impera, reina en nosotros también. Si Dios existe "por todos los siglos", entonces nosotros Sus hijos, también existimos "por todos los siglos". Puesto que Dios es indestructible y eterno, usted y yo también lo somos. Nada de lo que Dios haya hecho — nada en toda Su creación espiritual — puede ser destruido, porque Dios no puede ser destruido. El bien no puede ser destruido, el Amor no puede ser destruido, la Verdad no puede ser destruida. Y tampoco pueden ser aterrorizados.

Quizás fue por esto que Jesús se sintió tan confiado al decirle a sus enemigos que, aunque lo mataran, él resucitaría — en tres días — de los muertos. Él sabía que ningún nivel de odio ni de brutalidad podía aniquilar su ser indestructible. Al hablar de su cuerpo como "templo", dijo: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré". Juan 2: 19-21. La resurrección de Jesús demostró la verdad de sus palabras.

Ahora, usted quizás piense: "Bueno, ése era Jesús. Pero, ¿qué pasa conmigo?" Vivo en un mundo lleno de gente violenta que no le importa matar a cualquiera para obtener lo que quiere. Pero las verdades de la Vida, la Verdad y el Amor eternos que alentaron a Jesús son ahora tan válidas como siempre lo fueron. Por lo tanto, podemos confiar en Dios para que nos saque de una situación de emergencia y también de terrorismo.

Eso le ocurrió a un amigo mío hace algunos años. Acababa de cambiar un cheque por efectivo en un banco cerca de su casa, cuando alguien lo agarró del brazo y le apuntó al pecho con un revólver. El resto de lo que sucedió fue como un sueño. Tres hombres vestidos con traje de fagina empujaron a la gente que estaba en el banco y a los empleados hacia la parte posterior del banco y los hicieron arrodillar debajo de los escritorios. Luego los ladrones empezaron a vaciar la caja fuerte.

Mientras pasaba todo esto, mi amigo se aferró a estos pensamientos: que Dios es Espíritu, y que Sus hijos son espirituales. Cuando uno de los hombres le hundió la pistola en un costado, pensó: "Yo soy espiritual. Soy indestructible. Y también lo son todos los que están aquí". Eso lo mantuvo en calma. Y también la mayoría de las otras personas permanecieron en calma. Al poco tiempo los ladrones se fueron. Nadie fue lastimado. Todos estuvieron muy agradecidos.

Aunque mi amigo nunca llegó a saber si los ladrones fueron detenidos, su oración lo convenció de que sólo Dios gobierna, controlando todo intento criminal.

Cuando recuerda eso, todavía se sorprende del valor que sintió aquel día en el banco. Sólo Dios, piensa, le pudo haber dado tal confianza de que todo saldría bien. Una bravura machista no habría tenido el efecto sanador que provino de su tranquila fe en Dios. Como la Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: "Nada sino el poder de la Verdad puede evitar el temor al error y demostrar el dominio del hombre sobre el error".Ciencia y Salud, pág. 380.

La oración es sentir el poder y el cuidado de Dios de manera instantánea, como mi amigo lo sintió. Esta simple oración del corazón hace más que neutralizar el terror, lo destruye. Y donde no hay terror, no hay terrorismo.

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