En La Escuela Secundaria salía con mis amigos y a veces tomaba un poco, un sorbo de cerveza aquí y allá. Simplemente hacía lo que los otros hacían, y ni siquiera me gustaba mucho. En aquella época comencé a estudiar la Christian Science y dejé de beber. Simplemente no quería tomar alcohol. Sentía que no era para mí, y no fue difícil dejar de hacerlo.
Cuando entré en la universidad, los muchachos de años superiores me llevaron a un bar, junto con otros compañeros de primer año. Como no quería tomar nada con alcohol, pedí un refresco. Pero un muchacho más grande me dio un vaso de “pinga”, una bebida alcohólica fuerte y barata. Al negarme, me dijo: “¡Toma!”
Le respondí: “No”.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!