Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Artículo de portada

“¡Que tome! ¡Que tome!” ¡Pero me resistí!

Del número de agosto de 1998 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En La Escuela Secundaria salía con mis amigos y a veces tomaba un poco, un sorbo de cerveza aquí y allá. Simplemente hacía lo que los otros hacían, y ni siquiera me gustaba mucho. En aquella época comencé a estudiar la Christian Science y dejé de beber. Simplemente no quería tomar alcohol. Sentía que no era para mí, y no fue difícil dejar de hacerlo.

Cuando entré en la universidad, los muchachos de años superiores me llevaron a un bar, junto con otros compañeros de primer año. Como no quería tomar nada con alcohol, pedí un refresco. Pero un muchacho más grande me dio un vaso de “pinga”, una bebida alcohólica fuerte y barata. Al negarme, me dijo: “¡Toma!”

Le respondí: “No”.

En eso, los que estaban con él empezaron a gritar: “¡Que tome!” “¡Que tome!” “¡Que tome!” Y todos los demás en el bar los siguieron, gritando: “¡Que tome!” “¡Que tome!”

Inmediatamente, una vocecita me dijo: “Vamos, toma un sorbito. Todos te miran, no te va a hacer nada”.

Pero no presté atención a ese pensamiento. Me mantuve firme y no bebí. Poco a poco la gente dejó de gritar y me dejó tranquilo.

Luego me puse a pensar porqué no tomo. Quiero estar siempre alerta, deseoso y listo para orar, para recurrir a Dios con mi pensamiento, para poder ayudar a otros. Esa es la razón, tenemos que permanecer sobrios y firmes, y no dejar que nada adormezca nuestro pensamiento. No quiero que el alcohol altere mi pensamiento, ni siquiera un poco.

Cuando somos receptivos a las ideas de Dios, podemos actuar inteligentemente. Hasta le digo a mis amigos que no tienen que beber para sentirse bien y más tranquilos. Podemos sentirnos felices, libres y sin timidez, sin necesidad del alcohol. No tenemos que tomar para ser felices. La felicidad es algo natural en los hijos de Dios.

Mis amigos por lo general se reúnen para tomar cerveza en el bar que está frente a la universidad. A menudo voy con ellos, pero pido un refresco o un jugo, o simplemente me siento a hablar con ellos.

Un día que estábamos en el bar, uno me preguntó: “¿Cuándo te vas a hacer uno de nosotros?”, queriendo decir, “¿Cuándo vas a empezar a tomar con nosotros?” De inmediato contesté: “¡Pero si soy uno de ustedes!” Soy amigo de ellos, y no tengo que beber para que me acepten y sea parte del grupo. Yo tengo mis convicciones y ellos las suyas, y nos llevamos bien.

Ahora me respetan porque hago lo que pienso que está bien, y no me piden más que beba.

A pesar de estar en un bar, hablamos sobre cosas inteligentes, no cosas sin sentido. Hasta a veces hablamos de Dios. Compartimos lo que cada uno piensa y cree de Dios. Es recool.: )

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / agosto de 1998

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.